Cómo se debe regular las redes sociales es una pregunta que aún
no tiene respuesta en ningún lugar del mundo. Si bien otros países han manifestado
algunos avances a nivel parlamentario, en Argentina el tema aún no se discute. Mientras
tanto, jóvenes y no tan jóvenes se vuelven cada vez más dependientes, sin
detenerse un minuto a reflexionar lo que están cediendo en cada “like” o cada
posteo.
Las redes sociales hoy ocupan un lugar central en nuestra
vida cotidiana. A cada hora, cada minuto, cada segundo, alguien está “posteando”,
comentando, reaccionando o simplemente consumiendo. Han penetrado tanto en
nuestras vidas que de alguna manera se han imbricado en nuestra personalidad, son
una extensión de nuestros sentidos. Esto, por supuesto, les ha otorgado un
enorme poder, tanto en el plano económico como en el simbólico, social y
político.
Para Esteban Magnani, docente de la UBA y periodista especializado
en comunicación, las redes son una “gran maquinaria” que se armó para vender
publicidad y que tienen un elevado nivel de efectividad para generar dinero, lo
que les permite cobrar cada vez más potencia a nivel global. Esto, claro está, tuvo
sus efectos secundarios en las instituciones. “Esos mismos recursos que se
utilizaban para publicidad ahora se utilizan para las campañas políticas, para impulsar
campañas de odio y enturbiar el clima político general”, sostuvo.
En diálogo con el programa “El Conejo Negro”, que conducen
Oscar Gijena y David Correa, el docente comparó las redes con los
estupefacientes: “Lo que al principio parece que te trae muchos beneficios, en
realidad tiene efectos secundarios que pueden ser muy perniciosos”.
¿Una amenaza para la seguridad nacional?
Estados Unidos es uno de los países pioneros en destruir los
monopolios tecnológicos que se vuelven muy fuertes, sobre todo aquellos que pueden
tener incidencia a nivel de construcción simbólica. En el pasado fueron las
gigantescas ATyT y Microsoft, y ahora le llegó el turno a Tik Tok, la empresa
china a la que Donald Trump declaró un peligro para la seguridad nacional. “Esta
empresa extranjera captura datos de los jóvenes estadounidenses y eso fue lo
que advirtieron en Estados Unidos que era un peligro para ellos”, explica Magnani.
Para él, la reacción del país norteamericano, que también se
propone romper con el poder monopólico de Amazon, Facebook, Google y Apple,
debe ser una señal para que todos los países comiencen a diseñar regulaciones
para limitar el poder que estas empresas tienen en sus poblaciones y sus
mercados.
En este sentido, Magnani plantea que el Congreso nacional
debe avanzar cuanto antes en un marco normativo que regule y ponga límites al
enorme poder de estas empresas. “Como algunas drogas, que bien empleadas son
beneficiosas, lo mismo hay que hacer con la tecnología. Tenemos que regular la tecnología
y las redes sociales porque se está probando que tienen prácticas abusivas”,
subrayó.
“Nos hace falta una clase política que entienda lo que está
pasando y que este a la altura del análisis que se requiere”, sostuvo.
Redes y medios de comunicación: de aliados a competidores
Consultado sobre la relación entre los medios periodísticos y
las redes, el especialista recordó que inicialmente los medios celebraron la
llegada de las redes, porque les permitía llegar más lejos en la difusión de
noticias. Sin embargo, sostuvo, con el tiempo pasaron de ser aliadas a ser competidoras.
“Esas redes captan la atención que producen esas noticias y
venden la publicidad, quitándole a los medios lo que les permitía financiar
nuevas noticias. Estas empresas se comieron toda la torta publicitaria porque
tiene mayor capacidad que los medios para captar la atención del público. Los
medios necesitan producir buen contenido para captar atención, en cambio las
redes no producen contenido, lo toman de otros o son los mismos usuarios los
producen por ellos”, agregó.
Un ejemplo del daño colateral que pueden producir las redes en
materia comunicativa la encontramos a simple vista en las noticias falsas o en
campañas de desinformación. Herramientas no éticas que para Magnani en
definitiva forman parte de un plan amplio de manipulación de la agenda pública.
Todo sirve para manchar o agigantar tal o cual imagen, para alcanzar tal o cual
objetivo.
De allí que el especialista considere urgente desarrollar el debate sobre cómo se debe amortizar el daño, primero, para luego avanzar en un marco normativo que regule y establezca limitaciones claras a su poder.