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Lagomarsino: “Me preguntó si tenía un arma y lamentablemente se la presté”

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El dueño del arma con que murió el fiscal federal Alberto Nisman relató que el sábado anterior a la muerte del fiscal éste le preguntó si "tenía un arma" y le dijo que "tenía miedo y no confiaba ni en la custodia”.
En una conferencia de prensa en el estudio de su abogado, el licenciado en informática que trabajaba para la Unidad AMIA contó que ese sábado Nisman lo llamó diciendo si podía ir a su vivienda en Puerto Madero y agregó que le pidió un arma porque “tengo miedo por las chicas -sus hijas- y que un loquito venga y me pegue un palazo por traidor”.

Según Lagomarsino, Nisman "no confiaba ni en su custodia" y por ese motivo le pidió ayuda para conseguir un arma. "Mirá si viene un loquito con un palo y me dice 'traidor hijo de puta'", habría argumentado el fiscal al momento de la solicitud.

En la rueda de prensa, el analista de sistemas contó que ese sábado a las 16.25 estaba en su casa de Martínez, cuando recibió un llamado de Nisman, que le pedía que lo vea en su departamento de Puerto Madero. Al llegar allí, dijo que "no estaba la custodia", porque el fiscal "la había mandado a hacer un trámite". Ya en el interior del departamento, el dueño de casa lo hizo "pasar al living" y lo convidó con un café, que se habría preparado el mismo Lagomarsino.

Luego de unos minutos, Nisman le habría confesado sus temores por su seguridad y ahí llegó la consulta sobre el arma. Lagomarsino en un principio se habría resistido a ayudarlo, pero luego accedió y se comprometió a traerle una "vieja" pistola Bersa calibre 22. Volvió a Martínez para buscarla y cerca de las 19 retornó a Puerto Madero.

En su segunda visita a Le Pac, Lagomarsino dijo haberse cruzado con los custodios e incluso subió con uno de ellos. Nisman abrió la puerta de servicio, le entregó un sobre al policía e hizo pasar otra vez al asesor informático. "No soy un experto en armas, pero la persona que me enseñó a usarla me dio unas reglas de seguridad, yo se las expliqué al fiscal". Entonces, Nisman habría hecho "toda la operatoria, probar, cargar".

"Me dijo que si el arma era vieja no me preocupara, porque en la semana iba a comprar otra", le habría dicho Nisman. Lagomarsino le habría querido entregar la tarjeta roja, de portación, pero el fallecido fiscal la rechazó. "No me hace falta, soy fiscal, nadie me va a parar, tenela vos para comprar balas".

Finalizado el asunto del arma, Nisman le habría pedido que lo deje solo, porque tenía que seguir trabajando en la presentación que haría dos días después ante el Congreso, por su denuncia contra el Gobierno por encubrir a los autores del atentado contra la AMIA. "Andá que tengo que seguir con esto".

"Encaro para la cocina, toco el botón de llamado del ascensor. Pasaron dos o tres segundos. Se abre la puerta con cinco personas adentro y para no hacerlas esperar, le dije 'chau Alberto'". En cuanto a esos individuos con los que compartió el ascensor, Lagomarsino señaló: "Tres bajaron conmigo, y se dirigieron a un auto blanco, otros dos de 50 o 55 años, siguieron a la planta baja. Todos muy bien vestidos, muy cordiales".

Finalmente, Lagomarsino sostuvo que el domingo "tipo 11" le mandó a Nisman un mensaje de Whatsapp, pero nunca le fue respondido.