Secundaba al doctor Colombres don León M. Rosenvald, posterior propietario del diario, quien era el nervio del poderoso órgano de prensa. Con su clara inteligencia y su actividad incomparable, supo llevar al diario a una situación de esplendor durante décadas, como los años 20, según lo destaca un extenso informe de la publicación “El Norte Argentino” elaborada por el periodista Vicente Padilla.
Es que El Orden representó algo más que una fuerte empresa periodística y para varias generaciones de tucumanos fue como el ”libro mayor” donde se ha anotado todo el movimiento diario de la vida en todos los órdenes de las actividades humanas durante más de 60 años.
A pesar de los vendavales de la política, subrayó las concreciones de las aspiraciones colectivas trasuntadas diariamente en sus columnas; inspirando sus conceptos sobre los intereses perentorios para servir sin vacilaciones ni cobardía los de la colectividad y la prueba es que, se constituyó siempre en un heraldo de la paz, como la fuente que se apaga la devoradora sed de informaciones que acicateaban tanto a amigos como enemigos.
No podía ser de otro modo cuando en sus columnas han escrito nada menso que Domingo Faustino Sarmiento y su amigo tucumano José “Pepe “ Posse hasta la totalidad de la “pléyade” de los periodistas más brillantes que ha tenido el país, una veces como redactores y potras como colaboradores espontáneos.
En su libro "El periodismo tucumano: 1817-1900", Manuel García Soriano señala que El Orden fue la primera publicación local que desde el comienzo se editó como diario, y no como periódico. Sus páginas contenían una amplia información telegráfica de Buenos Aires, de las provincias y del exterior. Notables periodistas como Posse y Alberto Gerchunoff integraron su redacción.
Desde la década del 20, el diario quedó bajo la dirección de Julio M. Rosenvald, hombre joven lleno de grandes condiciones , necesarias para responder con todo éxito a las responsabilidades que comporta el manejo de un diario de tanta importancia, haciéndolo con el tino propio de los veteranos de la prensa. Lo secundaban sus hermanos Marco y José Ricardo, quienes cooperaban a la mejor marcha de la empresa.
El cuerpo de redacción de El Orden estaba formado por periodistas sagaces e ilustrados que se forjaron en el yunque del trabajo y que sufrieron todas las consecuencias de las borrascas levantadas por las campañas del diario, lo que contribuyó a hacerles más simpáticos en el ambiente tucumano, ganándose la voluntad de la ciudadanía.
El jefe de redacción era Juan Antonio Alvarez Blanco y los de las distintas secciones del diario, los señores Carlos María Lanza Colombres, Bernabé S. Aráoz, Villagra y José A. Avellaneda.
En cuanto a los talleres en donde se imprimía el diario, nada debían envidiar a los de mayor importancia en el país. Poseía una máquina rotativa que le permitía grandes tirajes y su tipografía y sección linotipos estaban montadas de acuerdo con los mayores adelantos del arte tipográfico.
Cabe destacar que tales talleres
funcionaban en el imponente edificio de calle 25 de mayo al 200 donde hoy funciona
el Centro Cultural Virla. En su señorial fachada de tres plantas, lucen todavía
grabadas y con legendario orgullo, el recordado nombre de El Orden que
desapareció en 1943, precisamente el año
que marcó un antes y un después, tanto para Tucumán como para la misma
Argentina./Luis Monti