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De la docencia al Tarot

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Viviana Robles es una joven tarotista que se consolida en su oficio de “achicar” la incertidumbre de las personas desde su consultorio ubicado en un barrio de los arrabales..Conocé su historia.

Todo empezó con unas imágenes que le habían regalado: simbología celta.

Un 16 de febrero nació Viviana Robles, hoy tarotista reputada. Era una niña común egresada de la Escuela de Comercio y estudiante de Psicología en la facultad de la UNT, abandonó en 3° año e hizo un terciario en pedagogía de donde egresó como profesora de enseñanza básica.

Estaba impactada por las imágenes celtas y la empezó a esculpir en madera. Por algo había llegado a sus manos. Ahí arrancó lo que sería su oficio. Empezó a formarse leyendo textos sobre el tema o sea es autodidacta.

Cuando se sitió fuerte en lo que hacía lo llamó a un amigo que oficiara de paciente. Él se lo bancó. Le acertó varias cosas por lo que entendió que sería posible seguir en este camino al que había llegado impensadamente.

Se dijo a sí misma que era como haber nacido con un don pero cultivarlo le significaría consolidar un oficio.

En los senderos de los hombres la incertidumbre está presente con mucha fuerza y achicarla es una tarea.

Cuando se reconoció certera empezó a atender en su consultorio a todos los que creía que podía ayudar.

En su discurrir cotidiano decidió que siempre le buscaría la explicación más positiva y guiar en la medida de lo posible por los caminos que conduzcan a los resultados que hagan bien.

La curiosidad periodística nos metió en su consultorio en un barrio de los arrabales.

Tiene dos juegos de cartas, las españolas muy conocidas (lo raro es que son redondas) y las barajas de tarot.

Las primeras sirven como para acercarse a lo cotidiano y las otras para asuntos más mediatos.

Toma los datos del paciente, nombre, apellido, fecha de nacimiento. Eso le da paso a lo que llama la apertura del oráculo. Mezcla las cartas, el paciente corta –con cualquier mano- y las distribuye sobre la mesa. Ahí lee lo inmediato, como quien dice, se acerca más a su interlocutor.

Después que hace esa lectura recién toma el tarot y lo distribuye para ver qué cosas tiene para decir. Ella dice que lee. Rara vez tiene una videncia. Pero si la tiene la dice, es como si fuera que corre por carriles separados de lo que “lee” en la posición de las barajas.

En un tiempo, como quien descansa, se fue a Neuquén a tomarse un año sabático ejerciendo como docente. Esa estancia le dio la tonada que tiene ahora y que parece que no fuera tucumana.

Volvió al pago y la reconocen por sus virtudes, por sus aciertos y ahora se está convirtiendo en una mediática tarotista porque está como columnista en Radio Prensa.

Es breve de estatura, de pelo lacio, ojos vivaces y movedizos. La voz medio ronquilla y tonante. Tiene una risa fácil y es cálida.

Por Félix Mothe