Cuando el viernes pasado comenzó a circular el borrador de la "Modernización laboral" del Gobierno, en la CGT reinó la zozobra. No porque hubiera puntos sorpresa, sino porque no habían quitado ninguno, ni siquiera los más sensibles contra los sindicatos. Cuando se confirmó que sí era, la central obrera decidió no asistir a la reunión del Consejo de Mayo de este martes en señal de protesta y se prepara para un debate empinado. Les preocupa sostener la ultraactividad, el carácter nacional de los convenios colectivos y la cuota sindical.
"Más que un endurecimiento, la ausencia es un mensaje de rechazo de la CGT y no convalidar el documento final del Consejo de Mayo", afirmaron dentro de Azopardo 802. Hasta último momento esperaron que, al menos, una de las objeciones, modificaciones o acuerdos respecto de morigerar ciertos artículos se vean reflejados en el documento. Nada de eso sucedió.
La CGT sabe que el debate viene empinado para los representantes sindicales. "Estamos mal. El proyecto es terrible", admitieron. El siguiente paso será este miércoles, cuando se reúna el Consejo Directivo de la central para analizar cómo responder a este escenario. Allí se hará pública su postura oficial que, probablemente, sea igual de crítica a los últimos documentos y expresiones de sus dirigentes. La duda es si retomarán las acciones directas de protestas o esperarán un poco más. Por ahora, no hay indicios de que preparen movilizaciones o un paro general. Primero quieren ver el proyecto final y las posturas de los diferentes bloques en el Congreso.
Con la nueva conformación del Congreso, el Gobierno está a pocos votos de lograr sus reformas sin muchas concesiones. Sus armas para convencer a bloques dispuestos a ser convencidos son variadas y la CGT se muestra resignada. No lo dicen públicamente, pero los discursos de los nuevos triunviros pasó en poco tiempo de ser totalmente contrarios al proyecto oficialista, a estar dispuestos a discutir algunos puntos, como la llamada "industria del juicio".
"Con el empresariado no hay muchos consensos, si la mayoría está de acuerdo con la reforma. Con gobernadores se está hablando y se lo seguirá haciendo hasta que se trate en el Congreso. Veremos", describen cerca de uno de los hombres fuertes de la CGT.
Los puntos más sensibles para los sindicatos son la ultraactividad de los convenios colectivos y su carácter de nacionales y la cuota solidaria. El primero se refiere a un carácter fundamental de un convenio colectivo de trabajo, el cual mantiene su vigencia luego de expirar su periodo hasta que se firme uno nuevo. El Gobierno pretende quitarlo y, además, que las discusiones sean regionales o, incluso, por empresa.
La cuota solidaria es una de las cruzadas predilectas del ministro desregulador, Federico Sturzenegger. Se trata de un aporte obligatorio al sindicato correspondiente que realizan todos los trabajadores registrados, estén o no afiliados. El Gobierno quiere que sea voluntario, en aras de la llamada "libertad". Los sindicatos defienden la cuota solidaria porque explican que sus negociaciones alcanzan a todos los trabajadores registrados. "El sindicato negocia paritaria y acuerda aumento salarial. Ese aumento lo cobran todos los trabajadores de esa actividad. Afiliados o no afiliados, al menos en la Argentina. En otros países, lo cobran solo los afiliados", explican desde Azopardo. Quitarlo sería un ataque a la capacidad de negociación de los sindicatos y el poder que los convirtió en uno de los actores principales de la vida política argentina.
Entre los sindicatos se preparan para dar el debate en el Congreso. Quiénes llevarán la voz cantante, además de la CGT, serán los legisladores de extracción sindical. La diputada Vanesa Siley, secretaria general de SITRAJU y dirigente cercana a Cristina Kirchner, cruzó a un abogado laboralista pro reforma y enumeró la contrapropuesta que vienen trabajando con otros miembros de su bloque.
"Hay cada dinosaurio hablando de futuro! Mamita!!!", posteó en X en referencia al letrado Julián de Diego. "Nosotros sí tenemos propuestas de actualización laboral", sostuvo e hizo una lista de títulos para poner en cuestión la idea de que los sindicatos defienden modelos viejos, algunos, supuestamente, de más de 70 años.
Las propuestas que enumeró son: suba del salario mínimo al nivel de la canasta básica total, reducción laboral de 7 horas diarias hasta llegar a 6, igualar licencias parentales, desconexión digital y crear un Comité de Seguridad e Higiene laboral, entre otras.
Para cerrar, Siley apuntó contra el modelo económico del Gobierno, el cual, para ella, es la verdadera razón por la que no se crean nuevos puestos registrados. Este punto, es compartido por la CGT, y podría ser uno de los principales argumentos para contrarrestar la ola libertaria que amenaza con barrer con la actual estructural legal laboral y las estructuras sindicales./Ámbito Financiero.
