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Un director venezolano descubre Tucumán a partir de su arte

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NELSON URDANETA Ampliar
Nelson Urdaneta nació el 29 de diciembre de 1980 en Maracaibo, Venezuela. Llegó hace 5 años y un par de meses a la Argentina. Vino a estudiar cine en Buenos Aires en la escuela de Eliseo Subiela. Hace 10 meses su compañera –también venezolana- fue contratada por la Orquesta Estable de la Provincia como intérprete de Corno Francés, por eso hoy están en Tucumán.
Nelson Urdaneta A

Viviendo en Buenos Aires, ella se formaba en el Colón y él escribía su primera película por lo que le daba los mismo estar allá o acá. 

Cuando el proyecto de la miniserie El Eterno estaba en sus inicios el director se fue a Portugal, en la primera parte del proyecto, y me llamaron, “casi por casualidad, cuando estaban a punto de filmar”, cuenta Nelson.

La miniserie cuenta la historia de un político corrupto le interesó de entrada. Transcurre en los años 90’. Es el ascenso de un neoliberal, menemista que se hacía pasar por peronista. 
Pero es un tema sensible porque sea del lado que sea terminan robando y la corrupción siempre está latente en todo. Entonces “ahorita lo que pasa en Venezuela me sentía muy identificado del polo político que sea y todos terminan siendo lo mismo. Me pareció un tema universal que podía ser interesante de explorar”. 

“Yo no trabajé en la idea del guión como tal. Ya tenía una estructura bastante marcada con respecto a eso y una visión política muy concreta y fue muy interesante trabajar en ese proceso: adaptar una historia que ya estaba escrita”. 

La experiencia fue original para mí –cuenta Nelson “sólo había trabajado historias que yo mismo escribía y ese proceso fue muy lindo porque tenés que entender al que está escribiendo e ir interpretando eso”.

¿Cuál es la analogía con tu país?
 La analogía que hay con Venezuela es la corrupción, es el tema central que viene ocurriendo en el mundo desde siempre, es el problema de la democracia. Se repite sobre todo en América Latina. Creo que la gente no puede estar tanto tiempo en el poder porque –a mi modo de ver- siempre terminan corrompiéndose. Este político de la serie, que es un personaje ficcional, que no existió en realidad encarna un poco eso: la avaricia, la mentira. Las triquiñuelas que utilizan los políticos para llegar al poder y después mantenerse.

¿Cuáles son las diferencias que vivís entre tu país y la Argentina?
Diferencias bastante sustanciales porque Venezuela está sumergida en una crisis horrible se han tomado una serie de medidas políticas y económicas que han hundido al país. Nosotros somos dependientes del petróleo. No producimos más nada. Se sabe que tenemos los recursos naturales para hacerlo. A mi me indigna que las calles de Argentina estén mejor pavimentadas que las calles de Venezuela cuando somos el país con más reservas petroleras del mundo. Es inadmisible y con una buena facturación que tuvimos hace un par de años es absurdo que siga ocurriendo eso. Eso es una diferencia básica que podés notar. O que el transporte público funcione acá en las distintas provincias donde he estado y que en Venezuela sea un caos. Hay cosas elementales. Me parece que tiene que ver con la idiosincrasia.

¿Qué te atrae de este país?  
Siento que es un país que le gusta mucho trabajar, es un pueblo muy trabajador, en Venezuela somos un poco más holgazanes por así decir, pero no hago ninguna generalización, para nada. 

¿Cómo se integra tu familia?
Mi padre es abogado y mi madre es psiquiatra. Ellos siguen viviendo en Maracaibo. 
Tengo una hermana mayor y un hermano que murió. Fue un poco la razón por la que vine a la Argentina, vine a estudiar también vine cansado de la inseguridad porque Venezuela es el país más inseguro del mundo o el segundo más inseguro del mundo. Nos robaron muchas veces en muy poco tiempo y nos cansamos y no había mucho con qué afrontar eso o te vas o mueres en cualquier momento. Y la tercera razón es porque mi hermano murió y había estado 6 meses antes de morir en Buenos Aires y cuando volvió me dijo que le había encantado la ciudad y quería que yo la conociera y le parecía que todo giraba en torno al cine. Vino en el marco del festival. Él muere por la explosión de un aneurisma cerebral, tenía 27 años, era deportista, una sorpresa muy impactante. Fue como la gota que derramó el vaso y como él tenía ganas de que yo conociera, vine y me siento muy cómodo. Es mi segundo país. Es un país que nos ha recibido con los brazos abiertos. Estamos muy contentos y muy agradecidos.

¿Cuál es tu próximo proyecto cinematográfico? 
Estoy por hacer un cortometraje sobre los últimos días de Horacio Quiroga que transcurre en 1937 en Buenos Aires. Es un corto que escribí hace muchos años cuando todavía estudiaba en la Escuela Subiela que había pensado desde Venezuela. Pensaba adaptarla en Tucumán pero no me convenció mucho. Es complicado por la época. 

Contame sobre ese proyecto.
Transcurre en los últimos días de la vida de Quiroga cuando él está internado en el hospital de Clínicas de Buenos Aires a causa de un cáncer de próstata que le habían detectado.

¿Qué te impresiona de esta historia?
Siempre me gustó Quiroga, en el colegio leí sus cuentos, es un personaje con el que siempre estuve muy identificado es una influencia muy grande para mí. Me impresionó su vida porque siempre estuvo marcado por la tragedia, por la muerte, por eso hablaba con tanta propiedad en sus cuentos. La historia cuenta que en sus últimos días fueron bastante particulares y muy parecidos a uno de sus cuentos. El corto se llama “El Último Cuento”: mientras está en el hospital encuentra que hay un monstruo encerrado en el sótano. Él lo logra liberar era una persona con una enfermedad que tenía el Síndrome de Proteus son tumores en todo el cuerpo que lo deforman. Quiroga, gracias a su carácter y cierto prestigio que ya tenía influye para que lo saquen del sótano y esa persona se convierte en su confidente y eso me parece algo muy hermoso. Partí de ciertas investigaciones que hice leyendo la historia de él. No sé si el personaje existió realmente. Es una metáfora, como el propósito del arte. Relacionarte con los monstruos que tenés adentro. 

¿Qué pensás sobre el séptimo arte?
Para mi es el medio con lo que me puedo relacionarme con mis monstruos, con mis demonios, de expresar mi manera de ver la vida. Mi acercamiento con el cine es de cuando tenía 7 años, una camarita de Súper 8 que no tenía película, era de mi Viejo y yo la agarraba sin película y trataba de filmar a los vecinos, era una especie de espionaje. No podía filmar nada pero las películas quedaban dentro de mi memoria. Después tuve una cámara de video o grababa a mis amigos, situaciones así muy particulares, así como conversar. Después empecé a ver muchas películas usar el cine más como lenguaje. El punto más álgido fue en la Habana cuando fui al festival de cine en el 99’ vi una película que me rompió la cabeza: El Sabor de la Cereza, una película iraní que me hizo entender el potencial que tiene el cine como herramienta. A partir de ese momento me dije esto es lo que quiero hacer. Ahí empecé a estudiar, a ver más películas. En Venezuela también me había criado en la Cinemateca como espectador, después trabajando tuve otro aprendizaje. Cuando me vine a Argentina es porque quería estudiar cine. Mi experiencia en la escuela de Venezuela había sido un poco precaria un momento que no estuvo muy bueno y sentía que tenía que volverlo a hacer para dominar un poco más la parte tecnológica y en Buenos Aires conseguí un grupo de trabajo con amigos que estaban en la misma situación que yo e hicimos un par de cortos. Quería conseguir mi propia manera de narrar las historias porque en cine no se aprende de otra forma se aprende filmando y viendo el resultado final con el público ni siquiera con la edición, es un proceso complejo y bastante largo. Por más que uno tenga una idea el resultado final es el encuentro con el público. 

¿Qué dicen tus cortos?
Hice tres cortos con situaciones muy simples imagen y sonido sin diálogo para entender eso de manera orgánica para contar historias. Es encontrar en una exploración personal, interior. Algunos son recuerdos de la niñez cosas más relacionadas con imágenes fijas o pensamientos que vinieron a mi mente en un determinado tiempo que se repetían o imágenes que querían salir o que querían ser expresadas. O una exploración onírica. 

Después de la experiencia en Bella Vista ¿a partir de ahora, a dónde vas?
A partir de Bella Vista, de Amaicha y San Miguel ha sido una experiencia muy enriquecedora porque trabajamos con gente que no tenía ninguna experiencia en cine, actores que no eran actores gente que se dedicaba a otra cosa y que logramos convencer para que participaran. Incluso en Amaicha había una francesa a la que convencimos de que participara como extra. Ella ya se iba y quiso participar con el compromiso de mandarle la serie para que la vea. Fue un proceso muy lindo. Primero descubrí una cosa que era una corazonada. Es gente –como todos los argentinos- que tienen un don histriónico que está ahí latente basta dar una pequeña indicación para que aflore y segundo que trabajamos con mucha libertad. Me ha gustado mucho la experiencia en Tucumán porque siento que es el corazón de Argentina en realidad. Tiene un nivelo cultural muy alto y que pasan muchas coas aquí sobre todo en el tema de la música. Teatro y música me ha impresionado. Quisiera seguir explorando acá a ver a dónde me lleva el cine. Ahora queremos hacer la segunda temporada de El Eterno pero no sé para dónde se va a ir el guionista, ni de qué va a tratar concretamente. 

¿Volvés a Venezuela?
Sí, puede ser es un país muy lindo, está mi familia, me gusta el país pero hay cosas que no comparto ya porque me siento muy cómodo en la Argentina por varias razones: la seguridad, que las cosas básicas funcionen y me gusta más el clima. Vengo de una región de 40 grados todo el año. Me gusta disfrutar las cuatro estaciones pero mi país es mi país. No quiero desvincularme. Es muy probable que termine viviendo allá o yendo frecuentemente. Ahorita es un caos el país y no me siento cómodo y creo que nadie se siente cómodo allá tampoco. Por Félix Justiniano Mothe