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A un mes de las inundaciones: la difícil tarea de volver a la normalidad

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La imagen desoladora de hace un mes en El Molino. Foto de Horacio Arias Ampliar

Casas y calles todavía con barro, fincas devastadas, muebles arruinados por el agua que  reposan sobre las veredas y esperan ser levantados por el recolector de residuos, maquinarias trabajando sobre ríos y arroyos, nuevamente la escuela abrió sus aulas para recibir a sus alumnos y la cocina improvisada donde se alimentaron a diario a unos 250 familias  vuelve a cumplir su función de refugio de pasajeros sobre la ruta nacional 65.

Aunque un poco lento los vecinos de El Molino, La Angostura y Piedra Grande ubicadas  a unos 18 Km. al oeste de Concepción, intentan a volver a la normalidad a un mes de las inundaciones más importantes que sufrieron en los últimos 50 años y donde perdieron todas sus pertenencias, incluso más de 2000 personas quedaron sin trabajo durante el mes de pasado.

El agua del río Gastona arrasó con una gran porción del territorio cultivado, además de las viviendas de los pobladores de la zona. Después del temporal el lugar quedó irreconocible. Sobre las fincas que antes estaban prolijamente sembradas, se forjaron grandes zanjones de hasta 200 metros de largos, 2 metros alto y 10 de ancho. Las  impecables plantaciones de papa, limón y arándanos, que se alcanzaban solemnes en los campos,  el agua las tapó con lodo, ramas y cientos de troncos esparcidos creando un marco inimaginable, como si alguien los hubiera colocado de manera arbitraria en el lugar.

“Es angustiante y aterrador ver como quedaron estos lugares. Hace 40 años que vivo aquí y  nunca había visto algo parecido. A todo esta gente donde tengo amigos, familiares y conocidos le llevará un buen tiempo  poder recomponerse de este desastre, tanto en lo económico, como en lo psíquico”, explicó Diego Caballero, vecino de El Molino que por suerte la inundación no lo afectó, pero si dio contención en su vivienda a algunos afectados.

Si bien se ha producido un fenómeno de lluvias extremas en durante los meses de febrero y marzo pasado las mismas dejaron al descubierto que el gobierno no se ocupó durante estos años en controlar debidamente el estado de los ríos, puentes, canales de riego y  sobre todo el desmesurado desmonte sobre la zona de montaña.

“Me parece que evidentemente todavía no nos cae la ficha de que vivimos en una zona altamente sensible y vulnerable. En un corto plazo de 18 años hemos sufrido más de 25 eventos climatológicos de mayor o menor gravedad (inundaciones, incendio forestal, nieve, vendavales, etc.) por lo que quienes dicen que no se podía prever están haciendo como el avestruz, tenemos que estar en permanente prevención, o sea "vivir en prevención", eso implica responsabilidad social, y un alto compromiso con la zona. Las políticas del gobierno local o sea la comuna, tiene que estar preparada para la "prevención" a los efectos de minimizar los daños que este tipo de eventos ocasione. Y trabajar en forma mancomunada con el resto del departamento Chicligasta y la provincia toda. ¡Ya no tenemos margen de error!”, comentó Daniel Mora vecino de Alpachiri y ex comisionado comunal del lugar

En importante destacar que la Comunidad indígena Solco Yampa, ubicada 20 kilómetros al oeste de “La Perla del Sur”, denunció, el año pasado, que en tierras de esa comunidad se realizó una tala ilegal de árboles y que habría sido causada por el legislador oficialista José Conte, con quien mantienen una disputa por la propiedad de territorios.

“Nosotros venimos denunciando que se producen desmontes no tan solo en la zona donde habita nuestra comunidad, sino además a la altura de Aguilares y Juan B Alberdi. Con solo visitar los campos donde se inundaron se pueden ver como quedaron desparramados cientos de árboles, pedazos de troncos y ramas. Queremos que se hagan más controles por parte de las autoridades gubernamentales, porque si siguen con estas prácticas en el monte tucumano las inundaciones serán cada vez mas devastadoras”, opinó Rolando Fregenal cacique de la Comunidad Yampa

 

 

Volver a la normalidad

 Lentamente los damnificados tratan de volver a sus quehaceres diarios, es decir, volver por ejemplo a clases ya que estuvieron interrumpidas durante todo marzo porque en la escuela Javier Frías se realizaba el acopio de las donaciones que llegaron desde diferentes partes de la provincia incluso del país. El retorno al trabajo, que durante un mes se mantuvo cortado para más de 2500 personas que trabajaban en las fincas de limón y arándanos que fueron afectadas directamente por el temporal del 9 de marzo pasado trajo un poco de alivio para las familias fundamentalmente.

Gracias a la intervención de maquinarias y dineros privados se pudo arreglar un puente sobre el río Gastona que une la ruta nacional 65 con la zona productora de limones donde más 70 colectivos cargados de obreros ingresan a diario para trabajar.

“Estuvimos parados un mes. Más de 2500 compañeros  nos quedamos sin trabajar en la cosecha del limón o en el de arándano. Por suerte las empresas dueñas de las fincas y con la ayuda de algunos agricultores pudieron reparar el puente sobre el río Gastona, que une los campos con la ruta nacional 65, que quedó averiado. Todo el trabajo de maquinas y el dinero para las importantes defensas que se hicieron  salió del  bolsillo de los productores, aquí el Estado no puso un centavo. Desde el 29 de marzo comenzamos por suerte a trabajar de nuevo”, explicó Pedro Romero trabajador de la empresa Citromax quien estuvo a cargo del manejo de una retroexcavadora.

 

Relato de la inundación

Emilio “Milo” Cabrera es un reconocido folklorista en sur de la provincia miembro del grupo Los Cabrera y relató el horror que vivieron los vecinos de Piedra Grande, localidad ubicada a unos 20 Km. al oeste de “La Perla del Sur” cuando en la madruga del  lunes 9 de marzo, por las intensas lluvias, creció inusitadamente los ríos Jaya, Sonador y el arroyo El Membrillo, distante a unos 5 Km. de la población y que causó estragos en diferentes parajes, campos sembrados y el derribo del  puente del Parque Los Alisos. Cabe destacar que más abajo, al este de los puentes de la finca Mambrini, estos ríos se unen al Solco y forman el Gastona.

 

“Eran las 11 de la noche del domingo cuando comencé a escuchar desesperados gritos de los vecinos. Salí de la casa de mi madre a quien había ido a visitar como todos los domingos y vi mujeres, con sus hijos pequeños que corrían por la ruta provincial 330.’Se viene el río’, decían”.

 “En ese instante –continuó su relato- pude captar un ensordecedor sonido, como si 20 aviones pasaran por arriba de mi cabeza. Pensé que podría ser un tornado. Jamás había escuchado algo parecido. Mira que soy policía retirado y me tocó trabajar en catástrofes y en rescates pero jamás escuché algo parecido. Los niños, las mujeres y los ancianos lloraban de miedo. Lo único que traté de hacer fue de tranquilizar a mi madre y quedarme la noche en vela custodiando la casa. Al principio no entendía nada no sabía bien qué era ese ruido. Traté de calmarme y prestar atención al sonido que venía de afuera, pero se mezclaban con el monótono ruido que producen las gotas cuando pegan sobre el techo de chapa. Más tarde salí al patio y allí pude entender más la situación. Cuando los ríos de montaña crecen producen un particular sonido porque el agua arrastra grandes piedras. Bueno ese ruido se multiplicó esta vez, era como si el cerro se nos viniera encima. Como a la dos de la madrugada la gente seguía corriendo por el camino, también había algunas camionetas y autos que pasaban con gente. Yo intentaba calmar sobre todo a las mujeres y los chicos. En un momento se complicó aún más porque cortaron la luz y nos quedamos sin teléfono. Fue una noche larga oscura que no me gustaría que repita”.

 “Cuando comenzó a amanecer con mi hermano Luis nos fuimos a recorrer la zona hacia arriba transitando la ruta 330 que nos lleva hasta al Parque de Los Alisos y cuando llegamos al lugar pudimos corroborar lo que yo temía, el puente fue arrasado por la creciente, el puente era nuevo de unos 100 metros de largo. Recuerdo que algunos lugareños le decían a los que hicieron el puente que tendrían que hacerlo más arriba y que debería tener una luz más amplia, es decir ser más alto. Hoy no existe, no puedo creer que el río se lo llevó puesto. Ahí entendí lo que había escuchado 4 horas antes. En realidad lo que escuchamos todos los que vivimos en Piedra Grande es cómo el río Jaya se lo devoró literalmente al puente. Fue impresionante. Si bien hubo destrozos porque algunas acequias y arroyos se desbordaron y entró el agua en algunas casas donde perdieron algunas cosas. Por suerte no hubo que lamentar víctimas”, contó.

Piedra Grande está a solo 2 Km. de Alpachiri. Sus moradores son agricultores, ganaderos y jornaleros. Sobreviven con los productos que les da la tierra y de la cría de animales. Las viviendas que tienen la mayoría los heredaron de sus padres, abuelos y bisabuelos, quienes compraron o se posesionaron en un pedazo de terreno en las montañas.

Por Rafael Medina.