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Generación Dorada, gracias

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Un grupo de jugadores apareció. Durante quince años le dieron a la Selección Argentina, títulos y un lugar en la historia del básquet. Hoy se despiden pero su legado será eterno.

El Mundial de 1998 había una pálida imagen más del equipo argentino en mundiales de básquet con Marcelo Milanesio en sus últimos años de básquet. Pero en ese equipo había un par de jugadores que estaban naciendo en la Liga Nacional de Básquet.

Hugo Sconochini, Fabricio Oberto, Juan Espil, Ruben Wolkowyski, Alejandro Montecchia, Pepe Sánchez y Emanuel Ginóbili. Ellos fueron parte de ese conjunto albiceleste dirigido por Julio Lamas que cayó ante Yugoslavia en los cuartos de final. Allí terminaba una camada pero empezaba otra muy distinta.

En el Torneo FIBA América de 2001, disputado en Neuquén ese grupo se llevó el torneo de punta a punta, con un nivel de juego admirable y muchos dieron cuenta que allí había un material impresionante. Un joven Manu Gióbili ya jugaba y era figura total del Kinder Bologna.

En el 2002, Argentina viajó a Indianapolis para disputar el mundial. Allí había una sensación especial. Ganó el torneo sin problemas. No tuvo rivales e incluso fue el primer equipo en vencer al Dream Team en un partido inolvidable por 87-80.

La suerte no estuvo del lado argentino y en la final, Yugoslavia se quedó con la victoria con un polémico arbitraje. Pero la segunda colocación marcaba algo muy importante para el básquetbol albiceleste. El próximo gran compromiso serían los Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004. Manu Ginóbili fue el gran dueño de ese equipo que hizo una pirueta mágica ante Serbia para ganar el primer partido.

El equipo finalmente obtuvo la medalla dorada, algo inigualable para el deporte argentino. Era la confirmación del nacimiento de un grupo de jóvenes que había logrado lo máximo. Ese equipo tuvo una aprobación del pueblo argentino. Colocó al básquet en un lugar poco habitual, casi a la altura del fútbol.

Luego vino el Mundial de 2006 en Japón, el bronce en los Juegos de Beijing 2008, 5° puesto en el campeonato del mundo de 2010 en Turquía, el 4° puesto en los Juegos de Londres. Una serie de títulos y laureles casi impensados para propios y ajenos sobre un equipo de básquet argentino.

Luego, cada historia particular es diferente. Tener cinco representantes argentinos en la NBA al mismo tiempo (Emanuel Ginobili, Andrés Nocioni, Luis Scola, Carlos Delfino y Walter Hermann), muestra la dimensión de lo que se produjo en el básquet nacional. Estos hombre, jóvenes que demostraron lo que es jugar en equipo, dieron una imagen de lo que significa el compromiso, la solidaridad, el hambre de ganar, las ganas por defender la camiseta de la su Selección en cada compromiso. Por eso, este equipo argentino deja un legado enorme.

Ahora será el turno para que ellos lo vean desde afuera y acompañen a la próxima generación de jóvenes. Por todo eso y todo lo que hicieron, el agradecimiento es enorme. El placer de haberlos visto jugar, de haberle regalado al deporte argentino todo lo que hicieron es sagrado. Generación Dorado, la historia es suya y no hay palabras. Solo aplausos y un hasta siempre enorme.