La Justicia ordenó que se reinicien los trabajos para intentar identificar a desaparecidos que habrían sido enterrados en el Cementerio del Norte entre 1975 y 1983 en el marco de las investigaciones por delitos de Lesa Humanidad. Así, se busca esclarecer los destinos de cerca de 200 cuerpos NN inhumados y cumplir con el derecho a la verdad de familias aún sin respuestas.
El juez subrogante del Juzgado Federal N° 2, el catamarqueño Guillermo Díaz Martínez, a instancias de Agustín Chit, subrogante de la Fiscalía Federal N°2, con la coordinación del fiscal federal a cargo de la Oficina Tucumán de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, Pablo Camuña, y la participación de la auxiliar fiscal Valentina García Salemi ordenó retomar las tareas forenses en el Cementerio Municipal de San Miguel de Tucumán
La ejecución estará a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), una entidad clave en la búsqueda y restitución de personas desaparecidas por el terrorismo de Estado.
Según un informe de la página oficial Fiscales.gob.ar, este nuevo impulso a la investigación cuenta con respaldo logístico y presupuestario: el Ministerio Público Fiscal gestionó los recursos ante el Consejo de la Magistratura de la Nación, aprobados este año. Simultáneamente, se estableció un trabajo articulado con la Municipalidad de San Miguel de Tucumán para garantizar las condiciones necesarias para el desarrollo de las labores periciales.
"La investigación tuvo inicio hace ya un tiempo y se reactiva a instancias de la fiscalía que subroga Agustín Chit, con el objetivo de tratar de encontrar e identificar los restos humanos que pudieran estar enterrados allí y que tengan origen en la época de la represión ilegal. Se procura profundizar la investigación, para lo que hizo falta una gestión muy importante por parte de la fiscalía, sobre todo en la adquisición de fondos y recursos", explicó Racedo.
Los antecedentes documentales, iniciados en 2005, revelaron que entre junio de 1975 y diciembre de 1983 fueron enterradas sin identificar cerca de 200 personas –rotuladas como “NN” en los libros del cementerio municipal– distribuidas en cuatro sectores específicos del cementerio. Esto puso en evidencia un escenario sistemático de inhumaciones clandestinas.
Entre 2006 y 2008, el EAAF junto al Grupo Interdisciplinario Arqueológico y Antropológico de la UNC (GIAAT) excavaron arqueológicamente 436 fosas, algunas con múltiples inhumaciones, hallando ocho cuerpos que fueron identificados y entregados a sus familiares, mientras que otros 61 restos permanecen sin identificar por falta de muestra genética. Además, cuatro personas fueron identificadas por huellas dactilares, aunque sus cuerpos no pudieron ser recuperados.
El rol del Equipo Argentino de Antropología Forense
Con 40 años de trabajo incansable, el EAAF ha logrado localizar 1.647 restos óseos o registros de homicidios vinculados al terrorismo de Estado en Argentina. Hasta la fecha, un total de restos de 838 personas desaparecidas han sido encontrados e identificados.
En estas cuatro décadas, el EAAF ha rastreado más de un centenar de cementerios, ex centros clandestinos de detención y sitios furtivos de inhumación en busca de los cuerpos que los militares hicieron desaparecer y cuyo paradero nunca han querido revelar. Buscaron por toda Argentina, pero también en Uruguay y Paraguay, países vecinos a los que la dictadura argentina pudo llegar gracias al Plan Cóndor. En 91 de esos lugares realizaron hallazgos: algunos habían sido enterrados en tumbas anónimas, otros quemados, otros apilados en enormes fosas comunes como la del Pozo de Vargas, en Tucumán, de donde se han recuperado restos de 149 víctimas.
"La identificación de un cuerpo permite a las familias cerrar la búsqueda y poder despedir a su ser querido. Pero el trabajo del EAAF va más allá de ofrecer una certeza genética: busca reconstruir qué le pasó a cada persona desde el momento de su secuestro. Además, cada nueva identificación“ amplía el conocimiento sobre el conjunto de víctimas de desaparición forzada”, señalan en la web del EAAF.
Del total de personas identificadas, el 71% eran varones y el 29% mujeres. Seis de cada diez víctimas tenían entre 20 y 29 años y la mayoría de ellas fueron asesinadas por heridas de bala, aunque también se encontraron evidencias de muertos por asfixia, por inmersión, carbonización, edema agudo de pulmón y politraumatismos. El mayor porcentaje de las personas identificadas desaparecieron en 1976 y 1977, en coincidencia con los años en los que hubo más denuncias por desapariciones.
Los números que registra el EAAF son un golpe al discurso negacionista de la dictadura que volvió a cobrar impulso por el Gobierno de Javier Milei, que justifica la represión ilegal del Estado como respuesta a la lucha armada de varias organizaciones políticas en los años setenta. Un total de 1.233 personas, en su mayoría militares, han sido condenadas por delitos como secuestros, torturas, violaciones, robo de bebés, homicidios y desapariciones entre 1976 y 1983.
De los restos recuperados, aún se desconoce la identidad de 809. Puede ser porque haya familias que no sepan que existe la posibilidad de encontrarlos a través de la genética forense. O porque los perfiles genéticos de los restos recuperados están tan degradados que el escaso ADN extraído es insuficiente para dar un resultado certero. O porque ya no queden familiares vivos de la víctima.
La búsqueda del EAAF tiene en contra el tiempo —por la muerte de familiares—, pero choca además con un muro infranqueable, la desaparición sin dejar rastro de las víctimas de los vuelos de la muerte. Aunque hay escasos registros, la Justicia ha logrado probar que en algunos centros clandestinos de detención —como los de la Escuela Mecánica de la Armada, Campo de Mayo y El Olimpo— muchos de los secuestrados fueron drogados y subidos atados de pies y manos a un avión para ser arrojados desde gran altura al Río de la Plata. Murieron por el impacto contra el agua. Las corrientes arrastraron unos pocos cuerpos hasta la orilla y la dictadura los enterró en silencio, en secreto y sin nombre. Los demás, nunca fueron encontrados.