La falta de índices económicos favorables para exhibir durante la campaña hace que deban buscar otras estrategias políticas si tienen intenciones de ganar en octubre. Con este objetivo, Macri decidió demorar su plan económico y aplicar un ajuste con mayor "gradualismo".
No es casual entonces que el aumento de tarifas del gas, que se cree podría alcanzar un 180%, se desdoblará en tres tramos: abril, noviembre y abril de 2018, con la intención de minimizar el costo político.
Siguiendo este rumbo es que no se aplicarán aumentos en el transporte público de pasajeros hasta después de las elecciones. Sólo podría haberlos a fin de año o en 2018. Además, se le pondrá un techo del 23% a la suba de la tarifa del agua, algo que se anunciará en los próximos días.
La idea de moderar el ajuste, aceptada por el Presidente, fue de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. La prioridad para la mandataria -y también para Cambiemos- es ganar como sea las elecciones de la provincia de Buenos Aires, en las que Macri se jugará gran parte del poder para gobernar. Así, el plan para “equilibrar” el contexto macroeconómico del país quedará en stand by hasta después de octubre.
Con esa estrategia comulgan también el ministro del Interior y Obras Públicas, Rogelio Frigerio; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y los socios de la UCR y de la Coalición Cívica, que lidera Elisa Carrió.
El "ala política" de Cambiemos aprendió de los errores recientes, que le costaron gran parte de su imagen positiva frente al pueblo. Es por eso que también se descartan subas inminentes en combustibles y en energía eléctrica.
Seguramente el discurso finamente elaborado por el asesor presidencial Jaime Durán Barba buscará polarizar con la ex presidenta Cristina Kirchner y transformar las elecciones en un plebiscito entre el "cambio" y el viejo "populismo". No obstante, la mayor estrategia, por lo menos la que puede darle mayores resultados, será promover la mayor fragmentación posible del peronismo. Sabe que las internas en el PJ son la mayor debilidad de la oposición, y allí apuntará todas sus armas.
En el plano social, el Presidente deberá enfrentarse a la posibilidad de un paro general de los sectores más resistidos del sindicalismo, con la misión de sobrevivirlo con el menor impacto posible sobre su imagen. Para ello, convocó el martes próximo a los sindicatos más golpeados por los despidos debido a las importaciones: UOM, Smata, textiles, calzado y cerámicos. Según trascendió, ofrecerá medidas para palear la crisis de los trabajadores de la industria nacional, al menos por unos meses. Luego de las elecciones continuará con su plan de “reordenamiento” económico sin mirar hacia atrás. Pan para hoy, hambre para mañana.
