Los enfermeros, los médicos el personal de limpieza casi todos conocen a Rodolfo y al paciente Carlos. Cuentan que Rodolfo, cada vez que los familiares salen de la sala por las curaciones, él también acata las medidas. Que entiende a la perfección cuando puede estar y cuando no. Esas conductas son las que hacen que todos en el nosocomio se sorprendan y generen mayor cariño.

A finales del mes de diciembre, Carlos Santucho, un hombre en condición de calle, debió ser internado en el nosocomio y desde entonces su perro ha estado esperándolo fuera de la sala médica. Inseparables como carne y uña.

 “Rodolfo” es el nombre del perro criollo color beige que, desde hace casi un año, es el compañero de Carlos, quien en diálogo con Radio Prensa contó cómo es que formaron esta hermosa amistad “yo cuidaba y lavaba autos en el parque, el perrito siempre estaba atado y yo lo desataba, aunque me decían que no. Yo le daba de comer y jugaba con él, Rodolfo se fue adaptando a mí, a mí me daba pena verlo atado y él se sentía encerrado. Nadie nació para estar encerrado. Después de un tiempo yo deje de andar por la zona y el perro me encontró a mí, yo dormía en la calle, lo llevaba a limpiar vidrios conmigo y después lo devolvía al bar porque decían que yo me lo robaba, pero la verdad es que me seguía. Después el dueño se dio cuenta y me dijo que yo me quede con el animal”.

Hace más de treinta días que Rodolfo permanece en las instalaciones del hospital, recibiendo agua y comida de aquellos que se conmueven. Mientras tanto, Carlos, es atendido por el personal médico, “yo tuve un accidente y cuando me trajeron a mí el perro estaba triste, yo le pedí a mi mujer que lo traiga un ratito y no se fue nunca más”.

Los directivos del hospital, permitieron el reencuentro entre el amo y su mascota, para aliviar las dolencias de ambos, “aquí todos lo conocen, desde los médicos y enfermeras, hasta los que frecuentan la sala. Él cuida mucho a los que estamos aquí y no es un animal que cause problemas, llora cuando quiere salir a hacer sus necesidades”.

La amistad que tienen Carlos y Rodolfo puede conmover hasta al más frio de los corazones “él es mi compañero, juega conmigo y vamos a todos lados, es como un hijo para mí. Es celoso, es él y nadie más, es el único. Es como mi hijo, es mi amor y mi vida, el me cuida “pela los dientes por mi” yo lo valoro mucho y por el doy mi vida” dijo Carlos casi emocionado.

Sin embargo, quienes han estado al pendiente del paciente y su mascota han señalado que el reencuentro no es lo único que necesitan, es por eso que la licenciada Alejandra Acosta, Jefa de la unidad de Humanización comentó “para nosotros es muy importante el acompañamiento, es muy importante el contexto. En este caso se trata de un perro, que para nosotros era un tema novedoso. Hace años tuvimos un caso similar con un paciente del área de oncología que tenía como mascota un caballo, se buscó la forma de que el paciente pueda ver a su mascota porque es un miembro importante de la familia. Así como se ve la parte física y mental, también se debe ver las emociones y la parte espiritual. Aquí todos estamos cuidando a Carlos y Rodolfo que ya es parte de nosotros. Él es el cuidador preferido de los pacientes, nos alerta cuando algo funciona de manera inadecuada y por sobre todo ya nos encariñamos con él”.

Pronto, en unos días Carlos será dado de alta y volverá a sus rutinas diarias acompañado seguramente de su gran amigo Rodolfo.