Pertenecer a la comunidad LGBTQI+ en Argentina implicó estar condenada/o a distintas prácticas de persecución sistemática, represión, discriminación y exclusión social. En este sentido comentó que uno siente la necesidad de expresar su identidad de género, desde muy chica, durante la secundaria se vestía de mujer para ir a los 15 de alguna amiga, pero siempre a escondidas de su familia, adoptó su identidad recién cuando estaba en la facultad, razón por la cual fue discriminada, encarnizadamente, siempre enmascarada a través de los actos. Es por esto que lleva años organizándose a través del activismo para exigir derechos tan básicos como salud, educación y trabajo.
En su memoria resuenan las opresiones sufridas por la transfobia y una violencia institucionalizada en la arquitectura de la sociedad durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Es por eso que junto a Rolando Sing y Pablo Asuaga crean A.L.U.D, una organización dedicada a luchar contra la discriminación y la prevención de las enfermedades de transmisión sexual. Eso la convierte en una gran activista que lucha para construir y crear una sociedad más habitable.
A los abusos que antes de la dictadura cívico militar sufría la población travesti trans de parte de las policías, especialmente las que se encontraban en situación de prostitución se le sumo el flagelo sufrido durante la década de los 2000 donde fueron perseguidas, torturadas, violentadas, desaparecidas y asesinadas también.
A pesar de los avances legales y sociales ocurridos en los últimos años, todavía esta población sufre altos niveles de discriminación, que el propio Estado ha generado o consentido en la historia. La lucha de Noly se centra en visibilizar la persecución que sufrían entonces y la indiferencia que aún resisten hacia sus identidades. No buscan ser más iguales, simplemente quieren ser iguales.