Finalmente el tan esperado, y promocionado, encuentro entre Domingo Amaya,  intendente de San Miguel de Tucumán y el diputado nacional José Cano se produciría la próxima semana. Así lo hicieron conocer operadores políticos de los candidatos a gobernador quienes también salieron a bajar las expectativas respecto del anuncio de una alianza electoral.

La reunión se dará bajo el paraguas de avanzar en un pacto de gobernabilidad para fijar políticas de Estado para los próximos años, fórmula que permite cualquier alquimia política a la hora de las explicaciones y las especulaciones. En realidad, más que las palabras en caso de que no haya un anuncio explosivo, lo más importante es la foto de dos contendientes de peso para suceder al gobernador José Alperovich y hacer morder el polvo de  la derrota a su delfín Juan Manzur.

Quien comenzó a preparar el terreno para la reunión es el radical Cano, quien estuvo de campaña por Amaicha del Valle. "Hay que consensuar políticas de Estado. Perdimos diez años de presupuestos millonarios, pero tenemos la potencialidad para hacer de esta una gran provincia. Debemos recuperar el orgullo de ser tucumanos", expresó. De esta manera pasó la pelota al campo del amayismo, donde seguramente la recibirá con entusiasmo Germán Alfaro, secretario de Gobierno de la intendencia y uno de los principales impulsores de arreglar con el Acuerdo Cívico y Social (ACyS) de Cano.

Durante sus recorridas, Cano suele atacar a Alperovich y sus funcionarios, mientras que Amaya no está en la mira del candidato. En los Valles Calchaquíes no se privó de pegarle al gobernador y disparó: "Aunque el Gobierno se enoje o lo niegue, hay una realidad de pobreza y abandono que castiga a miles de tucumanos. Recorrer la zona de Amaicha del Valle y encontrarse con una mujer como Justina, que desde hace 50 años que tiene un diagnóstico de diabetes pero vive sin servicios básicos, es la confirmación del fracaso de un modelo de Estado incapaz de pensar en la gente. Hay que cambiar".

En su actividad proselitista, Cano visitó a doña Justina (foto), una mujer de 75 años que vive en una casa ubicada a varios kilómetros del poblado. Tiene diabetes, pero no cuenta con seguimiento médico y tampoco con electricidad. "El Estado debe proteger a esta gente e incentivar que vivan aquí. Pero en condiciones dignas, no abandonados a su suerte", dijo.