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¿Qué hay por detrás de tanta insistencia en el Servicio Militar Voluntario?

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El gobierno de Javier Milei anunció por segunda vez en seis meses una convocatoria abierta para jóvenes que deseen incorporarse de manera voluntaria a las fuerzas armadas. Pero la posibilidad de sumarse al Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina por opción propia se encuentra actualmente vigente. En el marco de la batalla cultural que impulsa la gestión mieista, cabe sospechar si tanta insistencia no persigue fines doctrinarios.

El vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció que el Gobierno nacional implementará un "nuevo" Servicio Militar Voluntario para jóvenes entre 18 y 28 años con el objetivo de "inculcar en los jóvenes argentinos los altos valores que siempre caracterizaron a las fuerzas armadas".

En conferencia de prensa, el vocero informó este jueves que "el ministerio de Defensa, en conjunto con Capital Humano, implementará el Servicio Militar Voluntario para jóvenes entre 18 y 28 años que deseen servir a la Nación", con la particularidad de que este servicio militar "formará y certificará" a los ciudadanos en oficios concretos como "cocina, talleres mecánicos o tareas de vigilancia".

El anuncio se basa en una prédica oficialista, más vinculada con los valores que representa Patricia Bullrich, o por caso Victoria Villarruel, que busca poner de relieve las costumbres castrenses como una posible salida hacia una vida de rectitud. En este sentido, el Gobierno apunta con este "nuevo" servicio a "inculcar en los jóvenes argentinos los altos valores que siempre caracterizaron a las Fuerzas Armadas" del país.

Lo singular del caso es que, aunque con matices, la convocatoria es la misma que hace solo seis meses atrás, a mediados de diciembre de 2024, anunció la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aunque con una diferencia, en aquella oportunidad la convocatoria era hasta los 24 años, con el objetivo de “sacar a los jóvenes de las calles y alejarlos del delito y la droga”.

En rigor de verdad, ya existe un servicio voluntario y está vigente. La iniciativa fue creada a principios de enero de 1995 mediante la ley 24.429. De hecho, basta con ingresar a los sitios web de cualquiera de las fuerzas armadas para confirmar que está abierto a todos aquellos que quieran incorporarse a la vida militar y cumplan los siguientes requisitos: tener entre 18 y 24 años; ser argentino nativo, por opción o naturalizado; estar soltero; haber aprobado los estudios primarios; no tener antecedentes contravencionales policiales o penales desfavorables; y aprobar un examen psicofísico.

Ejército, Marina y Fuerza Aérea tienen abiertas sus convocatorias de manera permanente y ofrecen, además de la capacitación, ciertos beneficios: trabajo en relación de dependencia con firma compromiso de servicio; sueldo mensual, aguinaldo y aportes jubilatorios; asistencia sanitaria y afiliación a la obra social mientras presta servicio; adquisición de experiencia laboral, capacitación y disciplina de trabajo, para desempeñarse en la vida civil a su baja.

En todos los casos el voluntario debe aprobar un curso de admisión, al término del cual será dado de alta firmando un compromiso de servicios por un período de dos años. Al finalizar dicho período y de ser confirmado podrá renovar el compromiso de servicios hasta la edad de 28 años como máximo. También se ofrece la posibilidad de hacer carrera, para aquellos que lo deseen y cumplan con los requisitos exigidos, incorporándose de manera permanente.

¿Qué cambia entonces? A priori, la única modificación significativa anunciada por el vocero sería la posibilidad de ingresar hasta los 28 años, hoy limitado hasta las 24 años. Aunque también se anunció que, con el objetivo de fortalecer la respuesta ante emergencias, se incrementaron las semanas de instrucción militar inicial y se amplió la formación en tareas de defensa, emergencias y respuesta ante catástrofes, como inundaciones o incendios.

¿Cuál es el objetivo de fondo?

Hasta aquí no pareciera haber cambios significativos en el régimen del SMV, pero si queda al descubierto una particular insistencia del Gobierno para que se sumen cada vez más jóvenes y no tan jóvenes. Si bien se sabe que el fortalecimiento del sistema de defensa es fundamental para la soberanía de una Nación, conviene preguntarse si es este realmente el objetivo perseguido.

En el marco de la batalla cultural que impulsa la gestión mieista, que considera enemigos a todos aquellos que no compartan o se sometan a las ideas anarcocapitalistas y que busca acallar todas las voces disidentes a los planes que tienen por delante, cabe sospechar si tanta insistencia no persigue fines doctrinarios. 

No sería casual que la única oportunidad laboral y de formación que fomenta el Gobierno con recursos públicos, mientras reduce los presupuestos para la educación pública y recorta el empleo estatal, forme parte del plan de obediencia exigida por el presidente a los argentinos.

En su artículo 5, la ley que regula el SMV establece que todo soldado "deberá respetar el principio de neutralidad política de las fuerzas armadas, y se abstendrá de realizar actividades políticas o sindicales". En su reglamentación se detalla que la prohibición alcanza a la inscripción, adhesión, afiliación, actuación o participación directa o indirecta en partidos políticos u organismos sindicales y el ocupar cargos o desempeñar funciones públicas electivas. 

La misma doctrina impulsa el Gobierno para la administración pública, en donde emprende una "depuración" del personal "adoctrinado por el kirchnerismo". En cuanto a los sindicatos, bien se sabe que en el pensamiento libertario no deberían existir, ni tampoco la negociación colectiva.

La idea de libertad de Milei es una sociedad regulada por el mercado y sin intervención estatal más que para la defensa, la seguridad y la protección de la propiedad. Para alcanzar tales fines necesita anular la resistencia de gran parte de la sociedad a ceder los derechos adquiridos. ¿Será el SMV otra herramienta al servicio de la imposición ideológica?