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Accidente cerebrovascular: el caso de la "Locomotora" Oliveras disparó una alarma entre los especialistas

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Según definen los que saben del tema, El ACV es una patología en donde el tiempo de actuación es determinante. Sin embargo, sostienen que el verdadero desafío es la prevención. "El aumento de los casos de ACV en el país y su presentación en edades más tempranas es debido a la falta de control en los factores de riesgo", explicó el doctor José Stringa, Médico de Planta del Hospital de Clínicas.

La internación de la exboxeadora Alejandra “Locomotora” Oliveras, —actual convencional constituyente de Santa Fe—, que tuvo lugar ayer, volvió a colocar el Accidente Cerebro Vascular (ACV) en el centro de la escena pública. A sus 47 años, la seis veces campeona mundial fue trasladada de urgencia al hospital José María Cullen, en la capital santafesina, tras sufrir una descompensación que luego se confirmó como un accidente cerebrovascular isquémico.

Su estado, aunque estable, sigue siendo considerado crítico por los profesionales médicos. Lo ocurrido no es un caso aislado. Refleja una tendencia médica que dejó de ser excepción: el ACV ya no afecta solamente a personas mayores. La evidencia científica reciente advierte sobre un aumento sostenido de estos eventos en adultos jóvenes y mujeres.

En este marco, el médico neurólogo del servicio de Stroke del Hospital Padilla, doctor Juan Pablo Díaz Rearte, brindó información sobre ACV, a saber, el grupo de patologías que ocurren cuando se interrumpe el flujo sanguíneo a una parte del cerebro, causando daño cerebral debido a la falta de oxígeno y nutrientes.

“Lo más frecuente y lo que más vemos en el servicio de Stroke de urgencia, es el ACV isquémico y el hemorrágico, y otro tipo de hemorragia subaracnoidea. Hay factores de riesgo cardiovasculares, muy similares a los del infarto de miocardio, como la obesidad, la diabetes no controlada y el sedentarismo”, contó.

Respecto a los síntomas, el especialista sostuvo que son muy variados y que pueden ir desde algo muy simple, como una pequeña parálisis en la cara, a algo mucho más importante, como una inmovilización de parte del cuerpo o la perdida de sensibilidad e incapacidad de comunicarse -de entender, de hablar o ambas cosas-.

“El ACV es una patología muy tiempo-dependiente, o sea, el pronóstico depende mucho del tiempo que demoramos en hacer el diagnóstico y tratamiento oportuno. En el caso de los ACV isquémicos, que es cuando se tapa una arteria, es muy importante consultar como máximo hasta las tres o cuatro horas y media de iniciados los síntomas, porque ese es el periodo de ventana con el que se cuenta para actuar y tener mejores resultados. En el Hospital Padilla tenemos todos los elementos para hacer ese tipo de diagnóstico -tomografía, resonancia, angiografía, incluso hemodinamia-”, definió.

Por su parte, el doctor José Stringa, Médico de Planta de la V Cátedra - Departamento Medicina Interna del Hospital de Clínicas (MN 137.606), explicó que “el aumento de los casos de ACV en el país y su presentación en edades más tempranas, es debido a la falta de control en los factores de riesgo. Los principales factores de riesgo son la edad, la presión arterial, el colesterol, la glucemia, la actividad física, la alimentación y el tabaquismo”.

Según el experto, la prevención debe ser un objetivo fundamental del sistema de salud para evitar este tipo de patologías y muchas otras más que están relacionadas.

¿Cuáles son los síntomas de un ACV?

  • Debilidad o sensación de que se duerme un lado de la cara, un brazo o una pierna, especialmente del mismo lado.
  • Problemas para hablar o entender lo que otra persona dice.
  • Problemas para caminar.
  • Mareos.
  • Pérdida de equilibrio o falta de coordinación del cuerpo (por ejemplo, querer agarrar algo y no poder).
  • Dolor de cabeza muy fuerte y repentino.

También es importante saber que existen dos tipos principales de ACV: el isquémico y el hemorrágico, y conocer sus diferencias puede ayudar a comprender mejor su gravedad y tratamiento.

¿Qué es el ACV isquémico?

El ACV isquémico es el tipo más común, representando cerca del 80% de los casos. Sucede cuando una arteria que lleva sangre al cerebro se bloquea, lo que impide que el oxígeno y los nutrientes lleguen a ciertas áreas cerebrales. Sin oxígeno, las células nerviosas comienzan a morir rápidamente.

Las causas más frecuentes incluyen:

  1. Aterosclerosis (acumulación de grasa en las arterias).
  2. Coágulos sanguíneos formados en el corazón o en otras partes del cuerpo que viajan al cerebro (embolia).
  3. Fibrilación auricular, una arritmia que aumenta el riesgo de formación de coágulos.

¿Qué es el ACV hemorrágico?

El ACV hemorrágico ocurre cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, provocando una hemorragia interna. Esta sangre se acumula en el tejido cerebral, ejerciendo presión y dañando las neuronas. Aunque es menos frecuente (representa entre el 15 y el 20% de los casos), el ACV hemorrágico suele ser más grave y mortal.

Las principales causas incluyen:

  1. Hipertensión mal controlada
  2. Aneurismas cerebrales (dilataciones en las arterias)
  3. Malformaciones vasculares congénitas
  4. Lesiones en la cabeza o traumatismos
  5. Consumo excesivo de anticoagulantes o drogas

La urgencia del diagnóstico y la prevención

El caso de Oliveras reavivó también el debate en torno a la atención oportuna. En los accidentes cerebrovasculares, el tiempo es determinante. Cuanto antes se detecte y se intervenga, menores serán las secuelas. Según explicó Stringa, “el ACV que no es tratado en tiempo y forma tiene una altísima mortalidad y un gran impacto en la persona y en el grupo familiar debido a las secuelas que puede dejar tanto motoras como de deterioro cognitivo”.

En cualquier caso, la rapidez en el abordaje cambia el pronóstico. Sin embargo, los especialistas coinciden en que la prevención es el verdadero desafío. “El aumento de los casos de ACV en el país y su presentación en edades más tempranas es debido a la falta de control en los factores de riesgo”, advirtió Stringa. Entre esos factores se encuentran la hipertensión, el sedentarismo, la mala alimentación, el tabaquismo y la diabetes. Pero los nuevos estudios señalan que ya no basta con atender solo esos indicadores. El futuro exige sistemas de salud capaces de incorporar estrategias más amplias de detección y diagnóstico temprano, sobre todo en jóvenes.

El ACV ya no es exclusivo de la vejez. Ahora también interrumpe carreras políticas, altera planes deportivos y golpea en edades que antes no figuraban en las estadísticas de riesgo.