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Periodista de Primera Fuente contribuyó con un documental sobre el camino de un criminal nazi en Argentina

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La tarea de investigación de Rafael Medina, corresponsal de Concepción, resultó importante para Rosario Cervio y Martín Liji quienes filmaron "El vecino alemán", que por estos días se exhibe en el Malba.

El documental que ya fue proyectado en nuestra provincia, en la ciudad de Tafí Viejo, recorre los caminos por Argentina del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, quien en mayo de 1960 fue atrapado por agentes del servicio de seguridad israelita y finalmente fue condenado a la muerte dos años más tarde, por innumerables delitos cometidos contra los judíos y la humanidad.

Los testimonios de los sobrevivientes del Holocausto, especialmente de los combatientes de los ghettos como Zivia Lubetkin, generaron interés. Los cargos contra Eichmann fueron numerosos. Después de la conferencia de Wannsee (enero de 1942), Eichmann coordinó las deportaciones de los judíos de Alemania y de otras partes de Europa occidental, meridional y norteña, a los campos de exterminación (a través de sus representantes Alois Brunner, Theodor Dannecker, Rolf Guenther, Dieter Wisliceny y de otros de la Gestapo). Eichmann planeó la deportación detalladamente. Trabajando con otras agencias alemanas, determinó cual sería la deportación apropiada de los judíos y se aseguró que su oficina se beneficiara de los activos confiscados. También coordinó la deportación de diez mil gitanos (Romaní/Sinti).

Eichmann también fue acusado por ser miembro de organizaciones criminales - Tropas de Asalto (SA), Servicio de Seguridad (SD), y la Gestapo - las cuales ya habían sido declaradas organizaciones criminales en 1946 en el veredicto del juicio de Núremberg. Como jefe de la sección de la Gestapo para asuntos judíos, Eichmann coordinó con el jefe principal de la Gestapo, Heinrich Mueller, un plan para expulsar a los judíos de Alemania a Polonia, lo cual fijó el patrón para las deportaciones futuras. Por esos y otros cargos más, Eichmann fue encontrado culpable y condenado a muerte. El 1 de junio de 1962 Eichmann fue ahorcado.

Su cuerpo fue cremado y las cenizas fueron esparcidas en el mar, más allá de las aguas territoriales de Israel. La ejecución de Adolf Eichmann ha sido la única vez que Israel ha decretado una sentencia de muerte.

El vecino alemán

Después de la Segunda Guerra Mundial el criminal de guerra nazi Adolf Eichmann huyó de Austria hacia la Argentina, en donde vivió bajo el nombre de Ricardo Klement. Precisamente, a partir de hecho es que Rosario Cervio y Martín Liji comenzaron tratar de armar la ruta que siguió el jerarca nazi cuando llegó a nuestro país. Y para sorpresa de muchos, Klement o Eichmann pasó por Tucumán, para instalarse con su familia en Las Estancias, localidad ubicada entre nuestra provincia y Catamarca. 

El documental "El vecino alemá" que por estos días se exhibe en el Malba (Museo del Arte Latinoamericano de Buenos Aires), contiene muchos elementos de investigación aportados por el periodista tucumano, Rafael Medina, corresponsal de Primerafuente.com.ar en la ciudad de Concepción. Al igual que lo hiciera con The History Channel (que también documentó la vida de Eichamann en Argentina), Medina contribuyó al trabajo de Cervio y Liji, quienes así lo reconocieron en una entrevista realizada para el diario porteño Clarín, el que se reproduce a continuación:

“Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar”. Esas fueron las últimas palabras de Adolf Eichmann antes de que lo ahorcaran en Israel, en 1962. Había sido secuestrado dos años antes en San Fernando, provincia de Buenos Aires por un comando del Mossad que lo llevó a Jerusalén para su juicio y posterior ejecución.

Esa frase, impactante para cualquier argentino, fue el último empujón que Martín Liji y Rosario Cervio necesitaban para filmar su opera prima, El vecino alemán. “Esas palabras -explica Cervio- alcanzaron para que Eichmann se volviera parte de la historia nacional. Su paso por nuestro país deja desde entonces de ser accidental o estratégico y queda irremediablemente resignificado: Eichmann vivió entre nosotros y vivió como uno de los nuestros. Tomar consciencia de este hecho, sentir tan cercano (y sin quererlo) a uno de los mayores criminales modernos, fue el punto de partida”.

El documental rastrea los pasos del responsable de la solución final por Argentina. “Comenzamos emulando el periplo que hizo Eichmann una vez que ingresó a nuestro país. A partir de allí, fuimos recolectando información de cada lugar en donde vivió. Nos pusimos en contacto con Rafael Medina, del diario Primera Fuente de Concepción, que también investigaba el tema, y nos dirigimos hacia Tucumán para tomar testimonios de primera mano”, cuenta Liji.

“Tras su paso por Tucumán -agrega Cervio-, Eichmann se instaló en Buenos Aires. Vivió un tiempo en Olivos y luego se mudó a San Fernando. Una vez que identificamos las casas que habitó, fuimos a tocarles timbre a los vecinos. Nos encontramos con muchos que no estaban interesados en hablar sobre el tema y otros que sí tenían cosas que contar”.

En la película, quien oficia de investigadora es un personaje de ficción: Renate Liebeskind, una traductora de alemán (interpretada por la actriz Antonella Saldicco). “No nos interesaba realizar un documental en términos clásicos -cuenta Cervio-. Y sí, en cambio, estábamos interesados en explorar la frontera entre ficción y documental. La presencia de Renate vale como una excusa narrativa y sirve para darle una forma novedosa a la película”. Agrega Liji: “El personaje de Renate nos abría a la posibilidad de observar todo este material, que tiene cincuenta años, con una mirada contemporánea. Es decir, en ella nos encontramos nosotros como jóvenes”.

Ella es quien entrevista a los vecinos que conocieron a Ricardo Klement -tal el nombre bajo el cual vivió Eichmann en nuestro país-, a sobrevivientes del Holocausto, y también a diversos profesionales -periodistas, filósofos, jueces- que agregan datos o reflexiones sobre el caso.

El vecino alemán también muestra imágenes del célebre juicio que llevaría a Hannah Arendt a elaborar el concepto de “la banalidad del mal”, vinculado a la condición de burócrata de este asesino.

Los directores llegaron a una conclusión que va en la misma línea: “Si en un primer momento asociábamos su monstruosidad con la perversidad, hoy la entendemos desde un lugar quizás aún más peligroso: la mediocridad, la desactivación de lo afectivo, la ausencia de pensamiento. Eichmann se justifica una y otra vez diciendo que cumplía órdenes. Pero su lealtad es una lealtad sin pensamiento, que no permite que interfiriera ninguna inclinación natural. Su conducta es inhumana. Y como el hombre no puede ser inhumano todo el tiempo, con el fin de la guerra tiene que inventarse un nuevo tipo de conciencia que le permita seguir viviendo, sepultando todo lo anterior. Y eso hizo acá, en sus años argentinos”.