"Con el estigma a otra parte". Con ese lema, la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) ha vuelto a poner sobre la mesa el debate de la regularización de la prostitución en Argentina. Y lo ha hecho con una iniciativa original: reclamando que las trabajadoras sexuales puedan emitir facturas a sus clientes con el detalle del servicio prestado. En la campaña de comunicación que han lanzado estos días en Buenos Aires no han faltado los modelos de recibos que comenzarían a repartir: "Servicio Sexual Completo, Francesa, Convencional, Servicios para parejas, Fantasía con dos participaciones" entre muchos otros. La Hacienda argentina ya se frota las manos, consiga el diario español El Mundo.
Para las representantes de Ammar, (nucleadas dentro de la
CTA de Hugo Yasky) que no se cansan de repartir sus modelos de facturas
(lo hicieron el pasado 1 de mayo, con motivo de la celebración del Día del
Trabajador, y lo hacen este martes en el Obelisco porteño), la campaña busca
que se visibilice su trabajo. "Es un trabajo como cualquier otro y quienes
lo ejercemos somos también trabajadoras con derechos y obligaciones",
explica Georgina
Orellano, secretaria general de Ammar: "A muchos
quizá les parezca sorprendente recibir una boleta (factura) con un servicio
sexual, pero buscamos de esta forma eliminar el
gran estigma que existe hacia nosotras y hacia nuestro trabajo".
Para que los líderes de opinión (políticos,
sindicalistas, empresarios) vayan tomando nota (del reclamo, no de los
precios), las delegadas de Ammar les han hecho llegar algunos recibos con precios simbólicos.
Así, el recurrente "francés" tiene un costo de 200 pesos (unos 20
euros), mientras que por un "servicio completo", la tarifa es de 500
pesos (50 euros). Aunque no se especifica, se entiende que el IVA ya estaría incluido.
La lucha de las prostitutas argentinas para que se
reconozcan sus derechos viene de lejos. La asociación que agrupa a las
meretrices argentinas se fundó en 1995 y desde entonces reclama la
aprobación de una ley del trabajo sexual que les conceda los mismos derechos
que ya tienen el resto de los trabajadores. "Mientras no esté regulado el
trabajo sexual, va a persistir la violencia institucional contra nuestro
sector", señala Orellana,
que se presenta como legisladora al Parlamento de la ciudad de Buenos Aires.
En Argentina la
prostitución no está prohibida pero tampoco está legalizada. Existe
un vacío legal que, según Ammar, deja a las trabajadoras sexuales
estigmatizadas ante la sociedad. "Se confunden delitos como la trata de
personas y el proxenetismo con actividades lícitas como el trabajo sexual de
mujeres mayores de 18 años que ejercemos por voluntad propia", sostienen
en la asociación.
Hace dos meses, con motivo del Día Internacional de la
Mujer, las prostitutas argentinas ya le enviaron una carta abierta a la
presidenta Cristina Fernández de
Kirchner en la
que reclamaban la aprobación de una ley del trabajo sexual autónomo.
"Nos ganamos la vida dignamente paradas en la esquina de un barrio, en un departamento privado, bailando en cabarets o sirviendo copas para llevar el sustento a nuestras casas, a nuestros hijos. Contamos con distintas realidades pero con una identidad laboral común, real y concreta: todas somos mujeres trabajadoras sexuales autónomas", rezaba la carta, que estaba encabezada con una cita de Eva Perón, referente político de la mandataria argentina: "Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública, y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico de la sociedad".