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Una pareja tucumana ayuda a una familia de Siria a salir de la guerra

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Un tucumano que está en el Programa Refugio Humanitario Argentino aguarda la culminación de los trámites para traer una familia de Siria a su casa.
Guillermo Ramos y Érica han decidido ingresar al programa para amparar a una familia de Alepo, al noroeste de Siria, y mientras completan los trámites recorren los senderos de la sociedad y los de sus almas para encontrar respuestas a las circunstancias por venir. Por casualidad (si existen) viendo un programa de televisión se les despertó la vocación humanitaria y arrancaron. 

Se contactaron con el sacerdote tucumano David Fernández que es el custodio de la Catedral en Siria y está haciendo los nexos entre los llamantes y los que quieren dejar la guerra. Ramos dice que son expulsados por la guerra que no eligen. 

El cura Fernández les ha contado que tienen luz eléctrica dos horas por día y que el agua se vende en el mercado negro. La convocatoria de los Ramos recayó sobre una familia de un chofer de transporte escolar y una peluquera que tiene  una hija de 10 años sorda muda. 

Por ahora les recomiendan no dar nombres ni precisiones en razón de que la guerra ha hecho crecer los mecanismos de seguridad tanto en Siria como en la Argentina. Para dar un ejemplo: el ingreso de las personas debe ser aprobado por la Agencia Federal de Inteligencia, entre otras oficinas que tiene la burocracia. 

Tucumán, con este sistema ya tiene 14 inmigrantes instalados. Guillermo Ramos es vehemente en su relato, cuenta que su pareja Érica está a la par en el emprendimiento. Ella tiene antepasados que hicieron el itinerario en el pasado.