La violencia en Bolivia no cede y encendió las alarmas ante
una posible escalada. Luego de la fuerte represión de las fuerzas de seguridad
contra seguidores de Evo Morales, que dejaron anteayer nueve muertos en Sacaba,
la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet,
advirtió que el "uso innecesario o desproporcionado" de la fuerza
puede llevar la situación del país a "salirse de control", mientras
varios dirigentes bolivianos clamaron por la pacificación. Según denunció la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), al menos 24 personas
murieron y 715 resultaron heridas desde el inicio de la crisis en Bolivia.
"Realmente me preocupa que la situación en Bolivia
pueda salirse de control si las autoridades no la manejan cuidadosamente, de
acuerdo con las normas y estándares internacionales que rigen el uso de la
fuerza, y con un respeto pleno por los derechos humanos", agregó Bachelet.
La autoproclamada presidenta, Jeanine Áñez, que había
prometido pacificar el país y aún no convocó a elecciones, dijo ayer estar consternada
por las nueve muertes, pero contradictoriamente firmó un polémico decreto, en
el cual determina que las Fuerzas Armadas "están exentas de responsabilidades
penales" cuando "actúan en defensa propia para restablecer el
orden".
Desde el mediodía de anteayer, miles de cocaleros que
llegaron desde la región del Chapare se habían apostado cerca del puente
Huayllani, donde se instalaron las fuerzas policiales para impedirles avanzar
hacia Cochabamba, a 18 kilómetros, para expresar su rechazo a Áñez y exigir su
renuncia.
Ya entrada la noche, la policía, apoyada por militares y un
helicóptero, dispersó violentamente a los manifestantes y detuvo a 124
personas. Unas 9 personas murieron producto de la represión.
Los cocaleros fallecidos fueron velados ayer cerca del sitio
donde se produjeron los choques. La televisión mostró a dos mujeres que
lloraban y rezaban en quechua sobre los féretros, uno rodeado de flores y otro
cubierto con la bandera boliviana y la multicolor wiphala, que representa a las
naciones indígenas.
Una de las mujeres, consternada, puso su mano sobre el ataúd de madera rodeado de flores y preguntó: "¿Esto es democracia? ¿Así, matando como si fuera cualquier cosa?".