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La gente quiere cambios, la gente quiere sentirse y estar segura

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Los robos son constantes en la provincia. Ampliar
La ola de delitos seguidos de muertes viene provocando un malestar que se extiende por toda la provincia. Se reclama justicia, pero antes de esto, sentirse seguros de transitar sin temor.
La pandemia, la desocupación, las malas gestiones administrativas económicas que generó el macrismo en tan solo cuatro años provocaron también que el delito se incremente. En Tucumán los hechos de inseguridad por el alto nivel de violencia con casos de muerte directa a las víctimas son muy preocupante.

Los sectores de la oposición al gobierno de Juan Manzur todos los días se pasean por los medios criticando y acusando la gestión o la mala gestión. Es política de acción directa golpear donde más duele. Eso está clarísimo. Pero la realidad, es que los casos de arrebatos a mano armada, de asesinatos por robos, los escruches en viviendas, que te descuidas unos minutos y cuándo regresas, te desvalijaron la casa, no es mentira.

La gente, la sociedad en general pide incansablemente que los actores de la justicia (jueces-fiscales, policías y todo lo que responden a estas funciones), luchen y trabajen contra la inseguridad reinante.

En varias ocasiones cuando nos invaden estos hechos pedimos rápidamente que se corran funcionarios o al propio Ministro de Seguridad (Claudio Maley). Eso ya sucedió en otras gestiones y los resultados fueron prácticamente similares. Sin mejoras. Quizás renovar a los encargados de nuestra seguridad no sea lo más efectivo. Quizás sea conveniente que alguien con decisión política proponga de fondo una estrategia más sencilla, más acorde a la realidad que marque un cambio con mejores resultados. Una estrategia más efectiva de prevención al delito.

El propio mandatario local Juan Manzur admitió que la inseguridad es un tema que desvela a su gestión y promete mejorar las condiciones para combatir el delito con más accesorios tecnológicos y más efectivos en la calle. ¿Será esa la solución? ¿Colmar las calles de uniformados, más cámaras en la vía pública y más vehículos?.

Lo cierto, es que hasta ahora los casos se siguen incrementando y la gente, los tucumanos viven con miedo constante. A cualquier hora y en cualquier zona, uno puede ser víctima de la inseguridad. Ya no existe un lugar más peligroso que otro. Ya no existe la noche, la siesta o la mañana para los delincuentes. Lo que sí existe es el sabor amargo y el miedo de miles de tucumanos que piden un cambio con resultados positivos, con confianza a nuestras fuerzas de seguridad y credibilidad a las instituciones.

Y cuando nos referimos a las instituciones anotamos la cantidad de casos que terminan con asesinatos porque el sistema judicial así lo permite. Muchos criminales no cumplieron sus penas y volvieron a delinquir con resultados de tremendo dolor para familias que se quedaron sin un hijo, un hermano, padre o madre.

Hasta ahora el poder político no se pone de acuerdo en consensuar y articular políticas efectivas más sencillas, más directas sin tanta burocracia en el medio. Sin tantas vueltas para brindar un servicio mucho más óptimo a la comunidad. Cada día tenemos más leyes, más abogados, más especialistas en derecho penal con diferentes especialidades de las normas, pero los resultados siguen siendo cada vez menos efectivos.

En la inseguridad ya no se trata de las sensaciones instaladas sobre todo en la clase media, sino que abarca a todos los sectores sociales y que se amplían en los barrios.  Existe una real expresión de la gente de sentirse desamparados y que se potencia además por la desconfianza que provocan algunos policías.

O simplemente las quejas de familiares que buscan a sus seres queridos desaparecidos y que los tiempos de investigación judicial son eternos como es el caso Julia Ríos que desde el 26 de diciembre no aparece y denuncian que el Estado la dejó de buscar. Por eso, la gente quiere sentirse y estar segura.