A partir de la suspensión, la situación escaló sin control. Dirigentes del club local intentaron irrumpir por la fuerza en el vestuario de los árbitros, profiriendo amenazas e insultos. Simultáneamente, la hinchada desató una violenta arremetida, lanzando piedras, botellas y diversos objetos contra el personal policial que custodiaba el sector. La Guardia de Infantería tuvo que intervenir con maniobras disuasivas para dispersar a los agresores.
El saldo de la violencia incluyó dos efectivos policiales con heridas leves causadas por los cascotes. Además, la Policía reportó que la violencia de los simpatizantes dificultó el ingreso de la ambulancia al campo de juego para atender a los posibles heridos.
El grave episodio ya se encuentra en manos de la Unidad Fiscal de Homicidios y Atentados contra las Personas, que ha solicitado las declaraciones de los árbitros y ha ordenado los exámenes médicos pertinentes para los uniformados lesionados.
Este nuevo suceso de violencia pone una vez más al fútbol tucumano bajo la lupa, en un contexto de constantes hechos violentos y cuestionados fallos arbitrales que lamentablemente están afectando el desarrollo normal de los torneos.
