En el escrito que presentó ayer Maximiliano Rusconi, abogado de Diego Lagomarsino, detalla que en el momento de la contratación, en 2007, el fiscal Alberto Nisman le fijó como condición a Lagomarsino que “debía reintegrarle el 50 por ciento del valor contrato”. El término reintegrar fue el usado por Nisman para realizar la exigencia y, según sostiene Rusconi, el fiscal puso al informático en una situación en la que se veía obligado a aceptar: o resignaba la mitad de su sueldo, o no conseguía ese trabajo.
En el escrito, se confirma que esa práctica se realizó todos los meses durante los últimos siete años, pero no se mencionó la metodología con que se le hacía llegar el dinero al fiscal. Tampoco se acompañaron las evidencias, pese a que Rusconi afirma que puede probar en forma categórica la mecánica de la maniobra. Las cuentas son sencillas, a valores del último contrato, Nisman habría recibido 240.000 anuales por los “reintegros” que a lo largo de 7 años de relación laboral suman 1.680.000 pesos.
Los datos aportados por Lagomarsino ponen una enorme duda sobre los demás contratos existentes en la Unidad AMIA, que era la que manejaba Nisman. En total hay diez contratos, en los cuales hay aspectos llamativos. Una parte de los contratados no iba nunca a la fiscalía. Otra parte, no se sabe en qué trabajaba. Hay finalmente un grupo que tampoco concurría a la sede de la Unidad AMIA pero ahora, precipitadamente, van todos los días. Del total, hay dos contratos que se dieron de baja: el de Lagomarsino y el de Claudio Rabinovitch, que actuaba como asesor. Un contrato que está en proceso de baja, el de la nutricionista, y siete contratos que se están observando con lupa. También las cifras son asombrosas: 41 mil pesos cobraba Lagomarsino (aunque ya se sabe que entregaba a Nisman la mitad), 32.400 Rabinovitch y 28.800 la nutricionista. Los demás contratos rondan los 20 mil pesos promedio.
En el escrito presentado ayer, también Rusconi-Lagomarsino confirmaron la existencia de la cuenta en el banco Merrill Lynch de Nueva York. La ex esposa de Nisman, la jueza Arroyo Salgado, fue quien primero mencionó esa cuenta en su declaración de hace una semana. Contó que Sara Garfunkel llamó al banco desde un locutorio y que la persona que la atendió le dijo que para saber el número de cuenta hace falta tener el nombre de usuario y la clave. Ese empleado de Merrill Lynch le sugirió que hablara “con Lagomarsino, que también es cotitular de la cuenta”.
El informático ratificó que hace un año y medio, Nisman le pidió que aceptara ser cotitular para que él no tuviera que poner su nombre “porque soy una persona políticamente expuesta”, le dijo Nisman en aquel entonces. Lagomarsino afirma que no sabe cuánto dinero hay depositado allí porque los resúmenes llegan a la dirección de la calle Roosevelt, donde vive la madre del fiscal. En el texto presentado ayer, se acompañó documentación que incluye el número de cuenta y las dos transferencias firmadas por Lagomarsino que, según él, son las únicas que hizo. Ambos movimientos fueron de 2500 dólares y se trató de transferencias para pagar las expensas de un terreno en Uruguay. El resto de los movimientos se supone que los realizaba directamente Nisman, quien no figuraba como titular de la cuenta, sino como apoderado.
“Sara Garfunkel y Sandra Nisman aseguran que Alberto les dijo que el dinero de Nueva York era para sus hijas, en caso de que a él le pasara algo. Sé que él realizaba inversiones inmobiliarias con unos primos”, detalló Arroyo Salgado cuando habló de la cuenta.
Hasta ahora, en la causa judicial no hay detalles sobre cuánto dinero hay en el Merrill Lynch ni se sabe si es una cuenta declarada. En principio, todo indica que no hay registro en la AFIP y se habla de varios centenares de miles de dólares. Habrá que verificarlo.
Cuando la modelo Florencia Cocucci fue a declarar, el diálogo resultó sorprendente:
–¿Quién pagó el viaje en primera y los gastos en Cancún? –preguntó la fiscal.
–No sé, todos los arreglos los hizo Alberto –contestó la modelo.
–¿Pero entonces pagó él?
–No sé.
–A ver, ¿pagó usted el pasaje y los gastos en Cancún?
–No, la verdad que no –redondeó Cocucci.
En aquella escapada de noviembre, Nisman viajó a Cancún con Cocucci y con otra chica, una modelo contratada en la fiscalía. Sólo los pasajes costaron cerca de 12 mil dólares.
Sin embargo, lo más impactante es que Nisman no pidió vacaciones para irse a las playas con las dos modelos. Según los registros, durante todos esos días de noviembre estuvo trabajando. Esto significa que durante el tiempo de playa y sol, él cobraba su sueldo habitual y, además, se le iban a liquidar, por separado, las vacaciones, porque en forma oficial nunca se las tomó. Viajaba al Caribe o a Europa pero en los papeles figuraba que estaba trabajando. Por lo que se ve hasta el momento, durante todo 2013 y 2014 realizó varios viajes de placer con distintas modelos. Ninguno figura como período de vacaciones ni hay pedidos de licencia.