Se detallaba que los fragmentos óseos, recuperados por el Colectivo de Arqueología para la Memoria y la Identidad Tucumana (Camit), correspondían a Francisco Eduardo Díaz, Moisés Antonio Ferreyra, Luis Herrera y Héctor Raúl Vázquez.

“Las cuatro víctimas fueron arrojadas al Pozo de Vargas. Hasta acá tenemos 48 nuevas identidades. Tenemos nuevas reasociaciones, entre ellas tengo la de mi padre y esperamos tener nuevas notificaciones, que sean de nuevas víctimas; es lo que todos los familiares están esperando”, contó Josefina Molina, hija de Dardo Molina (dirigente político asesinado durante el terrorismo de estado en Tucumán), quien destacó el gran trabajo que se realiza desde el Camit.

“Porque se está demostrando la metodología usada y la torturas que ellos pasaron hasta ser arrojados muertos o vivos. Hay estudios donde se demuestran que el cuerpo se desintegra en ése pozo, hay testimonios que indican que si arrojaron personas vivas. Para mí, el Pozo de Vargas, es la muestra del terror de todo lo que hicieron éstos genocidas”, resaltó.