Aunque hubo una leve mejora interanual en el coeficiente de Gini, la desigualdad se mantiene como un problema estructural, exacerbado por disparidades de género, informalidad laboral y dificultades de acceso al empleo.
El coeficiente de Gini, un indicador clave de desigualdad, se situó en 0,435 durante el primer trimestre de 2025. Si bien esto representa una ligera reducción respecto al 0,467 del mismo período en 2024, marca un leve deterioro en comparación con el 0,430 registrado a fines de 2024. En la práctica, esto significa que la distancia entre los ingresos del 10% más rico y el 10% más pobre de la población se mantuvo en 15 veces, sin cambios significativos respecto al año anterior y con un ligero aumento frente al último trimestre de 2024, que estuvo influenciado por el cobro del aguinaldo.
El informe revela una persistente concentración de ingresos en los sectores de mayores recursos. El ingreso promedio per cápita de la población económicamente activa fue de $541.198, pero la mediana se ubicó en $397.500. Esto indica que la mitad de la población percibe ingresos por debajo de ese monto, evidenciando una fuerte asimetría en la distribución.
Al desglosar por estratos sociales, la disparidad es aún más clara:
El estrato bajo (deciles 1 al 4) tuvo un ingreso promedio de $290.260.
El estrato medio (deciles 5 al 8) alcanzó $794.063.
El estrato alto (deciles 9 y 10) superó los $2,1 millones mensuales.
Es importante destacar que los ingresos de los sectores más altos suelen estar subestimados en estas estadísticas debido a la baja declaración en las encuestas.
Disparidades laborales y de género
La informalidad laboral sigue siendo un motor clave de la desigualdad. Mientras el ingreso promedio para la población asalariada fue de $824.242, aquellos que cotizan al sistema jubilatorio percibieron en promedio $1.011.640, casi el doble de los $483.243 que cobraron quienes no tienen descuento jubilatorio.
La brecha de género también se mantiene significativa. Los varones tuvieron un ingreso promedio de $1.003.072, frente a los $710.703 de las mujeres, lo que representa una diferencia de casi el 30%.
Impacto en los hogares más vulnerables
El informe del INDEC advierte sobre un preocupante aumento en la cantidad de personas sin empleo y sin ingresos en los deciles más bajos. Esto significa que los hogares con menos recursos son los más afectados por la desocupación y la informalidad, profundizando la desigualdad estructural.
A nivel agregado, la suma total de ingresos de la población de referencia alcanzó los $16,15 billones, un aumento interanual del 133,6%. Sin embargo, este incremento está influenciado por la baja base de comparación del primer trimestre de 2024, un período marcado por la devaluación y la aceleración inflacionaria post-cambio de gobierno.
Finalmente, el informe detalla que los ingresos laborales representaron el 77,9% del total. El 22,1% restante provino de fuentes no laborales como jubilaciones, pensiones, subsidios, alquileres y ayuda de otros hogares. Es notable que, en los hogares más pobres, los ingresos no laborales constituyeron hasta el 61,2% del total, una cifra muy superior al 12,3% registrado en los hogares de mayores ingresos, lo que subraya la vulnerabilidad y dependencia de ayudas externas en los sectores de menores recursos.