Franco Ruiz tenía 36 años cuando fue asesinado en la puerta de una casa ubicada en Juan Posse al 2.090, en Villa 9 de Julio, a manos de 4 sujetos que lo balearon aparentemente sin motivos. Ruiz sufrió heridas serias que le costaron la vida horas después. El día que lo mataron estaba parado junto a su hermano, quien reconoció a los presuntos homicidas y realizó la denuncia.
La instrucción del caso fue a parar a la fiscalía que conduce Washington Navarro Dávila, quien tras varios meses de pesquisa decidió, en abril pasado, solicitar la elevación a juicio y llevar al banquillo a Enzo y Sergio Juárez, Ariel Albornoz y Marcos González, por homicidio y tentativa de homicidio. Pero por motivos que ni el mismo fiscal puede explicar, la Cámara de Apelaciones dejó en libertad a los cuatro detenidos.
“Me sorprendió que estas personas hayan recuperado la libertad. Está comprobada su participación en el hecho. No sólo por las pruebas que aparecen en la causa, sino porque los sobrevivientes del ataque los reconocieron como los hombres que dispararon en su contra esa jornada”, había declarado Navarro Dávila en mayo último, luego de enterarse de la disposición de la Cámara.
Hace más de un mes que Albornoz, González y los hermanos Juárez, transitan diariamente por las mismas calles en donde fue ultimado Ruiz. Según asegura la madre de Franco, casi todos los días reciben amenazas e insultos por parte de los presuntos asesinos de su hijo. “Tenemos que agachar la cabeza y mirar hacia otro lado, mientras ellos siguen ahí como si nada hubiera pasado. Tenemos miedo, impotencia y dolor. Es tremendo, ya no sabemos que hacer. Nos cansamos de denunciar que nos han amenazado, que no pueden estar libres pero no tenemos ninguna respuesta”, aseguró Elena.