Las y los abajo firmantes, periodistas de medios privados, públicos, autogestivos, comunitarios y desocupados, y también analistas de los medios de comunicación y entidades vinculadas al estudio y agremiación del medio, creemos que los periodistas, como todo ciudadano, estamos sometidos al escrutinio público y a la ley. No tenemos privilegios. Y no toda crítica, por exagerada o injusta que sea, puede ser considerada como un “ataque a la libertad de expresión”.
Aún dentro de nuestras diferencias, distintas realidades y hasta las dificultades que el propio medio impone, sí creemos que el periodismo debe ejercerse con profesionalidad, libertad y dignidad. Y que, en el necesario vínculo con el poder y las fuentes, tenemos reglas por cumplir.
No vale todo. Entendemos que la defensa de la libertad de prensa tiene una acción doble: nuestro derecho a informar y el derecho de la comunidad de informarse. Y entendemos a esa libertad de prensa como una conquista colectiva, no desde posiciones individuales ni sectarias. No es nuestra libertad, es de la sociedad.
Un mejor periodismo es decisivo para contribuir a una mejor discusión pública, sobre todo en tiempos tan complejos como estos, atravesados por la angustia de una pandemia.