EEUU fijará en 10 % los aranceles extras para la Argentina

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Donald Trump lanzó nuevos aranceles a más de 70 países y agita el comercio global. La Argentina quedó en el grupo que tendrá el menor de los niveles, al igual que otros países con los que Estados Unidos tiene superávit comercial. Es decir, los aranceles del 10 % se deben a que el país norteamericano le vende más a nuestro país de lo que nos compra.

Estados Unidos solo aplicará un 10% adicional como arancel a los productos de la Argentina, el mismo nivel anunciado en la primera etapa de la guerra comercial que lanzó Donald Trump en su intento por recuperar la centralidad en el mapa global económico. De este modo, el país recibirá una suba de los impuestos a los productos nacionales que se comercializan en el país norteamericano a la medida de lo que ya se había dado a conocer en abril.

Entre los 70 países más afectados los aranceles mínimos parten desde 15%. Pero en el caso de la Argentina, que inmediatamente comenzó a negociar con EEUU apenas Trump anunció el inicio de la guerra comercial, tendrá adicional de 10%.

Aunque Argentina no aparece entre los países directamente alcanzados por las sanciones, el giro proteccionista de EEUU puede tener efectos indirectos. Las restricciones a competidores asiáticos podrían abrir alguna ventana para exportadores locales —por ejemplo, en alimentos o minerales—, pero también podrían encarecer insumos industriales o reducir la liquidez global, en un contexto en el que el gobierno argentino apuesta por recuperar exportaciones y acceso al crédito externo.

En un endurecimiento de su política proteccionista, Trump anunció nuevos aranceles de hasta el 40% para más de 70 países. Europa, India y China están entre los principales afectados. La Argentina, en cambio, entre los que menos.

Según la Casa Blanca, la decisión busca responder a “una amenaza extraordinaria” derivada de los déficits comerciales persistentes y la falta de reciprocidad en acuerdos con otros países. El decreto establece nuevos aranceles diferenciados —que van del 10% al 41%— y endurece los controles para evitar el ingreso indirecto de productos mediante terceros países.

Europa está entre los principales destinatarios de la medida. Todos los bienes importados desde la Unión Europea que actualmente tributan menos del 15% pasarán automáticamente a pagar ese piso arancelario. Para productos con aranceles superiores, no habrá cambios, lo que deja margen para ajustes según cada sector.

Otros países como India, Taiwán, Vietnam e Indonesia enfrentarán alzas de entre el 19% y el 25%, mientras que naciones con menor desarrollo industrial —como Laos y Myanmar— verán subir sus aranceles hasta el 40%.

Incluso aliados estratégicos como Reino Unido, Japón, Corea del Sur, Suiza e Israel fueron incluidos en el esquema, aunque con tasas más moderadas. No obstante, el decreto aclara que los países que “demuestren avances sustanciales en negociaciones bilaterales” podrían ser exceptuados. En esa categoría figuran Brasil, Turquía, Hungría y el propio Reino Unido.

El nuevo marco tarifario no solo incrementa las tasas de importación, sino que también impone sanciones a prácticas de evasión. Se prevé un arancel extra del 40% para productos que, según el Departamento de Seguridad Nacional o Aduanas, hayan sido “transbordados” desde terceros países para eludir los nuevos gravámenes.

Además, el gobierno de EE.UU. publicará cada seis meses una lista de instalaciones sospechadas de participar en este tipo de maniobras, lo que abre la puerta a futuras sanciones comerciales o financieras.

La medida llega en un momento delicado para la economía estadounidense. Según datos publicados este jueves por el Departamento de Comercio, el gasto de los consumidores —motor clave de la economía, que representa más de dos tercios del PBI— subió un 0,3% en junio, mientras que los ingresos personales crecieron en igual proporción. Sin embargo, el índice de inflación subyacente (PCE) se aceleró al 0,3% mensual y al 2,8% interanual, un punto que podría complicar las metas de la Reserva Federal.

Los economistas advierten que estos nuevos aranceles podrían trasladarse a precios internos, generar presiones inflacionarias y complicar las cadenas de suministro globales, afectando a fabricantes estadounidenses y a empresas de todo el mundo.

Este endurecimiento comercial no es nuevo para Trump. Durante su primer mandato (2017-2021), impuso tarifas a productos chinos, se enfrentó con la OMC y desarmó acuerdos multilaterales. Pero ahora, con el control reforzado del Partido Republicano en el Congreso y un discurso aún más enfático en la “reindustrialización” estadounidense, el presidente cuenta con mayor margen político para avanzar con medidas unilaterales.