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Textos para Alberta

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Un grupo de feministas le dicen “Alberta”-entre ellas- al presidente Alberto Fernández, como gesto de cariño y afecto por su apoyo a las luchas de las mujeres. Me resultó inspirador por eso lo uso. En marzo, segmenté mis Apuntes de crisis sobre la pandemia y edite 10 PFD que envié, entre abril y mayo, a un grupo de amigues y colegas. Algunes de ellos me pidieron que siga haciendo estas “notas”. Un aporte para salir de los debates mediocres. Se autoriza su publicación, reenvíos, cambio de firma y tergiversación del contenido. Ampliar
Este es el inicio de otras diez entregas: “Textos para Alberta”, segunda temporada. Mientras esperamos a la primavera en el Sur. No te rindas, más aún si como yo, vivís en el AMBA. Por Dardo Fernández.
Trece:

Tal como dijimos en los Albertas 1 y 5, el primer gran acierto del Presidente de la Nación fue haber dado un paso al frente al asumir como propia la “crisis del coronavirus”. Y haber armado un sistema de consultas con un grupo de expertos- mayoritariamente epidemiólogos- y con los gobernadores, sea cual fuera su origen partidario. Ese sistema de toma de decisión, ha sido el corazón de la credibilidad del mandatario. Y de la efectividad de sus discursos. Pero a la vez, observamos que conceptos y lenguajes que son propios de los “científicos” (me gusta más ese apelativo que “expertos”) fueron trasladados a la comunicación política, lo cual, a nuestro modo de ver, genera inconvenientes y confusiones.


Hay un lenguaje que es científico que resulta No comunicable para un político. Aquí los ejemplos más reiterados: Es un error comparar resultados de Respuestas a la crisis en Argentina con las que dieron otros países. Los científicos comparan resultados todo el tiempo entre territorios, países y continentes porque forma parte de una práctica profesional. 


Pero esa práctica comunicada por un “político” obtiene resultados bien distintos. Genera incordios con países vecinos; una sensación de “macabra” competencia en resultados y en un mundo globalizado el discurso termina generando dolores de cabeza a nuestros diplomáticos. Ante una pandemia lo que se debe generar es cooperación internacional. Y no competencia. Finalmente un buen político sabe que los sistemas sanitarios son distintos entre países, los gobernantes tienen ideologías diversas, y la idiosincrasia de los pueblos desalienta estas comparaciones. Anunciar un “pico” que nunca llega tiene efectos contraproducentes. Los científicos hacen proyecciones, buscan adelantarse a situaciones conflictivas. Esos estudios enunciados por un “político” se transforman en un relato que genera alarmismo o se sospecha de su uso como una herramienta de “terror” por parte del Poder. 


La experiencia en Crisis demuestra que sabremos que pasamos el “pico” varios días o semanas después cuando comience el “descenso” de casos. Y así y todo, habrá que ser prudentes porque hay crisis que son “cíclicas”, o sea que vuelven, o como en el caso de una pandemia existen los rebrotes. Anticipar para tal día o semana que llegaremos a un “pico” es alentar en el imaginario colectivo que estamos cerca del comienzo del final de la crisis. Y eso es un grave error, porque nadie sabe a ciencia cierta cuándo llegaremos al “pico”…hasta que haya pasado. En el caso de la Argentina, genera además en la memoria de nuestra sociedad cierta semejanza con el relato macrista de la “luz al final del túnel”, “los brotes verdes” o “el segundo semestre”, usados como sinónimos de baja de la inflación o reactivación de la economía. Y que nunca llegaron. 


Los “picos” tienen nombre y apellido y domicilios determinados. Otra consecuencia de resaltar la sensación de que habrá un “pico” no solo es que no sabemos cuándo se producirá sino que tampoco dónde. Un desborde del sistema sanitario se produce en una ciudad, en una localidad o cuanto mucho en una región. E impacta en contados hospitales o clínicas de esos lugares. No existe el “pico” del sistema sanitario nacional. En Italia fue en Lombardía, en Estados Unidos en Seattle; en Ecuador en Guayaquil. Por lo cual, no sirve de nada dar por garantizado ante la opinión pública “camas con respiradores”, porque allí donde se produzca un brote o rebrote inesperado nadie puede garantizar que habrá el equipamiento indispensable.


El uso de los indicadores científicos y su enunciado político. Los científicos aman a los indicadores, desde las simples barras y tortas hasta las proyecciones matemáticas de modelos inteligentes. A los científicos les permite –entre otras cuestiones- comparar evoluciones. Alberta empleó desde el comienzo de la crisis la tasa de “velocidad de contagio” y en función de ella estableció límites que ubicarían al país en una determinada fase del uno a cinco, según cuantos días tarda en duplicarse la cantidad contagiados. 


Un solo indicador para todo el país demostró que era insuficiente: 19 provincias llegaron en el otoño del 2020 a la fase 5 de nueva normalidad. Y el AMBA (Capital más 40 municipios) quedaron en la fase 3. En el medio, casos como el sur de Resistencia (Chaco), Bariloche (Río Negro) resultaban oscilantes. Aún no comenzó el invierno en la Argentina (época en la cual el virus pregna y circula más) y ya hay varias provincias que toman medidas para volver “a la nueva normalidad” con aperturas totales. 


Enamorarse de los indicadores, hacer de ellos el centro del discurso del Mandatario es un enorme riesgo, porque pueden fallar. No tienen valor predictivo. Y no miden territorios tan extensos. Antes de recurrir a uno hay que analizar varios. Y elegir varios y nunca uno solo para la comunicación política. Esos indicadores deben ser comunicados por voceros técnicos, nunca es recomendable que lo haga un Presidente. Si falla el Indicador, falla el técnico. Pero Nunca debe fallar un Presidente. 


En los próximos Albertas, veremos entonces algunas respuestas a esta pregunta que tal vez el Lector se está haciendo: ¿Pero cómo hacen otros Mandatarios en el Mundo para ensayar discursos y no caer en estos pifies? ¿O también incurren en estos errores comunicacionales? ¿O en otros? Finalmente recordemos a Max Weber: los médicos buscan preservar las vidas y atenuar el dolor. El político requiere de pasión y mesura para una prolongada y ardua lucha contra tenaces resistencias para vencer . El lenguaje no es el mismo.


http://www.primerafuente.com.ar/noticias/86395/tiempo-compartir (Es tiempo de compartir- diez capitulos)


Doce: 


Discurso. El 4 de junio, el Presidente hizo uso de la palabra por séptima vez. Fue la tercera ocasión en que repitió la misma escenografía flanqueado por los jefes de Estado, porteño y bonaerense. Un análisis de todos sus discursos oficiales muestra que se trató de su mejor performance. Algunas razones son: Pronunció un discurso corto (16: 30 minutos, de hecho el más corto de todos salvo el primero del 12 de marzo que duró sólo 6 minutos). Sorprendió al mostrar por primera vez un video diagnóstico muy didáctico (2: 40 minutos), presentó 4 placas con indicadores (Casos confirmados acumulados; Fallecidos por millón de habitantes; Duplicación de casos al 1 de junio; Comparación de casos confirmados por departamentos de residencia). Luego describió las dos etapas en que se encuentra todo el país: en ASPO y en Distanciamiento Social; recordó las condiciones epidemiológicas; hizo las recomendaciones ciudadanas de siempre, recordó las medidas económicas que se implementan por la emergencia y cedió la palabra a los otros jefes de Estado. El único desliz lo cometió al final, cuando después de darle la palabra a Horacio Rodríguez Larreta lo interrumpió al darse cuenta que se olvidó de anunciar que la cuarentena (para la zona ASPO) se prolongaba hasta el 28 de junio próximo. 


Cambios en el eje y los indicadores. Desde la comunicación, el Presidente cambió el eje principal, que hasta aquí eran las cinco fases (discurso del 26 de mayo). Ahora – que el país según ese esquema estaría repartido entre las fases 3 a la 5) cambió y presentó a todo el país en dos situaciones: ASPO por un lado (AMBA, Gran Córdoba, sur de Chaco; algunas ciudades de Río Negro y Trelew)) y Distanciamiento (18 provincias precisó). De igual forma, el 10 de abril usó por primera vez un solo indicador científico para mostrar la “evolución” de la pandemia: la tasa de duplicación de infectados por día (en la Alberta 6 advertimos de no enamorarse de un solo indicador).


El 26 de mayo comenzó a usar cuatro indicadores. Y se confirmó lo que alertamos entonces: el indicador de tasa de duplicación se volvió negativo (15,5 puntos porcentuales a la fecha) debido al avance de la pandemia: a más flexibilizaciones más contagio muestra el indicador. O sea que ese índice total país que el Presidente usó durante dos meses ahora muestra un retroceso de la Argentina en relación al virus a iguales números de abril de este año cuando todo el territorio nacional estaba en fase 3, sin flexibilizaciones. Por eso el Presidente le sacó al indicador total país, la performance en el AMBA y de esa forma pudo sostener que la evolución sigue siendo positiva porque el número como lo muestra el mandatario es de 43,8. ¿Y si el 43,8 también empieza a bajar? Los indicadores –de uso habitual en científicos- no son fiables políticamente. El lenguaje y las modalidades científicas no se pueden trasladar a la comunicación política en forma mecánica. Ese será el aporte de la próxima Alberta. 


El cambio de ejes de “las cinco fases” a las “dos situaciones ASPO y Distanciamiento” puede ser conveniente por dos razones si se usan comunicacionalmente: por un lado, para explicar en forma accesible situaciones complejas. Y por el otro, para plantear dos discursos diferenciados: El ASPO es el país de la crisis sanitaria y la cuarentena (15 % del país) y el Distanciamiento es el país de la crisis económica y social (85% del país). Son dos países, dos agendas bien diferenciadas. En ese sentido, el video mostró esa realidad. Por lo tanto, el discurso presidencial debe abarcar a ambas. Por ejemplo, el discurso del Distanciamiento debe incluir economías regionales, coparticipación, producción por poner algunos ejemplos clásicos. De “ambos países” surgirá la agenda pospandemia. 


Viejos “pifies”. El Presidente sigue comparando desafortunadamente la performance argentina con otros países de la región. Pero al menos ahora solo los muestra en las placas pero no menciona a esos países. Aunque sigue siendo un error comunicacional y político, al menos es más prudente. Acertadamente dice que los resultados siguen siendo “buenos” y se confirma que ya no usa la palabra “éxito”. 


¿La Agenda pospandemia cuando el virus se extiende? Pero si la “agenda crisis pandemia o sanitaria” le otorgó –por ahora- alta credibilidad al Presidente y al gobierno por sus mecanismos de consenso y de unidad nacional, la agenda pospandemia impondrá iguales o parecidos niveles de articulación para sostenerse en el renovado escenario de crisis: la económica y social. Finalmente en el último mes, empujado por sectores que reclaman salir de la cuarentena, el Gobierno nacional pone en juego la figura del Presidente de la Nación en esos debates que son secundarios y deben ser dados por funcionarios menores. De igual modo, el Gobierno nacional hace anuncios de Gestión (Vicentín entre otros) y nuevamente recurre a la figura presidencial sometiéndolo a un desgaste innecesario cuando aún no se salió de la emergencia sanitaria. En la Alberta 13 veremos de cómo todo el lenguaje científico se traslada erróneamente a la comunicación política. Pero eso será el próximo número. 


Once 

El 23 de mayo, el Presidente hizo uso de la palabra por sexta vez. Repitió la escenografía, la modalidad y la dinámica de su último mensaje a la Nación. Es decir estuvo acompañado por los dos jefes del Estado, el de CABA y el bonaerense, en una mesa que contenía los papeles de cada funcionario (ahora con dos difusores de alcohol en gel). 


Tras los discursos de cada uno de ellos, se realizó una conferencia de prensa. El discurso le requirió a Alberto algo más de 23 minutos (23:24 exactos); Rodríguez Larreta (11: 26) y finalmente el locuaz Kicillof requirió de casi 21 minutos (20:57). Otra vez Larreta evitó dar detalles de las medidas de restricciones o habilitaciones y se inclinó por anunciar su propia conferencia de prensa, para la mañana siguiente.

 

La sexta conferencia permite adelantar algunos cambios en los discursos del Presidente. Veamos los Cambios positivos, los Viejos “pifies” que persisten y los Nuevos desafíos que emergen en el discurso. Cambios positivos: El virus ya no es mencionado como un “enemigo”. No hay discurso “vulgar patrioteril” (ver Alberta 10). Por primera vez, no considera como “éxito” a la respuesta a la pandemia (ver Alberta 10). Ahora dijo: Buscamos una “solución”, “estamos haciendo las cosas bien”. Amplía la cantidad de indicadores y segmenta (Advertencia en Alberta 5). El presidente ya no habla de “pico” ni da fechas (Alberta 7). Viejos “pifies” que persisten Sigue comparando a la Argentina con otros países y exponen al Presidente a un bochorno. Persiste en usar el lenguaje No comunicable de los científicos (le dedicaré a este temazo el contenido de la Alberta 13). Sigue dando detalles de Gestión que deberían brindar otros funcionarios. El enunciador sigue sin estar en claro: ¿Presidente, Gobierno, Estado o los argentinos? El Presidente y sus colaboradores se acercan a los 80 días de la emergencia, el cansancio aumenta los riesgos de errores humanos (“filminas” fallidas). 



Nuevos desafíos: Como no describe las tres fases en la que está el país (de la 3 a la 5), el discurso se vuelve más porteño y centralista. Apelaciones positivas: “ahora no aflojen”, “si nos unimos en el dolor cómo no nos vamos a unir en la recuperación”. 4 de junio, 2020. 



Lic. Dardo Fernández. 

[email protected] 

twitter: @DardoEfe 

Instagram: @dardofernande

Textos para Alberta
Un grupo de feministas le dicen “Alberta”-entre ellas- al presidente Alberto Fernández, como gesto de cariño y afecto por su apoyo a las luchas de las mujeres. Me resultó inspirador por eso lo uso. En marzo, segmenté mis Apuntes de crisis sobre la pandemia y edite 10 PFD que envié, entre abril y mayo, a un grupo de amigues y colegas. Algunes de ellos me pidieron que siga haciendo estas “notas”. Un aporte para salir de los debates mediocres. Se autoriza su publicación, reenvíos, cambio de firma y tergiversación del contenido.