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Impulsan una ley para abrir el acceso a los barrios privados

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El Gobierno nacional promueve un proyecto de ley para eliminar las barreras arquitectónicas de los barrios privados y countries, y abrir el paso a la circulación vehicular por los pasos ahora cerrados

La iniciativa está en consonancia con la opinión de especialistas que estudiaron el tema en la UNT, según publicó Primera Fuente el año pasado.

La existencia del proyecto de ley fue confirmada por el ministro de Justicia, Julio Alak, durante su participación en la audiencia pública convocada por la comisión bicameral encargada de analizar la reforma del Código Civil. El proyecto "permitirá que se junten en las plazas los ricos con los pobres y los dueños con los empleados para formar la cultura nacional", argumentó Alak.

Por su parte, el presidente del bloque de diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, expresó que la iniciativa que tiene en análisis el Poder Ejecutivo lleva a legislar el rechazo de las barreras arquitectónicas de los barrios cerrados, a los que calificó de "esos hongos urbanos" que se implantan en la trama de las ciudades. Rossi equiparó estas urbanizaciones con "los ghettos" y "las ciudades medievales que separaban a los que vivían bien de los que no participaban de la vida urbana y quedaban fuera de los muros, corriendo muchos riesgos".

La forma urbana de las diferencias de clase

En los últimos 20 años, al impulso del individualismo y el “sálvese quien pueda” consolidado en los 90, se acentuaron las desigualdades sociales y también las distancias que impuso la clase más adinerada con las demás, en términos de espacio físico de convivencia. “Los que tienen” levantaron barreras entre sus propiedades y el territorio de “los que no tienen”; pero no sólo impiden el paso de los potenciales ladrones, sino también se cubren de la mirada de los de afuera, a la vez que evitan ver ellos mismos el mundo de pobreza que suele rodearlos.

Así como en las grandes capitales latinoamericanas se multiplicaron los condominios o comunidades cercadas, inspirados en el modelo norteamericano de la vivienda unifamiliar y la seguridad privada, en Argentina los barrios cerrados tuvieron una expansión vertiginosa.

En Tucumán, la ciudad de Yerba Buena se ha convertido en el lugar preferido para ese concepto diferente de urbanismo que se basa en una lógica de exclusión. El urbanismo tradicional, en cambio se basa en una lógica inclusiva. Así lo define el psicólogo Juan Vicente Garbero Director del Proyecto CIUNT: “Interacción entre tipología barrio cerrado, contexto urbano, imaginario colectivo y ley”, del que es codirectora la arquitecta Marta Susana Cisterna. Estos investigadores definen al urbanismo como una “…metadisciplina compleja, holística, integrada por diversas ciencias, tecnologías y arte, que estudia y planifica el crecimiento y desarrollo de la ciudad, concebida como sistema. Esto exige que todas las estructuras, funciones y procesos urbanos, sean articulados por la Ley y que sus intervenciones sobre la ciudad propendan, con el menor grado posible de conflicto, a integrar la diversidad de estructuras que la conforman, los colectivos heterogéneos que la habitan, y a una interacción con el ecosistema del entorno y con otros sistemas urbanos, en dirección a su desarrollo sustentable” (Garbero J.V., Cisterna M.S. 2010).

Consideran que si bien no es posible emitir un juicio valorativo sobre una tipología urbana “en sí”, es necesario prever su comportamiento para crear regulaciones legales que permitan la planificación urbanística y eviten potenciales conflictos.

“Oservamos que los barrios cerrados no comparten sus espacios, ni sus visuales ni proponen un intercambio sociocultural fluido y directo con el sistema urbano en que se instalan -explicó Garbero-. Por ejemplo, no aportan al entorno ningún equipamiento. No ofrecen ni veredas ni luminarias adecuadas orientadas a proteger y favorecer la circulación peatonal de los vecinos del entorno y tampoco visuales interesantes que lo enriquezcan. Permanecen ocultos tras barreras de ligustros, en el mejor de los casos, porque también se observan con frecuencia cubrimientos con lonas y otros materiales de menor calidad formal y estética como chapas y maderas. En numerosas zonas colindantes con barrios de menor nivel socioeconómico se levantan muros elevados. Y las casillas de entrada con sus guardias siempre atentos a que nadie se detenga cerca, ni mire mucho. Durante el período de relevamiento documental fotográfico del proyecto, en algunas ocasiones, durante los relevamientos fotográficos del proyecto, salieron guardias privadas motociclistas (no policía, desde luego) a ahuyentarnos. Debimos aclararles que mientras estuviéramos en un espacio público íbamos a usar nuestro derecho y no podían impedírnoslo”.

Por su parte, Maristella Svampa, una de las primeras sociólogas del Conicet que estudió el tema, autora de “Los que ganaron”, explica en su libro que el nuevo estilo de vida implica un modelo de “socialización entre nos”. Es decir que los countristas defienden las ventajas de vivir en contacto con gente con estilos de vida similar. O sea “gente como uno”. El nuevo modelo contrasta con el estilo de socialización de los barrios tradicionales donde aún conviven diferentes sectores sociales. Pero la delimitación del espacio sugiere una forma de separación despectiva con el entorno.