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A paso lento restauran la capilla de Villa Chicligasta, una de la más viejas del norte argentino

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Un equipo de primerafuente llegó hasta la pintoresca localidad de Villa Chicligasta, en el departamento Simoca, para conocer en detalle la estructura del añejo edificio que data de 1797 y que fue declarada monumento histórico nacional en 1943.
A pesar de que la capilla Nuestra Señora de la Candelaria fue declarada monumento histórico nacional en 1943 la restauración y el cuidado de este patrimonio cultural ha sido lento, casi en el olvido. 

Desde hace unos meses los arquitectos, Rodolfo Loberza, Nelson Zerrizuela y Analía Figueroa, oriundos de Concepción, a través del plan nacional Más Cerca montaron el Proyecto de Restauración Integral y Puesta en Valor del Monumento y comenzaron restaurar parte el templo.

 La historia que guarda este monumento y la posibilidad de hallar restos arqueológicos indígenas motivó aún más el trabajo de los profesionales. “Cuando nos encargaron esta obra no dudamos un instante en aceptar. La restauración de un edificio histórico es una posibilidad que, lamentablemente, no se da con mucha frecuencia. Como estudiantes, en la facultad, tuvimos la oportunidad de aprender sobre las características de la arquitectura de diferentes épocas de la historia de la humanidad, comprender como el diseño de un edificio de cierta relevancia en un determinado pueblo o ciudad, responde a la cosmovisión de ese momento histórico y refleja la vida misma de su gente. Nos sumergimos en la lectura de la documentación recibida y creció nuestro interés por llegar cuanto antes al lugar, para constatar, “en vivo”, aquello que hasta el momento teníamos en papeles. Uno de los temas que más nos movilizó fue la posibilidad de encontrarnos ante hallazgos arqueológicos indígenas. La lectura de la breve historia del poblado que nos facilitaron, su dinámica social, política y económica, nos generó esa inquietud”, contó a primerafuente la arquitecta, Analía Figueroa. 

La capilla se encuentra en Villa Chicligasta a unos 85 Km. al este de San Miguel de Tucumán y se accede a través de ruta nacional 157, luego se empalma por ruta provincia 328, por un camino de tierra, transitando unos 13 Km y se llega hasta el pueblo. 

El edificio data de 1797 según reza la fecha tallada en la puerta principal. Sin embargo un cartel ubicado en el ingreso detalla que el lugar estaba poblado desde los inicios de la conquista española. En 1595 San Francisco Solano estuvo en el lugar; es muy posible que haya existido una capilla, sobre cuyas ruinas se construyó la actual que data de 1797. 

“La capilla está ubicada frente a la plaza principal del poblado, se destaca su arquitectura de época en el entorno: blanca con cubierta de tejas coloniales. Parados en ese espacio a modo de atrio, conformado por la prolongación del techo y flanqueado a la derecha por la torre y a la izquierda por la prolongación del muro, lo primero que observamos fue la fecha inscripta en el dintel de la entrada: 1797; pero lo más seguro es que esta fecha corresponda a alguna remodelación del templo, no a su efectiva construcción, que seguramente se dio mucho antes. La puerta de acceso de gruesa madera maciza, cortada y tallada a hacha, habla por sí misma de la edad del edificio”, detalla el arquitecto Loberza. 

El templo posee muros de gran espesor que alcanzan en algunas de sus partes hasta 1 metro. En los últimos años pocos fueron los intentos de mantener en buenas condiciones la antigua estructura, aunque reconocen los profesionales, que existen signos de reparaciones precarias que afectan estéticamente a la construcción. 

“El templo posee una nave única de desarrollo longitudinal. Sus muros de un espesor que oscila entre los 80 centímetros y 1 metro están revocados a la cal y se observa en ellos el deterioro causado por la humedad, seguramente producido por la ausencia de una capa aisladora. La instalación eléctrica está obsoleta y presenta signos de reparaciones precarias que afectan estéticamente la construcción. Detrás del altar (actualmente de mampostería de ladrillos) se destaca un retablo de madera, con imaginería de gran valor histórico. El púlpito y el retablo lateral, construidos también en madera, completan este equipamiento eclesial que constituye uno de los ejemplos de mayor valor patrimonial en la provincia de Tucumán. Contigua a la nave se ubica la sacristía. Al mirar hacia arriba descubrimos un sistema de cabriadas (estructuras triangulares) de madera que hacen de soporte de la cubierta. El cielorraso se resolvió con tejuelas cerámicas que apoyan en correas de madera Al salir del templo por una puerta lateral para recorrerlo en su perímetro, observamos que a ambos lados de la nave principal se adosan galerías. Las mismas poseen columnas de apoyo y vigas de madera y la cubierta la constituye la prolongación del techo de la nave principal. Mientras caminábamos por esos pisos que sabíamos que debían ser retirados, pensábamos en lo que podíamos encontrar debajo de los mismos. Nuestra imaginación fue alentada por vecinos que se acercaron, curiosos, a saber qué hacíamos allí y nos contaron sus historias (reales o imaginarias) sobre la historia de este lugar sagrado” señala, Zerrizuela. 

En lo que se refiere a la fachada los tres arquitectos coinciden que guarda componentes típicos de la arquitectura del litoral guarinítico con las iglesias de corte colonial del noroeste argentino. 

“El espacio abierto que rodea a la capilla, contribuye a destacarla en su entorno. Mientras si hacemos un recorrido nuevamente en el frente de la misma nuestra atención se centra en la torre-campanario. Su volumetría adosada a la nave, destaca la línea vertical en contrapunto con la horizontalidad de la nave. La torre de base cuadrada, remata en una cúpula peraltada. Todo el conjunto es de una volumetría simple y de clara organización espacial y funcional. Fusiona componentes tipológicos de la arquitectura del litoral guaranítico con la tradicional arquitectura colonial de las iglesias del noroeste argentino”, explicaron los especialistas.

Villa Chicligasta, un pueblo con años de historia pero olvidado

Villa Chicligasta, se quedó encriptada en un paisaje antiguo. La plaza principal rodeada de viejas casas y árboles son fieles testigos del paso de los años. Según los vecinos más antiguos con una memoria incomensurable relatan orgullosos, cuando siglos atrás, este lugar era una posta obligada de los viajeros que pasaban con sus carretas rumbo al norte del país.

 “La gente “de antes” nos contaban que por aquí pasaban las diligencias camino al norte. Era paso obligado, en esa época este lugar era muy conocido”, explicó, José, poblador de toda la vida. En la actualidad viven cerca de 4000 habitantes y aquellos años de esplendor y de importancia quedaron en el recuerdo. Durante los últimos años han sido noticia porque sufrieron en varias oportunidades inundaciones por el desborde del río Gastona y también por la cercanía que existe con el dique El Frontal distante a sólo 7 Km. En el 2005 un fuerte temblor causó una profunda grieta sobre el campanario de la capilla y corrió riesgo de que se desplomara. Desde hace unos meses a través del Plan Más Cerca el edificio comenzó a restaurarse despaciosamente.

“Hace más de 10 años un fuerte temblor causó que la iglesia principalmente en al zona del campanario se agrietara. La grieta tenía cerca de 3 metros y se extendía desde la mitad de la torre hasta la cúspide. La gente que estaba en ese momento al frente de la comuna hizo el reclamo a las autoridades de la Provincia para que tomen cartas en el asunto pero no pasó nada. Ahora con el Plan Más Cerca estamos haciendo algunas obras de restauración y esperamos que en los próximos días nos llegue otra partida. Hay muchas cosas para hacerle todavía, pero todos los trabajos que se hacen es bajo la supervisión de técnicos”, contó a primerafuente, Luis Alberto González, comisionado comunal. 

La capilla data de 1797 según reza la fecha tallada en la puerta principal. Sin embargo un cartel ubicado en el ingreso detalla que el lugar estaba poblado desde los inicios de la conquista española. En 1595 San Francisco Solano estuvo en el lugar; es muy posible que haya existido una capilla, sobre cuyas ruinas se construyó la actual que data de 1797. El sitio era punto de paso obligado para las carretas que llegaban a Tucumán. En la actualidad todo ese contexto se ha revertido, la falta de trabajo y el éxodo de los vecinos hacia otros sitios buscando un mejor futuro es moneda corriente. Aunque sus pobladores confían que la restauración de la capilla Nuestra Señora de la Candelaria podría ser una salida laboral fomentando el turismo religioso en la zona. 

“Según nos contaron nuestros abuelos y personas que vivieron en la zona, la capilla es la más vieja del norte argentino. La imagen de Nuestra Señora de la Candelaria es del siglo XVI pero está guardada, la que se exhibe es una réplica. Estamos luchando para que podamos revertir la dura situación en la que vivimos, cada vez hay menos pobladores porque los jóvenes se van a buscar nuevos horizontes. Sabemos que nuestro pueblo podría ser visitado por miles de turistas durante el año y eso nos ayudaría a todos a mejor nuestra realidad”, estimó, González.

Otras de las preocupaciones latentes dentro de la comunidad en su conjunto es el desborde del río Gastona en épocas de lluvias. Según contó el Comisionado Comunal existe un compromiso del gobierno de la Provincia para realizar obras de encauce y la construcción de defensas. 

"Hace unos días nos visitó el gobernador Juan Manzur y nos prometió ayudarnos con estas obras. Hay que drenar el río porque el cauce tiene un piso elevado. Nos prometió hacer defensas, estamos muy cerca de El Frontal y parece que el agua se nos viene encima cuando se colmata”, explicó. 

Por Rafael Medina