Inicio / Derechos Humanos / A 36 AÑOS DEL GOLPE

Visitas guiadas a la ex Esma: un ejercicio colectivo de la memoria

- -
Un grupo de jóvenes guías, de entre 25 y 35 años, acompaña el durísimo recorrido por el casino de oficiales de lo que fue el centro clandestino de detención de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA)

Fue el centro clandestino de detención de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), el más emblemático de los que funcionaron durante la última dictadura cívico-militar-, con una propuesta pedagógica que invita a involucrarse en el ejercicio colectivo de la memoria. "El desafío es promover la participación del público en la construcción de un relato histórico que solo se logra con el ejercicio colectivo de la memoria", dijo a Télam Celeste Abrevaya, durante un encuentro que mantuvo Télam con parte del grupo de guías, que coordina Mariana Croccia.

Las "visitas guiadas" dependen del área Programas y Actividades, a cargo de María Prince del Espacio de la Memoria, un ente público autárquico y tripartito integrado por un representante de Nación, de la Ciudad de Buenos Aires, y de los organismos de Derechos Humanos, y buscan ayudar a comprender un período histórico en el que el Estado reprimió y desapareció a 30.000 personas en todo el país.

El recorrido, del que participó Télam el 12 de marzo pasado junto a unas 30 personas, se realiza por el casino de oficiales, uno de los 35 edificios del emblemático predio ubicado sobre Libertador, en el barrio porteño de Núñez, donde permanecieron cautivas, fueron torturadas, sometidas a trabajo esclavo y trasladadas para su eliminación, más de 5.000 personas durante todo el período que duró la dictadura.

"Este lugar es hoy un edificio vacío, monumento histórico y prueba material de las causas que investiga la justicia argentina contra los represores de la última dictadura militar (1976-1983)", informa antes de ingresar al casino de oficiales el guía Mariano Marracá.

Para precisar enseguida: "La información que conocemos de este centro sale del testimonio público de los sobrevivientes, lo que también permitió a la justicia condenar, en el marco de la mega causa Esma, a los primeros 15 represores de este centro clandestino, dependiente de la Marina".

En ese marco, el grupo de vistantes, integrado por empleados no docentes de la Universidad de Buenos Aires agrupados en APUBA, recordó a María Cristina Lennie, una trabajadora de la Facultad de Medicina, que estuvo secuestrada en ese centro clandestino.

A pedido de uno de los participantes del recorrido, todo el grupo le ofreció un cálido aplauso en el lugar llamado "capucha", un altillo en el que los secuestrados permanecían acostados o sentados, con los rostros tapados, esposados y con grilletes, en un espacio mínimo, separados uno de otro, por tabiques de madera.

Tras la visita, Celeste Abrevaya describió a Télam que "la función de los guías no es desarmar un discurso que se instaló en el sentido común durante 30 años, sino provocar interrogantes en torno a cuestiones como la teoría de los "dos demonios" o la teoría de las "víctimas inocentes".

La joven guía aseguró que al concepto de "terrorismo de Estado" se llega después de comprender la función del poder político en este plan sistemático y que son las preguntas, muchas veces de los más jóvenes, las que provocan las reflexiones más profundas.

Pablo Vialatte, otro de los guías del equipo, coincidió en que las preguntas más básicas como "para qué los secuestraban son disparadores eficaces para abrir una reflexión y construir entre todos esa verdad histórica que proponemos".

"El trabajo de memoria ayuda a entender que hubo un proyecto militante expresado de distintas formas por distintas organizaciones que fue combatido por otro proyecto económico y político", reflexionó el guía.

Para el guía Diego Bandieri, "no es que contamos la historia de lo ocurrido en el más grande centro clandestino de detención y exterminio del país, sino que somos parte de un ejercicio colectivo de memoria que funciona también como catalizador de otras voces".

"Quedo agotado con cada visista pero realizado. La visita es en sí un grupo que estrecha lazos por el lapso de tres horas. A su término, ese grupo deja de serlo, como tal. Pasan cosas fuertes durante el recorrido", sostuvo el guía, quien explicó que se disparan historias personales que él relaciona con lo que leyó y conceptualizó y que le sirven para una próxima visita.

Para Abrevaya, "es imposible no sentirse ligado en lo personal y en lo político" a la historia que dejó en el lugar "verdaderas marcas pero, justamente, la idea es ayudar a no quedarse en el horror por el horror mismo".

"La visita no se apoya en la tristeza. Si eso ocurre, cada guía tiene que ver qué pasa. Para eso también funcionamos como grupo, nos apoyamos, nos respaldamos. Incluso tuvimos una asistencia psicológica en un momento, además de las terapias que cada uno pueda hacer por su lado", explica Vialatte.

La ESMA fue el centro clandestino de detención y exterminio más grande del país, de 600 centros que hubo, y además el que funcionó durante el período completo que duró la última dictadura militar.

Desde el casino de oficiales y con el sostén del resto de las instalaciones, el grupo de tareas (G.T 3.3.2) creado en 1976, por el entonces almirante Emilio Massera, provocó la desarticulación de las organizaciones populares y la captura y desaparición de 5.000 personas.

En 2004, el predio fue recuperado por el ex presidente Néstor Kirchner para la reconstrucción colectiva de la memoria histórica.

Hoy funcionan allí el Archivo Nacional de la Memoria, el Espacio para la Memoria sobre el Terrorismo de Estado (edificio conocido como "cuarto columnas"), el Espacio cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), La Casa de la Militancia. Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia (H.I.J.O.S.), el Centro Cultural de la Memoria "Haroldo Conti" y la Casa Nuestros Hijos. la Vida y la Esperanza, de Línea Fundadora, entre otros espacios.

Las visitas guiadas se realizan todos los días, con excepción de martes y domingos, para mayores de 16 años y hay que pedir turno al correo electrónico [email protected] o al teléfono 4704-7538. Y cuando hablan del amor, explicita, "es menos romántico que el de los hombres. Creo que cuando las mujeres hablan de estos temas es para quitarle de encima ese polvo color de rosas y ponerlo a carne viva: que sea sangre, que sea real".

Al momento de escribir poemas, la brasileña cuenta que si está con proyectos de ficción es "casi imposible que haga poesía porque el alma, la cabeza y la mirada están volteadas a otro tipo de literatura. Mientras que para la cordobesa "es más azarosa y aparece ligada a momentos de mucha conmoción, de sentirme más a la intemperie".

Entre sonrisas, mutua admiración y saludos a la gente, Colasanti reflexiona sobre las tópicos que acarrean sus poemas: "no soy yo quien debe decir eso, pero a veces hay temas que están casi ocultos, se entretejen con otros y el autor no se da cuenta".

"Lo que si sé es que en todo mi trabajo hay una serie que aparece siempre: he escrito mucho sobre ovejas y lobos. No tengo idea por qué pero simbólicamente tiene alguna conexión conmigo que desconozco y que tampoco quiero indagar. Ya no sé qué hacer con ellos, me persiguen. ¡Maldito corderito!", ríe.

Como lectoras del género poético, las mujeres analizan cuándo un poema tiene ese color que las apasiona. La cordobesa imagina que está relacionado con "la memoria, la sorpresa y el regocijo", en tanto que para la brasileña "un buen poema es el que emociona por la forma y el contenido. Me gusta la poesía que dice algo de una manera inesperada".

Andruetto fue la responsable de la traducción al español de algunos escritos de Colasanti como "Muerte bajo el sol", "Frutos y flores", "La chica de perfil","En una casa a orillas del campo", entre otros.

Una docena de esos poemas fueron leídos ante más de 300 personas en un Cabildo a cielo abierto que viajó por la sensualidad, la juventud, los hombres y los recuerdos memoriales.

"Traduje sus textos no porque sea una traductora profesional sino que tiene que ver con un acto de amor a su poesía. Fue una experiencia deliciosa que recuerdo como meses de un regocijo enorme. Cuando te gusta un autor hay una correspondencia entre quien traduce y es traducido, un deseo de ser como el otro", considera.

Como "la poesía es un habla del alma", queda esencialmente implícita una "identificación, una facilidad de tránsito", refuerza su colega y amiga, nacida en 1937 y ganadora por "Passageira em trânsito" del premio Jabuti, una de las dos distinciones literarias más importantes de Brasil.

Para Andruetto el universo literario de Colasanti es de "una riqueza enorme. Lo privado y lo público dialogan desde lo más intimo todo el tiempo. En su obra hay una mirada que carece de ostentación, la búsqueda está en la hondura de la mirada misma. Y en su poesía se ve un erotismo de mujer, muy audaz y potente".

En un desplazamiento a latitudes limítrofes, Colasanti ilustra que la poesía brasileña está en un momento de "gran intensidad". Cuando era joven -continúa- "cada uno tenía su repertorio, sabíamos poemas de memoria. Cuando descubrimos a García Lorca hacíamos duelos en los bares. Hoy los lectores de poesía se ven un poco solitarios, eso creó un vacío que se está intentando llenar".

Así dispara contra el "feudo" que es la poesía, "con dueños que se pelean entre sí. Una lucha por el lugar y un deseo de ser el mejor poeta del país ¡como si eso fuera posible!", ironiza. "Es la lucha por el poder literario, pequeño en relación al poder en general, pero donde suceden las mismas disputas", dice Andruetto.

La brasileña explica que en su país "estuvo muy centralizada la poesía y hoy día ya no. Hay un espacio más grande fuera de los grandes centros. Internet y nuevas editoriales ayudan muchísimo a cambiar la situación".

Andruetto contrapone aquella poesía con la local: "Argentina estuvo más repartida a diferencia de Chile y Brasil, en esos casos se produjo un acaparamiento de la palabra que terminó siendo dañino para la literatura", y menciona a Pablo Neruda.

Más allá de las diferencias regionales y generacionales, "una historia no se agota, se multiplica. Estamos narrando las mismas cosas desde que el mundo empezó, que se desdobla en otras y otras...Basta que cambie la luz para que todo cambie", concluye Colasanti.