Fue arrasador. El mejor equipo de los últimos 50 años, los amos y señores de las redes sociales, aquellos que desprecian a los dirigentes políticos y prefieren cambiarlos por un like o un “me gusta”, sufrieron una derrota de la cual es casi imposible levantarse. En todo el país, salvo la Ciudad de Buenos Aires, sintieron el desprecio de aquellos a quienes ellos desprecian y no tienen en cuenta, fueros barridos en las urnas. Los planeros, los peronistas vagos y corruptos, los dirigentes sociales que hacen política les dieron una lección prácticamente sacándolos de la cancha.
La derecha conservadora y neoliberal al mismo tiempo, un fenómeno propio de estos tiempos en la Argentina, mordió el polvo de la derrota, cayó por sus propios errores y por su pecado de origen como la restauración conservadora que tan bien encarna Lilita Carrió y los escribas de algunos medios hegemónicos. Casi el 50 por ciento en el todo el país, el 60 por ciento en Tucumán, le paró la mano a Macri y su grupo de amigos millonarios. Les dijo que es el momento de meter el violín en la bolsa y dejar el paso a un gobierno popular liderado por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Los factores de poder deberán buscar otro gerente, Mauricio Macri demostró que es un inepto y por lo tanto también se ganó su desprecio. Llegó con la misión y la ilusión de barrer con el peronismo y sus conquistas sociales y fracasó de manera estrepitosa. Uno de esos errores que no se suelen perdonar en el círculo rojo, y menos cuando lleva años buscando un CEO exitoso al no poder recurrir a los militares.
Queda una elección en octubre en la cual habrá que votar con más ilusión y esperanzas, porque es necesario ampliar la base de sustentación del futuro gobierno de Alberto Fernández. No es tarea sencilla, queda tierra arrasada tras el paso del macrismo y su mentada revolución de la alegría con pobreza cero y el Plan Belgrano sacando de la pobre a millones de argentinos en el NOA y el NEA.