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Apareció muerta Diana Sacayán, un ícono de la militancia trans

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La encontraron en su departamento de Caballito “con signos de violencia”, relató una fuente judicial. La División Homicidios de la Policía Federal investiga a “una persona que entró con ella al edificio”. Llegaron a él a través de un testimonio.

"Se investiga un crimen, un homicidio", relató a Infojus Noticias un funcionario policial. Diana Sacayán recibió en 2012 su DNI de la mano de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Defendió su identidad de género autopercibida como mujer trans y también apoyó desde su lugar en el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) causas como el cupo laboral para personas trans en la cartera pública de la provincia de Buenos Aires.

Hoy el movimiento LGBT está de luto por su muerte: Diana fue encontrada muerta “con signos de violencia”, confió una fuente judicial a Infojus Noticias, en su departamento de avenida Rivadavia al 6700, en el barrio porteño de Caballito. Interviene la comisaria 38 porteña y la Fiscalía de Instrucción N° 4, a cargo de Matías Di Lello.

El fiscal está trabajando ahora en el lugar del hecho. Fuentes policiales confirmaron a Infojus Noticias que la División Homicidios investiga a “una persona que entró con ella al edificio”. Llegaron a él a través de un testimonio. "Se investiga un crimen, un homicidio", aportaron. Diana había llegado de la provincia de Tucumán con sus padres. Se había radicado en Laferrére y ahora estaba instalada en Caballito.

Vivió en la pobreza, se prostituyó, pero se organizó, resistió y la militancia le permitió en 2012 postularse como candidata a ocupar la Defensoría del Pueblo de La Matanza. Había trabajado en el INADI, en el programa de la diversidad sexual. También había colaborado en el suplemento Soy, de Página/12, y en la revista El Teje.

Karina Nazabal, diputada del FpV bonaerense, fue quien presentó el proyecto de ley del cupo laboral trans. “Fue un proyecto de ella, yo como diputada lo acompañé, pero era algo que Diana impulsó desde incluso antes de la ley de Identidad de Género. Realmente estamos de luto porque ella era una luchadora. Creo que si hay un legado que Diana le deja a todas las personas trans es, sin duda, el del cupo laboral. Tuvo la valentía de militarlo frente a todos y también estuvo junto a nosotros en todas las instancias del proyecto”, dijo Nazabal a Infojus Noticias, entre lágrimas.

Diana había sufrido dos agresiones que llegó a denunciar. El último, en agosto pasado, con la Policía Metropolitana: había contado que tras ser agredida por un hombre en la calle, llegó la Policía y se la llevaron presa junto a otro activista. La maltrataron, amenazaron y denunciaron por resistencia a la autoridad con lesiones. "Una policía se acercó cuando oyó los gritos y me quiso esposar. No me preguntó qué había pasado y sin mediar palabra consideró que la esposada debía ser yo. Después los policías empezaron a llegar de todas partes: se bajaron dos de un colectivo, vinieron tres patrulleros y cuatro motos. ¡Eran tres policías para cada una! Cuando me insistían para apresarme uno me amenazó con un aparato para dar descargas, como una picana. Me tiraron contra un colectivo y después volé arriba de un taxi que estaba en movimiento. Una vez que me pusieron las esposas me tenían en el piso con sus botas arriba y me decían que mire para abajo”, había contado Sacayán a Infojus Noticias.

Una semana después, la Procuvin denunció a la Metropolitana por la agresión. “Son prácticas sistemáticas de la Metropolitana atacar a grupos sociales vulnerables y vulnerados", dijo el titular de la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), Miguel Palazzani, quien pidió la indagatoria de al menos 12 policías por torturas y privación ilegítima de la libertad de Diana y un empleado del INADI. La agresión anterior había ocurrido en agosto de 2013. Diana contó que un hombre “blanco, alto” le destrozó la cara a golpes en la estación Laferrére, en La Matanza. Y agregó que esa noche cuatro gendarmes vigilaban la zona y detuvieron al agresor, pero terminaron por dejarlo ir. “¡Miren lo que me hizo!”, les gritó con la cara ensangrentada y los agentes de seguridad terminaron por golpearla en las costillas. Solo logró frenar la nueva golpiza, cuando les dijo que trabajaba en el Ministerio de Justicia. Ahí le dijeron: “¡Corré!”. “Eso hice: corrí. Estoy acostumbrada”, dijo.

Fue hasta la Comisaría 1ª (a pocas cuadras de la estación) donde quiso hacer la denuncia pero no se la tomaron. “Andá el lunes a la fiscalía”, le dijo el comisario y dispuso que un patrullero la llevara hasta el Hospital Germani. “Acóstate, muchachote”, le dijeron quienes la atendieron en el hospital. “Imagínate cómo me sentía. Ni la anestesia me tomó”, lamentó. A partir de esa primera agresión, se había reunido con funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos para denunciar el accionar de las fuerzas de seguridad y planteó la necesidad de generar protocolos de actuación específicos.