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La 25: siempre de moda

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Calle 25 de Mayo Ampliar
La colorida calle 25 de Mayo ha sido fundamental en la vida de San Miguel de Tucumán. En los tiempos coloniales se la conocía como Calle del Cabildo o Calle de San Francisco, por dos edificios que concentraban la vida ciudadana y religiosa.
Era además la arteria por excelencia para conexión con el norte de la ciudad, aunque hasta promediar el siglo 19, sus edificios importantes empezaban recién en calle Santiago hacia el sur. Más allá, las casas releaban y se desplegaban las quintas. 

Cuando en 1855 se dio la primera nomenclatura a las calles, se llamó San Martín. Cumplía el papel de divisoria de los nombres de las arterias que corrían de este a oeste. Recién en 1988, al cambiarse todas las denominaciones, se la llamó 25 de Mayo. 
En los últimos años del siglo 19, en la esquina con el entonces boulevard Sarmiento, estaba la vieja cárcel, actualmente demolida y de la que sólo queda hoy la gran entrada con un resto de edificio remodelado (La Dirección de Investigaciones de la Policía) y a sus espaldas, el nuevo edificio de la Legislatura Provincial.

En los albores del siglo 20 se diseñó la Plaza Urquiza que cambió el aspecto que daba a la calle la presencia de la penitenciaría.

La plaza contaba con un lago artificial donde se podía andar en bote y se comenzó a festejar allí las fiestas de la primavera. Una cuadra más al sur hubo en 25 de Mayo un efímero club social llamado “El Lance” y en el sitio donde se erigió en 1920 el Colegio del Sagrado Corazón se realizaban espectáculos como el “Panorama de la Batalla de  Tucumán”, un impresionante conjunto escenográfico circular montado en 1916.

A partir de la plaza Urquiza se desperdigaban hermosas casas de conocidos hombres públicos de la provincia, como el ex gobernador Miguel Campero (25 de mayo al 700), quien luego de ocupar dos veces la primera magistratura, fue presidente de la Corte Suprema de Justicia de la provincia y disfrutaba caminar acompañado de sus familia paseando su figura consular recibiendo el afecto de la gente y las reverencias de sus conciudadanos que valoraron su tarea ejecutiva tanto como su señorío y hombría de bien.

El ex gobernador y otros personajes públicos, que habían abandonado sus cargos sin cuentas pendientes ni rencores políticos, solían transitar por el sector de la 25 donde se concentraban las procesiones y con frecuencia se notaba el intenso trajin de las recordadas monjitas que atendían a los enfermos en las clínicas y sanatorios de la ciudad.  

Otra casas, muchas, fueron demolidas o dejaron el lugar a edificios singulares como el Gymnasium Universitario o la Facultad de Derecho, que fue a casa particular de la familia Remis. A estos edificios fueron agregándose los del Correo, la Iglesia de San Francisco, los cines o el Hotel Coventry (actual Carlos V) que la hacen característica.

Hacia el entonces boulevard (avenida) Sarmiento, la 25 vio nacer aquel imponente complejo de viviendas construido por el Instituto de Previsión Social (los 4 monoblocks) pero vio también caer bajo la picota inclemente, la casa de don Alfredo Guzmán, plagada de exquisiteces importadas, digna de un museo, para dar cabida al edificio más alto de la época, sobre el café 25.   

Los más memoriosos recuerdan con nostalgia la esquina de Gath y Chavez (hoy Ansses) un paseo de compras tradicional al mejor estilo del Harrod’s porteño o londinense. 

La onda graffitis y las pintadas de campañas políticas también se ensañó con los frentes de viviendas y edificios, sin respeto por la historia o la arquitectura de fachadas tradicionales, como también las manifestaciones anticlericales o de sostenidos reclamos ante casos de inseguridad o gatillo fácil, tan comunes en estos tiempos convulsionados. 

Siempre 25 de Mayo fue escenario de concentraciones. Desde hace años la misa dominical que congregaba a las multitudes en la Plaza Independencia y que se desplegaban luego por 25 de Mayo. No fue extraño entonces que hubiera en esta arteria sitios para el esparcimiento, que en las últimas décadas se agregaron al paisaje urbano convirtiéndose algunos en casi tradicionales como los bares Central (antes El Trébol) o La Recova (actual La Pizzada) o los cines Rex, 25 de Mayo y Metro (hoy cerrados por la decadencia de este tipo de salas) el bar Helvecia (segunda cuadra hoy anexo de la Caja Popular)

Pero hasta la década del ’80, la tradicional “vuelta del perro” –paseo obligado por 25 de Mayo durante los fines de semana- sólo llegaba hasta calle Santiago y abarcaba un circuito pequeño de sólo cuatro cuadras entre San Juan y Plaza Independencia.

Cuadras cargadas de anécdotas de las que se recata una muy curiosa del “Niño” Ermesto, tal vez el origen de esa costumbre tan tucumana de pasear y mostrar los flamantes y lujosos vehículos sobre todos los sábados y domingos transitando a paso de hombre frente a la gran “vidriera” que representaba la gente transitando por ambas veredas.

Se trataba de una leyenda urbana, repetida muy atrás en el tiempo y se trataba de la costumbre que tenía un millonario de las primeras décadas del siglo pasado, el joven Ernesto Nougués, apasionado de la velocidad, que transitaba la 25 con sus últimos modelos y no pocas veces hacía vuelos rasantes por la 25 con su pequeño avión de dos plazas ante la admiración y el susto de los paseantes. 

El impulso de la juventud llegó con los años ’90. Los comercios locales dedicados al esparcimiento se extendieron como en ninguna otra calle de la ciudad ampliando las posibilidades para las citas y paseos familiares o reuniones con amigos para tomar un café. Más acá en el tiempo resultan ya pintorescos los domingos en que se reúne tanta gente a bailar el tango sobre Plaza Urquiza, o los jóvenes más osados que prolongan con frecuentes y enojosos festejos la obtención de sus títulos de abogacía. 

25 de Mayo alberga hoy un poco de todo. Una explosión de más de 200 comercios a lo largo de ocho cuadras  ha ocasionado de hecho, que la calle se convirtiera casi en una larga peatonal transformándose en un inmenso, sonoro y colorido caleidoscopio humano. Mientras la ciudad parece entregarse al silencio. .