La derrota de Atlético Tucumán en el Atanasio Girardot tiene dos caras o se puede analizar desde una perspectiva más optimista u otra bien pesimista. Porque el Decano mostró sus garras a Independiente de Medellín, se plantó en el difícil escenario colombiano para jugar de igual a igual, generó varias situaciones de riesgo y si no se llevó un mejor resultado fue porque les faltó precisión en los últimos metros.

Un detalle nada menor, dado que el 1-0 termina dejando mucho mejor parado al elenco local de cara a la revancha en el Norte argentino. Y ése es el vaso medio vacío que dejó preocupación en Atlético: como en el encuentro de la fase anterior contra The Strongest (cayó 2-0 en la idea y finalmente avanzó por penales tras el triunfo en la vuelta) pagó cara su falta de gol y un error en la salida en el arranque de la serie y ahora no le quedará otra que salir a comerse a su rival si pretende meterse en la zona de grupos.

Y seguramente lo que más lamenten el Ruso Zielinski y compañía será lo cerca que estuvieron de quedar muy bien perfilados para el encuentro del martes en el Monumental.

El Decano fue superior al DIM durante gran parte de los 90 minutos y, sobre todo, en el segundo tiempo, en el que dominó al local y agigantó la figura del arquero Mosquera. Con la rebeldía de Ramiro Carrera y la buena presión de los mediocampistas, los tucumanos hicieron pie en la mitad de la cancha y tuvieron contra las cuerdas a quienes quieren arrebatarle el sueño continental.

¿Qué faltó? Una cuota de creatividad para quebrar la resistencia de los dirigidos por el ex arquero de Boca, Aldo Bobadilla, que se aferraron a esa mínima ventaja con la esperanza de convertir en Argentina y seguir en la Copa.

Atlético, igual, ya sabe de este tipo de desafíos. A los bolivianos, con sufrimiento pero dando una muestra de carácter, los superaron. Y el DIM no parece ser un hueso tan duro de roer. Si desempolva la mística copera de los últimos año... el Decano está vivo./ole.com.ar