Si desde las casas argentinas se sueña siempre con lo que pueda mostrar el capitán albiceleste, ante Ecuador Messi encendió los motivos de esa ilusión. Las dos jugadas más claras del primer tiempo -en un partido en el que Paredes y De Paul no estuvieron finos para conectar con la línea ofensiva- las protagonizó el rosarino y en ambas bajó hacia el campo albiceleste para inaugurar los ataques. En la primera, a los cinco minutos, conectó con Paredes, quien le devolvió con profundidad en un avance que terminó en córner. En la segunda, tan sólo cinco minutos después, la figura del Barcelona arrastró consigo a dos jugadores de la banda derecha ecuatoriana y arrancó una jugada que culminó con la brusca barrida de Estupiñán y el penal sobre Ocampos.
Messi, al igual que ante Brasil y Uruguay, los últimos dos juegos (amistosos) previos al parate de la pandemia, fue quien convirtió el penal que le dio a Scaloni la primera victoria en su debut en Eliminatorias. Con su gol, además, evitó que su amigo Luis Suárez (que anotó para el 2-1 sobre Chile) se erigiera como el más goleador en la tabla histórica de las clasificaciones mundialistas. Ahora, igualan con 22 gritos.
Esa movilidad de Messi fue lo mejor en un 1 a 0 en el que la actuación de los de Scaloni fue discreta, y fue desmejorando en la segunda parte, con un equipo todavía más desarticulado, y un Ecuador que se animó un poco y no igualó porque no tuvo con qué. Cuando el silbato anunció el final, en las casas argentinas habrá quedado sabor a poco. Y ante esa pobreza escénica que es un estadio sin hinchas, y ese cierre desabrido del once argentino, lo mejor fue Messi, una vez más, que ilusionó con sus ganas y su fútbol en el comienzo de la aventura a Qatar.