Inicio / Politica / MILEI SE SUPERA DÍA A DÍA

De la libertad de morir de hambre a la "teoría" del trabajador explotador

- -
El presidente aseguró que los trabajadores no pueden ser explotados porque "compran dinero a cambio de trabajo". Antes había afirmado que la precarización es a voluntad del empleado, porque este puede elegir libremente morirse de hambre.

Del mismo creador del "podés elegir morirte de hambre", ahora llega "la explotación no existe", "salvo que el trabajador esté explotando al empresario". Entre la primera afirmación y la segunda pasaron tres años. En el medio, quien la pronunció tuvo un enorme crecimiento de popularidad y pasó de ser diputado a presidente de la Nación.

Aunque las premisas anteriores parezcan disparates que no tienen ninguna vinculación, forman parte de una misma lógica y permiten entender, en cierto modo, el razonamiento detrás de las decisiones que viene adoptando el presidente. Ambas reflejan una postura liberal que considera el contrato de trabajo como una simple transacción entre propietarios libres e iguales. Unos, propietarios de los medios de producción, y otros, propietarios de la fuerza laboral. En el pensamiento de Milei, y de otros antes que él, empleador y empleado realizan un intercambio voluntario que no esta sujeto a condicionantes económicos ni históricos.

Basado en este supuesto, desde el Gobierno creen que cualquier intromisión estatal que obture ese librecambio debe ser eliminado. En esa línea, en diciembre del año pasado, el vocero Manuel Adorni aseguró que no debería existir el Salario Mínimo (que fija el piso legal que deberían respetar las empresas), el cual consideró un "error conceptual", porque impide a los empresarios pagar menos a los trabajadores que estén dispuestos a cobrar menos por su fuerza de trabajo. Dicho en criollo, el Salario Mínimo evita que los empleadores, aprovechando la necesidad de subsistencia de las personas, ofrezcan salarios de indigencia y exploten a sus empleados.

Del mismo modo rechazan la negociación colectiva, porque pone al empresariado en "una relación desigual", en la que debe aceptar abonar salarios por encima de lo que realmente desearía, sometido a la presión de sindicalistas inescrupulosos. De allí a que desde el inicio ha buscado debilitar a los sindicatos y asociaciones obreras, para "igualar la cancha". Lo lógico es que cada trabajador fije el precio de su trabajo y que cada empresario pague por el mismo el valor de su preferencia.

Y como la remuneración es, como ya dijimos, una simple transacción como la de cualquier otro bien, no existe posibilidad alguna de explotación del obrero. Esta tesis se sustenta en la idea de que los trabajadores le venden trabajo a su empleador, a cambio de pesos para -con esos pesos- comprar otros bienes, tal y como lo afirmó Milei en su intervención en el 11º Latam Economic Forum 2025. "Ustedes le compran dinero a su empleador. Se acabó la Teoría de la Explotación”, subrayó, para dejar sentada una lógica que intenta convertir en transacción equitativa lo que, para millones en todo el mundo, representa una relación desigual.

La premisa del mandatario apunta a "destruir" la teoría marxista que sostiene que los trabajadores son generadores de riqueza y que el empresario se apropia de la "plusvalía" que estos generan. Para tal fin, invierte el principio que rige la relación entre "capitalista" y "proletario", históricamente desigual, en la que unos pocos ostentan los medios de producción y subsistencia, y los millones restantes solo tienen por ofrecer su fuerza de trabajo.

Este concepto además empalma a la perfección con su idea de que el trabajador puede elegir libremente, no teniendo porque someterse a tratos injustos y a percibir salarios por debajo de lo que necesita para cubrir todas sus necesidades. Por el contrario, si no está conforme con el salario y las condiciones ofertadas por un empresario, puede optar por trabajar para otro. Y si todos ofrecen pésimas condiciones, "también es libre de morirse de hambre si quiere". 

Ignorando lo preverso que suena tal argumento y tratando de seguir la línea de pensamiento mileista, tampoco tiene ninguna lógica que pueda siquiera considerarse como una opción a elegir la muerte, ya que el instinto de supervivencia llevará inexorablemente a cualquier ser humano a realizar hasta las acciones menos pensadas para mantenerse con vida. Por lo tanto, la elección deja de ser libre, pues la voluntad está condicionada por el hambre y el temor a morir de inanición.

La brutal tesis de Milei -y de los que la defendieron antes que él- busca insensibilizar a la opinión pública ante una relación social desigual que es la base de la explotación, introduciendo al análisis elementos tan falases como despreciables. La noción de que una persona es libre porque puede elegir la opción de no ser explotado y morir configura un razonamiento bestial que cruza la barrera de lo inmoral. Pero para ser justos, el libertario también planteó en algún momento que podría exisitir otra posible opción. Si tan solo el marco normativo se lo permitiera, los pobres podrían vender sus órganos. ¿Para qué aceptar la explotación si te sobra un riñon?