El matrimonio de Abel Herrera, ingeniero electrónico y Georgina Simerman, estudiante de medicina, militantes del ERP son sus padres.
“El operativo militar en 1975 comenzó con allanamientos, detenciones masivas y secuestros de activistas y pobladores en la ciudad capital y en toda la zona de Famaillá, Monteros y Santa Lucía, y con una ola de atentados contra los domicilios de dirigentes y abogados defensores de los derechos humanos, como los casos de Ángel Pisarello, Juan Carlos Ponssa y Gerardo Maxud entre otros. Una treintena de integrantes de la Triple A encubiertos como ‘funcionarios’ del Ministerio de Bienestar Social arribaron con José López Rega para sumarse a la represión amparados por los decretos secretos de Isabel Perón, que disponían la participación de ese ministerio en el denominado Operativo Independencia”. Refiere el historiador Roberto Pucci. El 16 de septiembre de 1975 Abel caminaba por la avenida Roca con Daniel Cantos Carrascosa. Los ven desde un patrullero. Corren. Los atrapan. A Abel, con un enjambre de heridas, lo “curan” en el Hospital Padilla, mientras policías miraban con ojos de granito amenazantes,contó un médico en voz baja a los familiares, tiempo después. Los llevaron al campo de concentraciónLaEscuelita de Famaillá. A Herrera lo torturan con grandes excesos. De Campos Carrascosa no se supo. Veintiún días después.
En el diario La Gaceta publicó el miércoles 8 de octubre de 1975, en la página 6 se leía: Identificaron a Cuatro Extremistas Muertos.
“En relación con un enfrentamiento armado registrado en la madrugada de la víspera en la zona de Yerba Buena, la jefatura de policía dio a conocer ayer un comunicado en el que consigna la identidad de los cuatro extremistas muertos (…)Hugo Silvio Macchi, Abel Herrera, Adán Rodolfo Leiva y Daniel Fernando Campos Carrascosa”.
Ningún vecino del lugar, donde los encontraron muertos, se percató de ese relato. Sus cuerpos no tenían sangre fresca. Los cadáveres les fueron entregados a los familiares.
El 12 de mayo de 1977,Raúl, Esteban y su madre con otra gente estaban en Cortínez, Luján, Buenos Aires. El lugar era un descampado muy grande con una casa en el centro, una fila de árboles atrás -cuenta Raúl- ir hacia esa fila de árboles es un lugar en el que yo no tengo que estar. Me hacen volver, la verdad, es como te digo, que no estoy seguro si es que es real o es reconstrucción.
Entra la voz de Esteban, mirando a Raúl:decían, que vos repetías siempre, que yo me iba corriendo por el descampado y venías por detrás, a pesar de que había poca diferencia de edad y de tamaño, y me llevabas cargando hacia la casa.
Lo que me contó, yo no recuerdo si fue mi abuelo, que creo que Raúl comentó que cuando se la llevaron a mi vieja, decía que parecía dormida.Cuando me lo contaron me quebró, más allá de lo que uno pueda suponer o dar por sentado. Me enteré hace pocos años de esto, relativamente. Meses después evocando aquél día, la historia me tocó transcribirla en algún momento porque mi abuelo me pidió, creo que... ah, ah.Baja la cabeza, levanta la mano y llora: dame dos segundos.
Nos contagia el llanto. Inspira y sigue:el mismo juez que le otorga la tenencia de mi prima Florencia –la hija de Leonor Inés, hermana de mi papá y Juan Manggini,asesinados también-, lo llama a mi abuelo. Él se pone muy mal, pensando que le iban a quitar la custodia de Florencia. Pero le dice no, disculpe cálmese. Aparentemente aparecieron los nietos por parte de su hijo. Están acá en La Plata, bah, sí, creo que La Plata:cuando están entrando mis abuelos dicen que yo salgo corriendo y le grito: ¡abuelito, abuelito!
Raúl, con los ojos húmedos refiere,todavía no puedo recordar absolutamente nada: ni de mi papá, ni de mi mamá.Tengo algunos recuerdos de situaciones específicas. Por ejemplo yo jugando con un autito azul que me lo acuerdo ¡perfecto! Mi prima me dice: sí, pero el día ese, que vos estabas jugando con el autito azul, es el día que te fuimos a buscar en el lugar en que te tenían los militares.
Pasan un tiempito en Buenos Aires con los abuelos Félix y Leonor Herrera. Entre julio y agostode 1977 llegaron a Tucumán para vivir con Arón Simerman y Dina Schugurensky los padres de Georgina. Esteban sólo llevaba el silencio en su personita, y no me podían llevar al Jardín, no me quería despegar de mi abuela. Los pañales lo envolvieron hasta los 4 años.
Raúl destaca la paciencia y delicadeza de sus mayores. Para mi familia, estando mi papá muerto, la única esperanza que tenían es que mi mamá aparezca con vida y la única fuente de información éramos nosotros,con mucha delicadeza empezaban a tratar recopilar algún dato como para poder tener una punta de investigación. Ese dato, del paradero de la mamá de los chicos, aún está ausente.
En el 2007, Cortínez, 12 de mayo. Esteban a través de Maco Somigliana, del Equipo Argentino de Antropología Forense,llega a la casa desde donde desapareció su madre y los capturaron a ellos. El sótano, donde funcionaba la imprenta del ERP ya lo habían taponado con cemento. El gobierno de aquel tiempo le había cedido a la Iglesia el inmueble y ésta a la gente que lo ocupaba.
Ese día, Esteban frente a Familiares dijo que prefería no recordar como el último día que estuve con mi vieja sino como el día en que yo abracé a mi mamá.Evoca, hay una foto donde está mi vieja abrazándonos a los dos,ella como acucliyada y detrás, de puño y letra, le manda a mis abuelos: “Miren éstos son los chicos más hermosos del mundo”. A esa imagen yo la tengo reconstruida. El recuerdo de mi mamá viene por fotos. Fue muy fuerte encontrar el mismo ángulo en esta casa y saber que yo estuve ahí, conviviendo con ella. Fue poner un lugar que dejó para mi de ser un lugar ficticio o nebuloso. Fue importante ir ahí.
Los dolores de Raúl lo hicieron abdicar a ese homenaje. ¿Por qué no fui?, es como que todavía no me sentía preparado para ir ahí. Básicamente por eso. El sendero infernal con tantas lenguas de hielo y fuego los hermanaron más. Desde chico Raúl es un referente para mí. Siempre traté de emular lo que hacía, si dibuja bien iba detrás y quería dibujar como mi hermano. Él formó su familia primero, después vine yo. Siempre es un referente importante. Una heredad es lo que a mí me llega, de lo que hicieron mi papá y mi mamá, la recibo a través de una de las realidades: que no están. La otra que es más rica, que me trasmite la familia. Armando todo eso, lo fuerte, es la idea de liberar al pueblo para que tome sus propias decisiones:¡Ellos se jugaron por eso!
Esteban agrega desde muy chicos estaba la historia familiar, me sonaba como la historia edulcorada para niños, de lo que pasó con nuestros viejos.Era casi como crear un mito, donde para mí, era equiparable a Robin Hood,de alguna manera. Luchaban por los pobres en contra de esta gente mala. Viene también, una imagen muy heroica.Con el tiempo surge la parte afectiva donde yo, durante un tiempo, sentía que quería hacerles un reclamo, por qué se jugaron la vida teniendo chicos tan chicos.Siempre desde el corazón.
No reivindico la lucha armada porque creo en el poder de la gente para poder salir delante de una manera pacífica. De todas maneras jamás hubo una justificación de cómo se dieron las cosas y, la verdad, como siempre termina la imagen de que se jugaron por ideales muy nobles.
Las misericordias de los destinos les dieron algunos arrumacos, son pocos pero son. Raúl habla de los Simerman siempre los vi al Tata y a la Mama como mis papás, desde los 3 años y medio, no sé si decir los 13,15 años quizás cuando muere el Tata. Hasta ese momento ellos eran mi papá y mi mamá. También está Inés, la hermana de mi mamá. Por ahí se peleaban un poco con la Mama y para ver quién hacía de madre pero siempre dejaron en claro las relaciones:todas las noches nos daban un beso y nos decían un beso para tu papá, un beso para tu mamá, para tu papito Abel y para tu mamita Georgina.
Esteban no se rendía en mi mente siempre había una esperanza de encontrar con vida a mi mamá. Fue hasta que, creo que tenía 7 años, que una prima me hace caer la ficha de que mi mamá está muerta. Esa noche lloré toda la noche. No pude dormir y durante muchos años no volví a llorar. Esa noche, entendí que Dios no existía para mí.Eso también me hizo fuerte para tolerar toda la realidad. Si bien nunca tuve una formación religiosa en casa, pero en la escuela uno mama la religión, aunque debiera ser laica, pero no lo es. El rol matriarcal lo cumplía mi abuela Dina, que era el de criar, era la parte ultra responsable y elTata el de padre obviamente. Inés aportaba esa cuota de juventud. Mis abuelos por una cuestión generacional claramente eran abuelos. Creo que Inés viene cumpliendo este enlace generacional que ocupaba el lugar que tendrían mis padres llevándonos de campamento, excursiones y frecuentar los amigos de la familia. Además uno de esos amigos, Carlos Macchi, era el hermano del novio de Inés, Hugo Macchi, que lo mataron con mi viejo. Esa contención que nos daban todos estos amigos y tíos que venían en ayuda, a dar apoyo,cubriendo el hueco que dejaron mis viejos, me marcó mucho.
A la otra herencia, la que venía de más arriba Raúl la cuenta: lo más fuerte es el no vencerse y seguir adelante. El Tata perdió una hija y mi abuelo Herrera perdió sus tres hijos y sin embargo oírlos decir: vamos a seguir adelante, ¡hay que poner todo para seguir adelante!
Esteban completa lo que me queda del Tata, creo que es la manera de ser, de cómo la gente lo reconocía y hasta el cariño que despertaba. Para mí es una de las cosas más importantes, tener en la vida las relaciones que uno construye, lo afectivo viene más allá de cualquier otra cosa, la familia va primero, los amigos y las relaciones que uno hace.
Mi abuelo Félix era tutor titular de Florencia -continúa Raúl- y nosotros pasamos automáticamente bajo la tutela de mi abuelo Aronchi. Ellos habían acordado para que nos repartamos un poco los tiempos. El hecho es que pasábamos 3 meses, en el verano, con él. Era docente y ejercía literalmente porque nos hacía estudiar en vacaciones.Creo que hoy puedo filtrar las cosas buenas que recibimos de él.
Esteban se explaya más sobre el abuelo Félix, profesor de matemáticas de la universidad. Nosotros llenábamos las habitaciones de Tafí del Valle de la misma manera que la llenaron sus hijos,y encima de la edad. Agregado a eso, el caso de Florencia con un parecido físico tremendo con Leonor Inés, me parece lo llevaban a él, de alguna manera, al pasado. Había como partes muy estrictas. Me acuerdo que cuando Raúl estaba por ingresar al Colegio le regaló un diccionario de Latín y un libro de gramática latina, porque en el Gymnasium se estudia esa materia. De paso Esteban también,porque decía ya va entrar en el colegio, ¡imaginate un nene de 2º grado estudiando latínen plenas vacaciones! Pero, tenía una debilidad, contar cuentos que inventaba y se encargaba de ponerle un escape lúdico, pese a su formalidad. Mi esposa, a veces, cuando me pongo así serio, me dice: ¡qué haces Félix! Ella lo llegó a conocer.
Cuando Raúl era más grande un verano en Tafí del Valle. Mi abuelo veía cierto límite, entendió que había que presionar un poquito más. ¿No sé si te pasó a vos Esteban? Me hizo un planteo, serio: - ¿Qué vas a hacer si te vienen a robar? - Bueno, voy a ir a la policía que me defienda. - ¿Y si son los de la policía son los que te vienen a robar, qué vas a hacer? - Y bueno, no sé, llamaré a los militares. - ¿Y si los policías están con los militares?
Así, presionando como para que me dé cuenta de cómo se pueden dar algunos hechos y no se quedó tranquilo hasta que dije: - Me tengo que defender sólo. Bueno, ese tipo de cuestionamiento se tomaron su tiempo como para hacerlo. Nos respetaron muchísimo los tiempos.
Esteban termina la secundaria merodea un par de carreras y se va a estudiar cine a Buenos Aires.Conviví varios años con mis abuelos Félix y Leonor. Tuve que acompañar en el proceso de mi abuela, que al tener Alzheimer, a la única persona que reconocía era a mi abuelo. Fue duro, muy duro verlo a mi abuelo como le costaba entender esa enfermedad y ver la degradación mental de mi abuela. Yo daba esto de poner la parte afectiva que traía del lado Simerman y meterle todo eso a la relación para descomprimir las tensiones en la casa. Fueron enseñanzas tremendas de vida, de ética, que en algún punto converge con mi abuelo Aronchi, uno desde lo cerebral el otro desde lo afectivo, son enseñanzas muy profundas.Siempre sentí agradecimiento de cómo se dieron los vínculos. También con Inés para mí cumplía una función muy importante, es mí tía Inés. Sin embargo a las nenas les digo abuela Inés. Ella renunció a mucho por nosotros. De alguna manera se me confunden los tantos y a veces me sale así.
El hecho de que yo vea mis hijos ahora –dice Raúl- trato de pasarle a ellos, que son la historia nuestra,e inculcarles comportamientos en la vida como nos han dado a nosotros.
El 24 de marzo de 2012, Día de la Memoria por el golpe militar del 76’, Esteban, Mariana con las mellizas decidimos ir al Parque de la Memoria. Es un paredón con muchos nombres como pequeños ladrillitos ordenados por años. Un paseo grande en zigzag rodeado de esos paredones con los nombres que siempre nos rodearon. Ver los de los padres de los amigos que también habían desaparecido o habían matado: fue muy fuerte. Decirles a las nenas: miren, quiero que vean acá, en esta pared, está el nombre de tu abuelo Abel, de tu abuela Georgina. Obviamente la pregunta fue ¿y dónde está mi bobe Georgina?, ¿dónde está elabuelo Abel? Y decirles, no están, murieron hace mucho tiempo. Cómo procesaron eso: todavía no lo sé. Las nenas tenían 1 año y unos meses. Llevaba las fotos de mi mamá, de mi papá y de mi tío Claudio. Ahí también era un beso para la abuela Georgina, un beso para el abuelo Abel, para el tío Claudio. La gente se puso a sacar fotos. Fue una sensación muy rara poder ver que surgió con naturalidad.De alguna manera sanó una herida, una incógnita que no sabía muy bien cómo resolver. No sé, nunca les había mostrado fotos de mis viejos a las nenas hasta ese día y ver que abrazaban y besaban una foto. Lloramos de nuevo.
Tengo esperanza de que las cosas cambien, que uno no vea que se perdió una guerra sino una batalla -Raúl agrega-hay que seguir adelante para no dejar caer la lucha, tanto en lo afectivo como en lo ideológico.Adentro mío, siempre está el tener esperanza, sin embargo tengo una visión pesimista del futuro. Es un conflicto que tengo. La situación que se vive hoy en el mundo me hace pensar más, en el lado negativo del futuro. El corazón de mi pesimismo es que, por decirlo de alguna forma, los malos aprenden muy bien de sus errores y los buenos no estamos aprendiendo al mismo ritmo que los malos. Ellos van más rápido y eso es lo que me hace ser pesimista. Yo quiero apuntar a la velocidad de aprendizaje del otro bando. Nos estamos quedando atrás. Por eso es mi pesimismo y es ahí el punto en donde pienso que hay que atacar, la velocidad de aprendizaje. Acelerar la comunicación y el encuentro entre las personas para que se den cuenta de que no están solas, que hay gente que piensa como uno. Y que se pueden lograr cosas si se juntan.
Esteban ve que la humanidad avanza en épocas de guerra sobre todo, pareciera que hacen falta las guerras para que pegue saltos y no necesariamente en calidad de vida. Sabemos que las cosas andan mal y en el día a día uno se olvida y trata de seguir adelante. La única solución es ser más solidarios. Se está viviendo el tiempo que lleva a la inacción. Debo vivir sobre mi entorno más cercano y tratar de contagiar esa visión de la vida. Lo veo como un esfuerzo válido. Llegar a un determinado núcleo y quiero creer que es una manera de militancia. Me gustaría creer que algún día la humanidad va a abrir los ojos y empezar a vivir en armonía consigo misma. Raúl es un hombre, ingeniero electrónico se recibió en la UNT y trabaja en una página de internet haciendo crawling. Vive en Tucumán.
Esteban es un hombre, estudió iluminación y cámara cinematográfica en la Universidad de Cine en Buenos Aires.Es autodidacta en modelado 3D,diseño de imagen y edición de video. Trabaja en eso. Vive en Buenos Aires. Dos hombres que han resistido la ola de los crueles.