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Crisis total a fin de año: menos consumo, más deudas y sin margen de ahorro

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El cierre del segundo año del gobierno de Javier Milei encuentra a millones de hogares ajustando en alimentos, salud y servicios, con ingresos deteriorados y un endeudamiento en alza.



Las Fiestas de fin de año vuelven a llegar con una mesa más chica para gran parte de las familias argentinas. El contexto económico actual muestra un escenario marcado por consumo en retroceso, pérdida del poder adquisitivo y una creciente dificultad para ahorrar, muy lejos del discurso oficial que habla de un simple "cambio en la forma de consumir".

Según datos recientes del Observatorio de la Deuda Social Argentina (UCA), apenas uno de cada diez hogares logró ahorrar algo en 2025, mientras que el 42% de la población considera que su situación económica es peor que la de sus padres, una señal clara del deterioro estructural de las condiciones de vida.

El ajuste impactó de lleno en los gastos básicos. Lejos de tratarse de una elección voluntaria, miles de hogares se vieron obligados a recortar alimentos, postergar controles médicos y reducir consumos esenciales para poder llegar a fin de mes.

La inseguridad alimentaria sigue en niveles históricamente elevados. La UCA advirtió que en 2024 alcanzó picos que afectaron al 24,3% de los hogares, y si bien en 2025 se observa una leve baja, los valores siguen muy por encima de los registros previos a 2018. El problema se agrava en los sectores bajos y medio-bajos, donde la inseguridad alimentaria severa supera el 20%.

En paralelo, el consumo masivo volvió a caer en noviembre, con un retroceso del 0,1% interanual, impulsado principalmente por la baja en ventas de supermercados. De acuerdo a la consultora Scentia, las familias compran menos y visitan menos los comercios, mientras que un 43% reconoce llegar ajustado a fin de mes.

A esto se suma el fuerte aumento del peso de los servicios y tarifas en los gastos del hogar. Aunque la inflación muestra cierta desaceleración, los especialistas advierten que los hogares no perciben una mejora real en su poder adquisitivo, ya que luz, gas y otros servicios multiplicaron su incidencia en el presupuesto familiar.

Otro dato alarmante es el avance del endeudamiento de los hogares. Según el Banco Central, la morosidad crediticia alcanzó el 7,8% en los préstamos a familias, impulsada principalmente por tarjetas de crédito y préstamos personales. En total, la mora del crédito al sector privado llegó al nivel más alto de los últimos cinco años.

El informe de la UCA señala que casi el 47% de la población vive en hogares con estrés económico, es decir, con ingresos insuficientes para cubrir necesidades básicas. Además, el 83% de las familias no tiene capacidad de ahorro, lo que elimina cualquier margen de previsión frente a imprevistos.

La situación es aún más crítica en hogares con niños y adolescentes. La indigencia afecta al 9,2% de estos hogares, consolidando lo que los especialistas definen como la infantilización de la pobreza.

En este contexto, las expectativas tampoco ayudan: cuatro de cada diez personas creen que la situación económica del país será peor el próximo año, con percepciones más negativas en los sectores de menores recursos. El malestar psicológico, advierten los investigadores, es significativamente más alto en los estratos bajos, aunque también crece con fuerza en las clases medias.

Mientras el Gobierno celebra una supuesta normalización económica, para millones de familias el ajuste se traduce en menos consumo, más deudas y un futuro cada vez más difícil de planificar. El "cambio de hábitos" al que alude el oficialismo es, en la práctica, la expresión cotidiana de ingresos que no alcanzan y desigualdades que se profundizan.