La Dirección de Estadística de la Provincia (DEP) dio a conocer los valores de la canasta básica alimentaria (CBA) y de la canasta básica total (CBT) para Tucumán en junio de 2025. Según este informe, durante el mes de junio la variación de ambas canastas con respecto a mayo fue de 0,2 %. De esta manera, un adulto equivalente (varón adulto, entre 30 y 60 años, de actividad moderada) requirió $149.596 (CBA) para no ser considerado indigente. Mientras que, para no caer en situación de pobreza, necesitó $305.175 (CBT).
Un hogar tipo 2 —compuesto por un jefe de 35 años, su conyugue de 31 años, su hija de 8 y su hijo de 6 años— necesitó un ingreso mayor a $ 462.251 (CBA) para no ser considerado indigente, mientras que para no caer en situación de pobreza necesitó $ 942.991 (CBT). La variación de la CBA y de la CBT, con respecto al mismo mes del año anterior, es de 29,4% y 30,6% respectivamente.
La variación del 0,2 % en la CBA implicó un crecimiento del gasto necesario para no ser indigente, es decir, para que un adulto varón logre cubrir un requerimiento mínimo en alimentos (no son indicadores óptimos o recomendables desde el punto de vista de especialistas en nutrición), de $ 340. En tanto que la CBT aumentó en el mismo período unos $ 693 para un adulto equivalente.
La pregunta que muchos se realizan es que tan precisa es esta medición con respecto a los consumos que cada hogar tiene. La respuesta a la que se arriba, inevitablemente, es que las mediciones no son realmente representativas y esto tiene que ver con varios factores.
La primera cuestión a tener en cuenta es que debido a que el método para calcular ambas canastas utiliza valores genéricos (se toma como referencia el consumo calórico de un adulto entre 30 y 60 años, de actividad moderada), las cifras que arroja no pueden ser consideradas como un valor representativo de los hogares tucumanos. Por ejemplo, para una familia tipo de cuatro miembros, compuesto por un jefe de 35 años, su conyugue de 31 años, su hija de 8 y su hijo de 6 años, se calcula que el jefe equivale a 1 adulto equivalente; su conyugue equivale a 0,77 unidades de adulto equivalente; la hija equivale a 0,68 unidades de adulto equivalente; y el hijo equivale a 0,64 unidades de adulto equivalente. Aquí encontramos un primer elemento a considerar: la composición de la familia y el supuesto de que todos consumen menos que un adulto varón equivalente. Ambas variables pueden adoptar una multiplicidad de valores distintos, pero no sería conveniente intentar confeccionar una multitud de canastas, puesto que lo que se busca no es medir costo de vida sino contar con un valor de referencia para la elaboración de políticas públicas (aunque cada gobierno lo utilice más como una herramienta de propaganda).
También conviene tomar en cuenta
el listado de productos y las cantidades de cada uno que se utilizan
para la medición. Aquí vale mencionar que son consideraciones
estereotípicas elaboradas en base a datos provistos por la División
Nutrición del SIPROSA. Por eso es importante señalar que cada hogar
podría tener consumos distintos, según las necesidades y los hábitos de
cada uno.
Más allá de eso, conviene detenerse un momento en lo
que la Dirección de Estadísticas considera para el consumo mensual de un
adulto equivalente. Por ejemplo, según el listado difundido, un hombre
de entre 30 y 60 años consume por mes un total de 403 gramos de huevo,
es decir, el equivalente a 8 huevos al mes (considerando que un huevo
chico puede tener hasta 53 gramos). Siendo uno de los alimentos más
recomendados por los nutricionistas, si una persona tiene hábitos
saludables, seguramente incluirá en su dieta una cantidad muy superior a
la considerada.
Otro dato no menor es que las cantidades
consideradas para algunos productos se calculan muy por debajo del
consumo recomendado por los especialistas. Por ejemplo, en el caso de
los lácteos, el modelo de Estadísticas estima un consumo mensual
promedio de 3,968 cc (3 litros y 968 mililitros) entre leche líquida, en
polvo y yogures, más unos 310 gramos de quesos. Según las Guías
Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) difundidas por el
Ministerio de Salud de la Nación, la cantidad de lácteos recomendada por
día es de tres porciones. Un vaso de leche fresca equivale a una
porción, es decir que con tres vasos por día se cubriría el ideal que se
debe consumir. Pero también se lo puede alcanzar, por ejemplo, con un
vaso de leche, una porción de yogur y una porción de queso. Es decir,
500 ml entre leche y yogur junto a 30 gramos de queso por día. Por lo
tanto, se necesitaría un total de 15 litros entre leche y yogur, más
unos 900 gramos de queso al mes, lo que equivale a más del triple de lo
considerado por la medición de Estadísticas.
En cuanto a la CBT, que marca la línea de pobreza, esta no se calcula en función de un relevamiento de precios sobre los consumos que los hogares presentan mes a mes, sino que se utiliza una fórmula para "ampliar" la CBA, considerando los bienes y servicios no alimentarios. La estimación se obtiene mediante la aplicación del coeficiente de Engel (CdE), definido como la relación entre los gastos alimentarios y los gastos totales observados en una población de referencia. Fijada una estructura de consumo mediante una encuesta de gastos (se usan datos del 2004), en cada período el CdE se actualiza por el cambio en el precio relativo de los alimentos respecto de los demás bienes y servicios. De esta forma se actualizan los montos de gasto alimentario y total del período base, considerando la misma relación de cantidades de consumo. Para esto se toman los precios relevados por el Índice de Precios al Consumidor, tomando en cuenta la estructura de gastos específica de la población de referencia. Para expandir el valor de la CBA, se multiplica su valor por la inversa del coeficiente de Engel (ICE). En junio, para obtener la CBT se multiplicó la CBA por 2,04. Esto es así porque se utiliza una fórmula que considera consumos captadas por una encuesta realizada en el 2004.