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Impulsan al dólar ilegal como campaña electoral

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La fuga de capitales o la dolarización de las carteras de la población con capacidad de ahorro suele ser un clásico en etapas preelectorales. Tiene por finalidad torcer las simpatías de las mayorías y ocultar el desempeño de la economía.
La dinámica económica manifestada  durante los siete primeros meses del 2015 mostró recuperación económica y estabilidad tanto cambiaria como de precios. Esto permitió retomar el sendero de crecimiento que había estado condicionado durante el 2014, primero por la corrida cambiaria de enero y luego por el litigio de los fondos buitres ante el fallo adverso del juez Griesa. El clima de incertidumbre tras el fallo, potenciado por los medios de comunicación, había llevado a una postergación de las decisiones de consumo de la población.

A contramano de las políticas de ajuste, pregonadas por el establishmet económico, el gobierno implemento una serie de medidas para estabilizar los precios tras el salto cambiario y recuperar los niveles de consumo incentivando el crédito vía el plan AHORA 12. El impacto de estas medidas en el crecimiento del consumo y, junto con él, de la actividad económica es reconocido aún por las consultoras privadas. La consultora Elypsis elevó su proyección de crecimiento para la Argentina destacando una recuperación del 1,5 por ciento para el año corriente. El índice general de actividad que elabora la consultora Orlando Ferreres advirtió una aceleración del crecimiento del PBI para el mes de mayo (0.5), acumulando tres meses consecutivo de alza.

Con respecto a los precios existen coincidencias entre indicadores públicos y privados sobre la estabilidad en el nivel de variación y el fuerte descenso respecto al comportamiento en 2014. En cuanto a las reservas, las mismas tuvieron un importante crecimiento durante el corriente año,  regresando a los niveles de fines de octubre de 2013, es decir, anteriores a los movimientos especulativos que llevaron a la corrida de enero de 2014.

El primer semestre de estabilidad cambiaria transcurrió en un escenario de relativa calma económica condicionado por un contexto de menor crecimiento mundial y de nuestros socios comerciales.

 Durante las últimas semanas de julio, en sintonía con el inicio de las vacaciones de invierno y a menos de un mes de las PASO, se advirtieron movimientos especulativos en el mercado informal de divisas, que aumentaron la brecha entre el dólar legal y el ilegal a casi el 60%. El dólar ilegal llegó a valer 15 pesos para luego caer más de 40 centavos, mostrando una dinámica volátil e irracional.

Como suele pasar en los momentos electorales, el poder económico en lugar de expresarse en las urnas o para condicionar su resultado dispone de movimientos especulativos que poco tienen que ver con la realidad de los indicadores económicos. La acción desestabilizadora se continúo en los canales de televisión con mensajes de los economistas voceros de ese poder. Escuchamos así argumentos que relacionaban los comportamientos del dólar ilegal y de sus sucedáneos con la consolidación de los candidatos del FPV, ventaja política que es rechazada por “los mercados”. Los voceros y medios de comunicación opositores se mostraron envalentonados con esa dinámica que genera preocupación en sectores de la población acostumbrados a ahorrar en dólares y portadores de recuerdos aún frescos de las sucesivas crisis económicas de nuestro país.

Antecedentes históricos y un uso masivo de profecías autocumplidas saturaron las audiencias anunciando una devaluación inminente que ocurriría luego de las elecciones presidenciales o, con un argumento más retorcido porque elude referenciarse en saltos bruscos que luego se desploman,  que cada vez será más dificultosa la unificación del mercado cambiario.

A diferencia de lo acontecido en enero y octubre de 2014 cuando ocurrieron dos intentos de corrida, existe en el presente una correcta y eficaz coordinación entre las políticas monetaria,  cambiaria y fiscal. La elevación en el nivel de reservas y mayores perspectivas sobre el swap con China muestran signos de solidez para enfrentar eventuales corridas que no son más que intentos de condicionar la política económica.  

La fuga de capitales o la dolarización de las carteras de la población con capacidad de ahorro suele ser un clásico en etapas preelectorales y tienen por finalidad torcer las simpatías de las mayorías. Lo que diferencia este momento de otras etapas históricas es que el Estado ha recuperado instrumentos para reducir el impacto de esas maniobras permitiendo que la economía continúe su sendero de crecimiento y al tiempo que impide pérdidas en el poder adquisitivo y en el trabajo de las mayorías.* GEENaP. TIEMPO ARGENTINO