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Convierten la ceniza contaminante de los ingenios en ladrillos ecológicos

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Ladrillo ecológico Ampliar
Desde hace más de una década, en Tucumán se trabaja en la elaboración de ladrillos a través de cenizas recicladas obtenidas de las calderas de ingenios azucareros.
Desde diferentes sectores involucrados en el proyecto aseguran que las ventajas de este tipo de alternativas, tanto desde el punto de vista ambiental como económico, son importantes.

Impulsado por el arquitecto Darío Cazón en 2004, el ladrillo a base de cenizas vegetales adquirió tal impulso que, antes de fin de año, una ley podría exigir que sean utilizados en el diez por ciento de las obras públicas de la Provincia a partir de acuerdos con diferentes organismos, incluido el Instituto Provincial de la Vivienda (IPV). 

“Estamos trabajando en el proyecto de ley el cual involucra como muchos factores. Tenemos en mente que, en un primer momento, el diez por ciento de la obra pública de Tucumán se haga con este tipo de ladrillo. En diez años, intentaremos que sea el treinta por ciento. Para una primera etapa necesitamos que se produzcan, aproximadamente, 7.5 millones de ladrillos para llegar al cupo inicial que nos proponemos. Por eso necesitamos que más sectores se sumen al proyecto. Esto está abierto para cualquiera que desee invertir, incluidos los ingenios que producen la ceniza”, afirmó el legislador Emiliano Vargas Aignasse, impulsor de la iniciativa a través de la comisión de Medio Ambiente.
  
El primer ingenio en sumarse a este propósito fue La Trinidad, en 2011. La ceniza que se obtiene de las chimeneas de esta fábrica azucarera es filtrada y, tras su compactación, es mezclada con componentes aglutinantes de zilicatos  y aluminatos. El prensado está a cargo de la cooperativa Inproda. 
 
Este desarrollo permitió que el año pasado, tras una serie de estudios, se construyeran dos módulos habitaciones en Aguilares, uno de ellos perteneciente a un beneficiario del plan Procear. El objetivo, en este sentido, es acordar con la Secretaría de obras Públicas de la Nación para que diferentes proyectos habitacionales en todo el país tengan un cupo asignado para este tipo de ladrillos. 
En paralelo, para lograr competitividad, en la Legislatura se intentará lograr acuerdos para que el producto, una vez establecido en el mercado, cuente con un IVA diferenciado en torno al 10,5%. 

Una alternativa ambiental al ladrillo tradicional 

Los bloques de ceniza, a diferencia de los habituales, no necesitan ser cocidos en hornos, por lo tanto, no utilizan materia prima para generar el calor que cuece al ladrillo común. 
Otra diferencia significativa es que, para fabricar ladrillos comunes, se utilizan tierras aptas para agricultura y ganadería dejándolas inservibles para su uso posterior, mientras que los ecológicos solo demandan la ceniza de los ingenios. 

“Hoy la construcción de ladrillos es muy informal. Se usa una gran cantidad de agua potable que  ni siquiera se paga. Para hacer ladrillo común se utiliza un litro de agua por cada  unidad. En Tucumán se hacen 150 millones de ladrillos al año. Esta propuesta también involucra un ahorro importante de agua ya que demanda mucho menos consumo para su elaboración”, explicó Vargas Aignasse. 


La organización Conciencia Ambiental avaló la iniciativa. “Quisimos interiorizarnos para ver de qué se trataba esto. Sabemos que varias entidades técnicas acreditaron la viabilidad de este proyecto y resaltaron sus beneficios desde el punto de vista ambiental. De esta forma, así como somos críticos de cada aspecto que atente contra la naturaleza también daremos apoyo a lo que sea beneficioso para la ecología”, resaltó Pedro Martínez, referente de la ONG. 

“Los informes sostienen que estos ladrillos tienen más durabilidad y resistencia que los comunes. Incluso, son mejores aislantes térmicos y acústicos; consumen menos agua, menos tierra fértil y su producción es menos contaminante. Además, apoyamos el proyecto ya que se intenta dar un uso económico a las cenizas de los ingenios que dañan seriamente a la atmósfera. Es un paso adelante”, agregó Víctor Hugo Guardia. Por Esteban Stanich