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Nafta: llenar el tanque del auto, una receta para ganarle a la inflación

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Los precios de los combustibles vienen subiendo menos que el costo de vida. En 4 años, se encarecieron un 338% contra una inflación del 600%.

El que llena el tanque, gana. Esa podría ser una nueva consigna para vencer la inflación. El precio de la nafta aumentó un 340% en los últimos cuatro años, mientras que el costo de vida acumulado en ese período subió más de un 600%.

Los combustibles vienen sumando incrementos mensuales de 4% desde diciembre de 2022, salvo en marzo que fue menor (3,2%). Sin embargo, a este nivel de recomposición, nuevamente aumentan por debajo de la inflación acumulada.

El litro de nafta súper se despacha a $ 184,70 en los surtidores de YPF en la ciudad de Buenos Aires, la principal referencia nacional. Hace cuatro años, en mayo de 2019, estaba a $ 42. Si los combustibles hubieran aumentado al mismo ritmo que la inflación, la nafta debería estar en $ 295.

El precio de los combustibles es uno de los más observados por los políticos a la hora de las campañas electorales. Se supone que seguirá habiendo correcciones del 4% mensual, al menos hasta las PASO, de mediados de agosto.

Eso habilitaría dos incrementos más, de 4% cada uno, el 15 de junio y el 15 de julio. Aun así, correrá por debajo de la inflación. “Las subas de los Precios Justos (el acuerdo entre el Gobierno y las petroleras para coordinar los aumentos) se encuentra por debajo de la evolución de la inflación y de la depreciación del tipo de cambio”, observa un informe de Economía y Energía, la consultora dirigida por Nicolás Arceo.

Entre abril de 2023 y abril de 2022, el precio de las naftas cayó un 14,6% en precios constantes, es decir, descontada la inflación acumulada. También retrocedió un 6,6% medido en dólares.

En marzo, el litro de nafta premium estaba a $ 217. En agosto, tras la sucesión de aumentos, debería estar a $ 253, según estima Economía y Energía.

En marzo, cada litro despachado equivalía a un dólar, una ecuación que tuvo lugar durante buena parte de los 90 y también desde la expropiación de YPF, en 2012. En julio, el precio sería de 90 centavos de dólar, un retroceso del 10% en moneda "dura" .

“Entre mayo y agosto se consideró la inflación proyectada y el tipo de cambio proyectado en la estimación del REM del Banco Central de abril de 2023”, según detalla Economía y Energía, que elaboró estos datos sobre la base de información de la Secretaría de Energía.

La nafta premium estaba a $ 48,59 en mayo de 2019, mientras que ahora se despacha a $ 232. Si la remarcación de los combustibles hubiera sido la misma que la inflación desde ese mes, el valor de venta sería de $ 337.

Estos datos podrían estar indicando un nuevo atraso en los precios de los combustibles.

La oposición cree que se trata de otro de los productos energéticos que están rezagados, junto con las tarifas de luz y gas.

En Brasil, el presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva quiere que Petrobras reduzca los precios de los combustibles. La estatal brasileña venía siguiendo las tendencias internacionales.

Pero la nueva decisión es impulsar importes más abocados a las necesidades del mercado doméstico.

Qué pasará con la nafta en 2023

El acumulado de los aumentos de combustibles para el período enero-agosto de 2023 está entre 36% (nafta súper) y 50% (premium) si se cumplen con las previsiones de los dos acuerdos de precios anunciados hasta ahora. Aunque no se puede determinar cuál será la inflación de esos meses, los analistas calculan una suba en el costo de vida que será del doble, en una zona del 80%.

La actual gestión de YPF ya aplicó largos congelamientos en dos ocasiones. La primera fue ni bien asumió, desde diciembre de 2019 a agosto de 2020. El litro se despachaba a $ 53 y recién en agosto se habilitó que suba a $ 56. La fórmula se repitió entre mayo de 2021 a enero de 2022, donde el litro se mantuvo estable a $ 90. Recién en febrero se retocó a $ 99.

La constante de los años electorales

La elección de esta administración de postergar aumentos de precios en los años electorales ya viene siendo casi una constante de todos los gobiernos.

En los mandatos de Cristina Fernández de Kirchner, hubo aumentos en 2012 y 2014 (llevando el precio de los combustibles a niveles en dólares no vistos desde los 90), pero tuvieron mucho cuidado en los años eleccionarios (2013 y 2015).

En 2013, algunas subas llegaron a aplicarse a poco de que el oficialismo perdiera las elecciones legislativas. El principal verdugo del Frente para la Victoria (el nombre electoral del kirchnerismo en ese momento) fue Sergio Massa, actual ministro de Economía.

La administración de Mauricio Macri también recurrió a este artilugio. En 2018, un año no eleccionario, las subas en los surtidores fueron del 60%. De esa forma, superaron la inflación anual de ese año, que alcanzó el 47,6%.

En 2019, con las elecciones presidenciales, el Gobierno les pidió a las petroleras que congelaran los precios por tres meses. Las compañías se negaron.

El Poder Ejecutivo paralizó los precios por decreto durante 90 días (junio, julio y agosto). La medida no alcanzó para mejorar las chances electorales de Cambiemos, que perdió las elecciones primarias.

De todas formas, el Gobierno insistió en ese camino. Habilitó un incremento del 4% (en ese momento, eran $ 2) para después de los comicios. Y las petroleras mantuvieron los importes durante septiembre y octubre, nuevamente con la idea de no contribuir a la inflación.