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Un tenor en los dos lados del Atlántico

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El entorno que lo hizo cantor. Desde el coro de San Roque hasta el Colón. Relatos sobre los públicos de Argentina y Passau en Alemania.

Su madre canturreaba mientras lavaba ropa, planchaba o atendía el jardín. Al frente vivía una vecina que tocaba el armonio en la parroquia de San Roque, la señora Viaña. En la mitad de la cuadra –a la vuelta- había una profesora de guitarra. Sobre la vereda de su casa vivía Roberto Pérez, uno de los integrantes del conjunto folclórico Los Tucu Tucu. La música que se escuchaba en la casa era D’Arienzo y Gardel. En ese contexto nació Oscar Imhoff, tenor decano de la Opera de Passau, Alemania. Responsabiliza su vínculo con la música a esta “casualidad” a la que llama: complicidad social.

Ahí, en la calle Corriente 79, cantaba en la parroquia de San Roque, niño, y recogió el primer aplauso de su vecina que a través de la tapia le gritaba ¡bravo Oscarcito! ¡bravo! Mientras hacía sonar vehementemente sus manos. Estos aplausos fueron los primeros. Con el tiempo se multiplicarían en los escenarios de Tucumán hasta el Teatro Colón. Después Europa.

Desde hace casi 10 años vive en Alemania y en su andar por las calles de Passau lo reconocen, también en el supermercado y en la chocolatería, que la frecuenta. Le dicen Óscar, y en inglés, en alemán o español lo saludan.

Cuenta que los cantantes de la ópera hacen funciones en lugares céntricos, tipo intervenciones urbanas. El teatro aloja 6.000 personas cada día y los habitantes son de consumir mucho los espectáculos de ópera. Esa es una de las patas del reconocimiento. La otra -sin duda- es esa aura de bonhomía. Él insiste que se debe al compromiso con que ataca cada emprendimiento que le demanda el escenario. Puede ser, no importa, el asunto es que se trata de un tenor carismático que hace varios géneros musicales. Música académica, tango, folclore, rock nacional y del otro. Y en todos se juega, deja mucho de él.

Es decir que teníamos una especie de “filum cantorum” y ésta señora nos llevó a cantar por todo el centro en la época de navidad, nos vistió de monaguillo (ante el grabador canta) aleluya, canta el cielo, aleluya. ¡Hermoso, hermoso! y nuestros amigos pasaban la gorra, la limosna para juntar plata para los chicos pobres de la Banda del Río Salí. Después armamos un conjunto folclórico que se llamaba los Huayra Mullo.

Cuando entró al colegio, Gymnasium, un compañero, Palo Buriek supo que cantaba y como ellos tenían un grupo que se llamaba Los Fantasmas y en el momento que se va o lo corren al de la segunda guitarra que era el que cantaba deciden que, en ese lugar, vaya yo, habré tenido 13 años o 14 como mucho. También en el secundario integraba el conjunto folclórico. Era uno de los mimados del Tío Pila, el profesor de música. O sea yo iba por una alfombra roja, digamos así, absolutamente inconsciente hacia dónde me dirigía, pero iba cómodo, que es fundamental.

Su llegada al Teatro Colón le imputa al berretín, entré en la cuarta audición. Primero me llevó el maestro Pedro Ignacio Calderón que me escuchó en lo de Diana López Espónda, mi maestra de canto, te imaginas me plantaron en el escenario del Colón, se me cayeron las medias y no me fue bien y otra vez fui cuando vino Pavarotti a cantar La Boheme y tampoco hice una muy buena audición hasta que hice una que fue realmente ¡fantástica!, fue uno de esos días en que me salieron todas.

Su llegada a Europa la explica porque en el Teatro Colón yo era el cover de los cantantes extranjeros, ellos cantaban los primeros roles y por las dudas se enfermasen durante una función y no hubiese de llamar a otro extranjero yo estaba como suplente y así estuve como 4 años o 5 detrás de esas primerísimas figuras y -a la vez- cantaba cada vez que el teatro decidía hacer un elenco extranjero y un elenco nacional. Había óperas en las que había dos elencos y yo integraba las dos a la vez, lo doblaba al tenor del elenco extranjero y así fue que canté muchas obras Lucía de Lammermoor, Baterbly, óperas grandes, grandes.

Le pregunto: ¿por qué te evoca la gente cuando vas por la calles?

Su sencillez lo lleva a una respuesta graciosa de la que se ríe mientras contesta primero, porque son sordos (risas). Realmente la gente me quiere mucho les gusta el compromiso mío cuando canto y la musicalidad de la voz y les caigo simpáticos a pesar de que no hablo alemán con ellos. Es una especie de relación que si no es más es porque no hablo mucho el idioma de ellos pero me quieren y me aprecian entrañablemente.

¿Cuál es la diferencia que sentís haciendo los distintos tipos de música?

Te diría que la diferencia está cuando hago lírica. Armo dos grupos, uno la parte lírica y la otra es la popular. En cuanto a la parte lírica es una cuestión técnica nada más ya sea la concepción musical cómo organizo los sentimientos, la expresión. Los sentimientos son comunes en todas las músicas, la única diferencia es que en la lírica se hace la voz que en cierta medida es impostada, hasta se puede decir que es artificial. Buscar la forma en que la voz que pueda trascender la orquesta y a veces el coro y para eso se utilizan técnicas de resonancia, se utilizan resonadores pero en cuanto a la expresión a lo que lleva adentro la música se conecta igual, fraseo como se van ligando notas con otras notas, hacen al estilo del cantante.

¿Y en el folclore?

Cuando canto folclore pongo la voz natural porque es la voz que usé desde pequeño, es una voz más tranquila, de cabeza que viene mezclada con una especie de falsete. En lírica se canta con apoyo -en el diafragma- y trabajar eso como si fuese el fuelle del armonio. Al folclore lo canto sin tanto apoyo con el cuerpo, utilizando las resonancias de cabeza nada más. La sensación cuando hago folclore es de libertad. En cambio en lírica es algo que tengo que pensar en la nota que me espera a la vuelta del pentagrama, a vuelta de página. Para mí la lírica es una cosa más intelectual en cuanto a lo emocional me dejo llevar hasta donde quiera sino me tengo que estar cuidando para no consumir la energía antes de que termine.

¿Y cuándo hacías rock?

Cuando hacíamos música propia sí me sentía representado porque era lo que habíamos compuesto nosotros o lo que había compuesto tu amigo, el que estaba tocando la guitarra. En esa época todo es natural. Simplemente por el hecho de ser joven, de que estás bien, contento de que en ese época era muy feliz. Tal vez que sea eso lo que me ayudó a cantar.

¿Cómo es la relación con la propuesta musical?

Estoy viviendo lo que canto, a veces se me va la mano y tengo grandes diferencias con el que hace la puesta en escena porque mi concepción del personaje está completamente nítida. Creo -y sé- lo que quiero decir con cada una de las frases que tengo que cantar porque estoy sintiendo qué es lo que tengo que hacer. Muchas veces me indican donde tengo que hacer cosas distintas a las que estoy sintiendo aunque sea físicamente. Bueno en esos casos hago lo que quiero y por ahí tengo problemas con los regisseur pero vivo plenamente lo que canto.

¿Cuando cantás sentís que estas fuera del mundo?

Si, si es una especie de éxtasis. En la ópera no tengo tanto esa sensación pero cuando canto folclore o tango sí. Me gusta mucho cantar tango de la guardia vieja: Sentimiento Gaucho, Volver. Gardel me gusta mucho, me gusta mucho Rubén Juárez.

¿Cuál es la diferencia entre el público de allá y el de acá?

El público de allá es menos exigente, se puede decir, y menos malicioso también. El público de acá es medio criticón. Es duro.

¿Saben más música que acá?

No, es más tranquilo, acá si llegas a tener una mala noche o, una no tan buena o una mala noche vas como Juana de Arco.

¿El público es más frío allá?

No es que sea más frío son más discretos, están emocionados pero disimulan. No te tiran encima un sentimiento grande. Las cosas que tienen escrita los artistas alemanes son fantásticas, evidentemente no son fríos son como jugadores de poker. Nunca sabés cuánto tienen en la mano.

¿Tu persona trasciende al músico?

Sí, el impulso que le doy es fuerte. La intensión de llegar a la gente es muy vehemente. Quiero que se oiga, quiero que se me entienda, que la gente me quiera, que a la gente le guste lo que estoy haciendo, es tan fuerte que todo eso se transforma en un ariete y con eso puedo entrar a la gente. Tal vez eso es lo que hace que de todos los cantantes de Passau me reconozcan, ser el más popular o por ser el decano de ellos, porque soy el único que tiene casi 10 años en el teatro.

¿Qué es el amor de la gente?

Creo que eso es lo que me llevó a mí a ser cantante. Necesito ser amado por la gente. Necesito agradar, que la gente se fascine conmigo pero también exige muchísima entrega, no quiero decir sacrificio pero rayando a eso, no estoy lejos de eso.

¿Cómo es tu relación con el amor en Passau?

Tengo una pareja, Mónika, con quien hace 9 años estamos juntos. Es la persona que me completa y tal vez es el amor que no puedo tener con mi entorno tal vez. Me siento absolutamente cerca de ella, incluso es la persona con la cual más polemizo sobre música porque ella tiene un punto de vista muy interesante que es justamente lo que yo no tengo y hay veces que me ayuda a encontrar los términos medios cuando estoy o deprimido o demasiado eufórico.

¿Cuál es la crítica que te hace habitualmente?

Que no me tome las cosas a la tremenda, que no sea tan peleador, que no sea tan guerrero, que no me oponga a tantas cosas, que no sea tan caprichoso, que no sea tan contestatario. Cuando llego al primer día del ensayo ya sé qué es lo que quiero hacer a pesar de que todavía me falta investigar un montón de cosas pero ya sé para donde voy. Por ejemplo en Hansel y Gretel -que yo hacía- me pedían que la bruja fuese pedófila. ¡A la bruja no la pude hacer pedófila! Toda la producción estaba hecha para que la bruja fuera pedófila, pero no me salió yo lo defendí, defendí el rol a capa y espada.

¿Cómo pensabas vos que debía ser?

Como yo la pensaba cuando era niño que era mala ¡pero no pedófila! que se comía a los chicos que nada más que por la boca. Al final la tiran al horno. Además la música era muy alegre. A la gente le encantaba.

¿Cuál ha sido el personaje que más te ha gustado en el escenario?

A mí me gustan todos pero te puedo decir cuales me han sido los más conflictivos: esa bruja, el Herodes de Salomé, me cuesta hacer los personajes malos porque los defiendo, los transformo en un terrón de azúcar. Busco ponerlo al público de mi lado. No sé si soy demasiado egoísta pero esa es mi intención, esa es mi necesidad entonces veo la forma de salirme con la mía. Me gustó cantar todos los románticos, el que más me gustó es Werther de Massenet, a ese lo hice en el Colón porque como en el Colegio habíamos estudiado Werther de Goethe y me acuerdo que Daniel Yépez y Juan Escalante leíamos y llorábamos del amor de Werther y Charlotte para mí recrear todo eso ¡fue fantástico!

¿Hay algún personaje que seas vos?

Creo que todos, todos tienen partes mías. Eso es lo que me pasa, no me puedo salir de mí. Soy tan mal actor que no puedo salirme de mí. Trato de no repetirme, por supuesto. Como me dice el director del teatro: siempre creas tu propio quiosco. Siempre creas tu escena en medio de todas las escenas, vos creas tu propia escena. Siempre en los ensayos trabajo con mucha intensidad. Mis colegas marcan, yo canto y voy trabajando a full, trabajo muy fuerte lo cual le voy torciendo el brazo lentamente al que quería que haga algo distinto.

¿Reconoces algún director como muy importante en tu vida?

Roberto Oswal del Colón me ha enseñado muchas cosas, me ha enseñado a buscar la luz por ejemplo. Yo hacía un semidios en la obra El Oro del Rin en el Valhalla y me decía no hay un reflector para vos, buscá la luz Oscar, buscá la luz. A partir de ahí busco la luz. Donde está la luz ahí voy. Me ha gustado trabajar mucho con Ricardo Salim, él me estuvo enseñando para hacer algo que no pude hacer. Pero reconozco que lo que él quería ¡era fantástico! y no pudo ser por una limitación mía. También he trabajado con Jorge de Lassaletta hablemos de la gente que más o menos conocemos cuando hizo Guayaquil. Gente muy valiosa.

¿Quién sería tu referente musical?

El músico que hubiera querido ser es Paul Mc Cartney porque tiene todo, es autor cantante, toca todos los instrumentos, piano, bajo, batería, tiene 10.000 voces distintas, nunca canta un tema con la misma voz. Es un prodigio vocal y es un genio musical.

¿Qué es el rock nacional?

Es un movimiento que ya no existe. No es como comenzó. Almendra, Manal, Los Gatos, Vox Dei, Trícupa, Irreal, como un rock and roll tamizado que tenía raíces argentinas absolutamente reconocibles, distinto al rock inglés. Tenía influencia del rock inglés, pero distinto. Influencia del rock americano, pero distinto. De pronto cambió, empezaron a aparecer los grupos que hacían música latinoamericana y aquello que era un movimiento absolutamente nuevo se transformó en un híbrido -que para mí- musicalmente no tienen ninguna o pocas cosas interesantes. Para colmo que no está el Flaco Spinetta ¡se pone más difícil la cuestión! Hay otros autores que no han llegado a ser populares, por ejemplo: Fandermole. No entiendo por qué se fue tan abajo el rock argentino porque realmente apuntaba altísimo era un invento argentino así como es la birome. Ahora ya no existe más.

¿En qué se diluye?

En busca del éxito fácil, en que se va bajando el estándar, se va buscando el nivel popular en vez de hacer que la gente suba a buscar el muy buen nivel que fue. El músico baja y eso para mí es el error que puede tener el músico: transar con ese tipo de cosas. Félix Justiniano Mothe